Artículos de opinión de los historiadores
Los socialistas del siglo XXI le piden a la historia patria lo que la historia patria no puede dar
En el Mercurio Venezolano, periódico de los inicios republicanos, aparece el primer llamado de atención sobre la importancia de los emprendedores para el desenvolvimiento de la república. La noción de emprendimiento y la ponderación de la riqueza proporcionada por el esfuerzo de los particulares no formaban parte del discurso oficial. Pese a que desde la segunda mitad del siglo XVIII, con la llegada de los Borbones, se promueve desde Madrid una literatura dispuesta a incentivar el trabajo de los súbditos y a hablar sobre las alternativas de crecimiento personal y social que dependían de su ejercicio, en ultramar apenas se abren las compuertas de la tendencia. De allí que, en la búsqueda de una ruptura revolucionaria, el impreso que ve la luz en febrero de 1811 se detenga en el asunto.
Francisco
Isnardi, redactor del Mercurio, natural de Turín, familiarizado con el enciclopedismo y conocedor del movimiento mercantil debido a su anterior trabajo como secretario de la "Compañía de la India" en Demerara, es uno de los letrados de mayor importancia en el período fundacional de la república. Adquiere una finca en Güiria, en la cual pretende el establecimiento de cultivos auxiliados por la tecnología y en la que forma una biblioteca de 102 volúmenes, entre ellos numerosos textos de autores ingleses y franceses que había prohibido la Inquisición. Desde su mudanza a Caracas se gana la estima de los futuros protagonistas del 19 de abril, cuyas tertulias frecuenta y en cuyo seno lo animan a publicar el periódico. En breve abandona el impreso de su creación para dirigir el órgano oficial del Congreso, cambio del cual se desprende la confianza que le conceden los dirigentes de la insurgencia y la compenetración que tienen con sus ideas. Después del triunfo de Monteverde es encarcelado en Ceuta, donde muere por el "crimen horrendo" de luchar por la Independencia. De la cabeza del ilustrado personaje proviene la primera referencia que en el país se conoce sobre la trascendencia de los empresarios. Pero Isnardi no hace un discurso pomposo al respecto, sino que refiere un hecho que le parece trascendental: "un moreno de Maturín" ha hecho experimentos con el moriche, hasta lograr una tela de excepcional calidad gracias a la cual puede iniciarse una industria capaz de generar riqueza. Agrega que el gobierno de Cumaná colaborará con el inventor convertido en negociante, debido a que "le pagará los tejidos que presente a precios muy capaces de alentar su aplicación". Después de describir el suceso habla sobre el valor de las artes útiles y sobre los beneficios de las manufacturas modernas, e invita a abandonar las "ocupaciones estériles" del pasado.
La prédica de Isnardi es continuada por Miguel José Sanz en el Semanario de Caracas, otro periódico fundamental de entonces. Sanz incluye en sus folios numerosos llamados a la construcción de una república caracterizada por la opulencia, vocablo que entiende como la producción de riquezas a través de la agricultura y la industria con el objeto de mejorar la subsistencia de las mayorías sin caer en los peligros del lujo y la molicie, ni sacar del erario los fundamentos de las empresas que se deban fomentar. Sanz entiende que el egoísmo y el interés, criticados por los pensadores del antiguo régimen y por los autores de la tradición, se deben analizar de manera diversa debido a que suelen ser el pilar de una abundancia que sale de pocas manos a remediar infinitas necesidades. Después habla de la trascendencia de la propiedad privada y de la necesidad de su protección, partiendo de los Tratados sobre el gobierno civil de Locke. En el criollo Manuel García de Sena encuentra la época a otro promotor de la actividad empresarial. Traduce en 1812 la Historia de los Estados Unidos escrita por John Mc Culloch, en la cual señala a los lectores cómo se lograron en el Norte la libertad y la multiplicación de los bienes materiales debido al empeño de los propietarios y de los comerciantes grandes y pequeños. Ellos, en la defensa de sus bienes, se alejaron progresivamente de la monarquía y abrieron alternativas a quienes todavía no se habían estrenado en el mundillo de los negocios. La independencia de Estados Unidos "es obra de la economía moderna", se lee en la pionera traducción de García de Sena.
En adelante se multiplican las reflexiones sobre la entidad del asunto. Basta una ojeada del Correo del Orinoco, creado por Bolívar, para topar con numerosos encomios del emprendimiento y de la felicidad que reportará a Colombia. A partir de 1829, con la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País y con la publicación de una serie de artículos contra la intervención del Estado en la rutina de la ciudadanía, se hacen más orgánicos el análisis del papel de los empresarios y la insistencia sobre la necesidad de colocarlos en lugares de importancia en las legislaturas y en otros cargos públicos desde los cuales se forjaría el pensamiento de una república plenamente moderna. Partiendo de tales presupuestos se logra la autonomía de Venezuela, en 1830, y se producen ensayos memorables en la prensa más densa de la capital y de ciudades del interior, influidos por el ideario liberal. Las referencias sobre el asunto son abundantes. Ahora apenas se ha ofrecido un esbozo relativo a la Independencia y al principio del Estado nacional, mientras los socialistas del siglo XXI le piden a la historia patria lo que la historia patria no puede dar. eliaspinoitu@hotmail.com
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