Escrito de Honegger Molina*
Vivimos el momento oportuno para recoger los frutos de un hombre del clero
venezolano que superó los embates de su tiempo y se abrió al futuro con fino acierto.
Entrarle a la densidad biográfica del padre Machado es una apasionante labor que no
deja espacio a la indiferencia de quien se acerca. En vida se hizo acreedor de grandes
afectos de la gente humilde y también de las dolorosas asechanzas humanas que
pretendieron desbaratarle aquella firmeza apostólica que lo caracterizaba. Sacerdote de
un coraje descomunal en lo social y de una vida de fe y moral, límpida como el cristal,
que aparece en Venezuela para atesorar un cambio de paradigma epocal gracias a su
esfuerzo integrador entre lo humano y lo divino. Su temple de acero y el horizonte
amplio y esperanzador lo hacen interesante y actual hasta en pleno siglo XXI. Hombre
que no se encapsuló en espiritualismos pietistas, sino que dejó volar el Espíritu de
Dios en su vida para organizar e impulsar por medio de la pastoral-social una respuesta
directa a los problemas de su tiempo.
Cuando apenas tenía 7 años, allá por 1857, entra en la Escuela de La Victoria para
iniciar su instrucción formal. Tan sólo habían pasado tres años (1860), cuando inicia
su preparación para la Primera Comunión. Formación que recibió con ardor y amplia
formación en doctrina porque duró dos años estudiando los mejores catecismos de
la época y cuando cumplía sus 12 años recibe el alimento del espíritu. El año 1865
culmina sus estudios de primera etapa en La Victoria en la Escuela Primaria - La
Candelaria. Esto consta en un documento firmado por el director de la Escuela que
expresa de su puño y letra: “Certifico que el señor Santiago Florencio Machado fue
uno de los alumnos de dicha Escuela Primaria en los últimos años, el cual concluyó
con aprovechamiento el estudio de las materias que se les enseñaba, las cuales
consistían en: Lectura, Escritura, Gramática Castellana, Aritmética, Nociones de
Moral, Urbanidad y Constitución de la República, y para los fines que le convenga le
doy la presente en La Victoria a 25 de febrero de 1869”.1 Documento que aparece con
la firma de José León González.
En medio de un clima social y cultural bastante hostil contra la institución eclesiástica
el joven Santiago Machado ingresa al Seminario Santa Rosa de Lima, en Caracas, a
principios del mes de febrero de 1869. Es cuando, el 17 de abril del mismo año inicia
el primer semestre de estudios según constancia expedida por el Rector Pbro. Nicanor
Rivero: “por la regularidad de su conducta y aplicación al estudio da esperanzas
fundadas de que puede seguir la carrera eclesiástica. De parte del Rectorado no hay
pues, inconveniente para su admisión”.2 El 28 de agosto de 1869 pidió se le confiriera
la Prima Tonsura Clerical. Ya transitados unos cuantos años de formación experimenta
el primer golpe moral por amor a su Iglesia y por el compromiso de seguir a Jesucristo:
el cierre definitivo del Seminario. El Archivo Histórico de las Hermanitas de los Pobres
VILLALBA, M. Margarita, Un Hombre de Fe y acción, HPM, Caracas, 1998, p. 20.
VILLALBA, M. Margarita, Un Hombre de Fe y acción, HPM, Caracas, 1998, p. 22.
de Maiquetía habla del 12 de febrero de 1875, como el día en que Santiago Machado,
a primeras horas del día, parte con un grupo de compañeros para la isla de Trinidad.
Experimenta aquel terrible período en que Guzmán Blanco embiste contra la Iglesia
Católica y la despoja de sus bienes. Época del cierre de los conventos, expulsión de
algunos Obispos, Sacerdotes y de varias Congregaciones Religiosas. Muchos de ellos
se exilian en las Islas de Curazao y de Trinidad en donde también él fue a parar. El 18
de diciembre de 1875 le confieren las Órdenes Menores. En 1876 es ordenado en Puerto
España, Trinidad por Mons. Carroll, Obispo de Alabanda y Coadjutor de Puerto España.
Días después, 23 de junio de 1876, canta su primera misa en la Capilla del Calvario en
Trinidad de Puerto España.
De vuelta en Venezuela desembarca, en agosto de 1876, en el Puerto de La Guaira y
semanas más tarde viaja a la Victoria para celebrar su primera Misa en tierra natal. Ese
mismo año, 1876, le encomiendan la capellanía de la Ermita del Carmen en La Guaira,
y al poco tiempo es nombrado Vicario Cooperador de la Parroquia de Maiquetía. Siete
años más tarde sube de nuevo en una embarcación para ir al viejo mundo europeo
teniendo entre uno de los fines principales la dotación para la Iglesia Parroquial de todo
cuanto necesitaba. Pero en su vida interior lo movía la necesidad de viajar a Francia
para visitar la Gruta de Lourdes. El espíritu emprendedor de Machado apenas comienza
a despuntar porque aquel mismo año (1887) convoca e integra un buen número de
hombres y mujeres de la Guaira para fundar la Asociación de San José compuesta por
dos Juntas, una de Caballeros presidida el Sr. Carlos Devoe y otra de Damas llevada
por la Srta. Isabel Lagrange. Aquí está el germen de aquella inmensa obra que más
adelante llegaría a ser la Congregación de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía.
También lo encontramos, por ejemplo, fundando el periódico parroquial -con su equipo
de colaboradores- al que llama: “Ecos de Lourdes”. El primer ejemplar está fechado el
día 5 de mayo de 1888. Este producto lo vendía a muy bajo costo con la única misión
de obtener recursos para el auto-sostenimiento; compra de papel, otros, y también para
apoyar económicamente el culto a la Virgen de Lourdes en la Gruta.
Primera congregación venezolana. La Asociación de San José con la jovencita
Isabel Lagrange al frente de la agrupación femenina, se erige como el piso sólido
donde se apoya para fundar -un tiempo más tarde-, a las Hermanitas de los Pobres de
Maiquetía. De una junta de señoritas que se llamaba Asociación de San José (1.887),
destinada a la visita de los casos de indigencia y enfermedad, el Padre Machado hizo
la hoy floreciente Congregación de Hermanitas de los Pobres (1.889). Entre aquellas
muchachas del litoral, que hacían de enfermeras y de trabajadoras sociales, había
una, la caraqueña Emilia Chapellin Isturíz, nacida en 1.858, de familia acomodada y
exquisita educación, cuya actividad, talento y devoción impresionaron a este Cura, de
inmediato, la encargó de la Congregación de monjitas venezolanas. Con ellas inicia y
concluye exitosamente la transformación de las ruinas de la Cárcel Vieja y, también,
logra inaugurar el Hospital San José de Maiquetía. Estamos hablando del primer
hospitalito construido en Venezuela para los pobres y para las personas más necesitadas
del centro del país. Esta apertura oficial y la bendición que pide a Dios para el Hospital,
acompañado de las principales figuras públicas del lugar, acontecen el día 22 de abril de
1888.
El poder de una visión encuentra asidero cuando su amigo y compañero de afanes
apostólicos, Pbro. Dr. Juan Bautista Castro, le propone que viajen a Europa, mayo de
1889, para establecer vínculos de primera mano con las distintas obras de la Iglesia
que florecían por el viejo continente. A su regreso, en agosto de ese mismo año, ya
traía la idea muy fija de fundar, lo más pronto posible, una congregación religiosa
femenina para la atención a los pobres y enfermos. Machado era incansable y no se
detuvo ante ninguna dificultad. Pasados tan sólo cinco meses y viendo el empeño y la
solidez espiritual, así como el profundo amor a los pobres que constituye la vida de
Emilia, hoy Venerable Madre Emilia de San José, es que promueve aquel primer grupo
de jóvenes que presenta al Arzobispo de Caracas, con Emilia de Madre Superiora. El
día que registran las Hermanitas como fecha de su nacimiento es el 25 de setiembre
de 1889. Al mismo tiempo, esta fecha oficial de la fundación de la Congregación de
las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía pasa a ser el momento de la restauración de
la Vida Religiosa en Venezuela. NB. Extracto del Libro: “Padre Machado, pastor de
Dios entre los pobres”, Coordinado por José Virtuoso y Editado por la UCAB. Saldrá al
público en Junio de 2011.
*Sacerdote y Periodista.
Imagen: tomada del blog de Derbys López
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