EL NACIONAL - Sábado 31 de Julio de 2010 Cultura/4
POLÍTICA La investigación acaba de ser reeditada por Los Libros de El Nacional
Auge y caída de Rómulo Gallegos: la novela del historiador
Simón Alberto Consalvi es el autor de un trabajo que se lee por escenas como una obra de ficción
DIEGO ARROYO GIL
Sea para renovar viejos compromisos, sea para pactar o romper con ellos y asumir un cambio de rumbo, con el tiempo toda generación se verá ante la necesidad de trazar el decurso de la historia de la que ha sido partícipe y de identificar el impulso que propició su surgimiento. Para ello no será un requerimiento que sus hombres hayan estado íntimamente vinculados. Ni siquiera que hayan compartido, a pie juntillas, las mismas ideas. Bastará con que les haya sido familiar la sensación de una época.
Integraron una generación los muchachos de 1928, a los que se les brinda con más frecuencia el amparo de esa palabra, pero asimismo aquellos que vivieron de cerca, como primeros eventos históricos de sus días, el 18 de octubre de 1945 y, tres años más tarde, ese aletazo que fue el 24 de noviembre de 1948.
Uno de esos jóvenes se llamaba Simón Alberto Consalvi, quien no en vano es el autor del libro Auge y caída de Rómulo Gallegos publicado por Monte Ávila en 1991 y recientemente reeditado por Los Libros de El Nacional, el cual es resultado de la tarea de quien, convertido en historiador, lo escribió para indagar en las circunstancias de esos dos golpes de Estado que "dejaron en nosotros tatuajes indelebles", como él mismo asegura.
"Para nosotros explica, la caída de Gallegos fue un trauma extraordinario y el desafío de que no abandonáramos el compromiso democrático y político".
Quienes no tuvieron la oportunidad de leer la primera edición de la investigación de Consalvi, de hace 20 años e inencontrable, la tienen ahora. Consiste en 3 cosas, fundamentalmente. En principio, en una breve biografía que intenta situar a Gallegos entre la literatura y la política. Perfil de aquel en quien el destino de novelista se entrelazó con el de político: el autor de Doña Bárbara fue también diputado, concejal, ministro, dirigió un partido y ejerció la Presidencia de la República.
En segundo lugar, el libro reúne 52 documentos (más uno, anexo, conocido recientemente por Consalvi gracias a Margarita López Maya) pertenecientes a los Archivos Nacionales de Washington, donde el historiador llevó a cabo la investigación en 1990, cuando se desempeñaba como embajador de Venezuela ante Estados Unidos. Tienen un inmenso valor, en tanto que permiten conocer a fondo la coyuntura política que derivó en el golpe de Estado que derribó a Gallegos.
Conviene recordar que diversos factores vinculados con el Gobierno de la nación norteamericana desempeñaron entonces un papel determinante: representantes diplomáticos y de comercio, militares y empresarios petroleros, así como el mismo presidente Harry Truman, quien se vio en la situación de reconocer, tras el derrocamiento de su amigo el mandatario venezolano, a la junta de facto presidida por Carlos Delgado Chalbaud.
El tercer elemento que da forma a este libro son los comentarios que hace Consalvi a cada uno de los documentos compilados. Ellos funcionan como las fichas de un novelista que, interesado en las complejidades de un hecho histórico, decide darles un orden.
Es muy probable que a un trabajo similar se hayan dedicado Francisco Suniaga, por un lado, y Federico Vegas, por el otro, para escribir El pasajero de Truman y Sumario. Ambas novelas, por cierto, la primera sobre Diógenes Escalante y la segunda sobre Delgado Chalbaud, encajan en ese mismo tejido de relaciones antecedentes y consecuentes del auge y la caída de Gallegos.
La investigación de Consalvi, por supuesto, no está escrita en clave de ficción ni podía estarlo, pero comparte con esos otros dos libros la emoción de presenciar cómo se desarrolla una trama.
"Luego de revisar los documentos confía Consalvi, de haber leído mucho sobre el tema y por haber sido observador directo de los hechos, me interesaba conocer la intriga política nacional e internacional que rodeó el golpe a Gallegos. No me explicaba cómo ni por qué el país se había puesto de acuerdo para asfixiar de tal modo a un hombre de esa categoría. La investigación me dio lecciones innumerables. Entendí que por debajo de eso que llamábamos el derrocamiento de un presidente civil, lo que fue Gallegos, corrían ríos subterráneos, ríos que no se ven". Mapa fluvial, entonces. Eso es lo que es este libro.
POLÍTICA La investigación acaba de ser reeditada por Los Libros de El Nacional
Auge y caída de Rómulo Gallegos: la novela del historiador
Simón Alberto Consalvi es el autor de un trabajo que se lee por escenas como una obra de ficción
DIEGO ARROYO GIL
Sea para renovar viejos compromisos, sea para pactar o romper con ellos y asumir un cambio de rumbo, con el tiempo toda generación se verá ante la necesidad de trazar el decurso de la historia de la que ha sido partícipe y de identificar el impulso que propició su surgimiento. Para ello no será un requerimiento que sus hombres hayan estado íntimamente vinculados. Ni siquiera que hayan compartido, a pie juntillas, las mismas ideas. Bastará con que les haya sido familiar la sensación de una época.
Integraron una generación los muchachos de 1928, a los que se les brinda con más frecuencia el amparo de esa palabra, pero asimismo aquellos que vivieron de cerca, como primeros eventos históricos de sus días, el 18 de octubre de 1945 y, tres años más tarde, ese aletazo que fue el 24 de noviembre de 1948.
Uno de esos jóvenes se llamaba Simón Alberto Consalvi, quien no en vano es el autor del libro Auge y caída de Rómulo Gallegos publicado por Monte Ávila en 1991 y recientemente reeditado por Los Libros de El Nacional, el cual es resultado de la tarea de quien, convertido en historiador, lo escribió para indagar en las circunstancias de esos dos golpes de Estado que "dejaron en nosotros tatuajes indelebles", como él mismo asegura.
"Para nosotros explica, la caída de Gallegos fue un trauma extraordinario y el desafío de que no abandonáramos el compromiso democrático y político".
Quienes no tuvieron la oportunidad de leer la primera edición de la investigación de Consalvi, de hace 20 años e inencontrable, la tienen ahora. Consiste en 3 cosas, fundamentalmente. En principio, en una breve biografía que intenta situar a Gallegos entre la literatura y la política. Perfil de aquel en quien el destino de novelista se entrelazó con el de político: el autor de Doña Bárbara fue también diputado, concejal, ministro, dirigió un partido y ejerció la Presidencia de la República.
En segundo lugar, el libro reúne 52 documentos (más uno, anexo, conocido recientemente por Consalvi gracias a Margarita López Maya) pertenecientes a los Archivos Nacionales de Washington, donde el historiador llevó a cabo la investigación en 1990, cuando se desempeñaba como embajador de Venezuela ante Estados Unidos. Tienen un inmenso valor, en tanto que permiten conocer a fondo la coyuntura política que derivó en el golpe de Estado que derribó a Gallegos.
Conviene recordar que diversos factores vinculados con el Gobierno de la nación norteamericana desempeñaron entonces un papel determinante: representantes diplomáticos y de comercio, militares y empresarios petroleros, así como el mismo presidente Harry Truman, quien se vio en la situación de reconocer, tras el derrocamiento de su amigo el mandatario venezolano, a la junta de facto presidida por Carlos Delgado Chalbaud.
El tercer elemento que da forma a este libro son los comentarios que hace Consalvi a cada uno de los documentos compilados. Ellos funcionan como las fichas de un novelista que, interesado en las complejidades de un hecho histórico, decide darles un orden.
Es muy probable que a un trabajo similar se hayan dedicado Francisco Suniaga, por un lado, y Federico Vegas, por el otro, para escribir El pasajero de Truman y Sumario. Ambas novelas, por cierto, la primera sobre Diógenes Escalante y la segunda sobre Delgado Chalbaud, encajan en ese mismo tejido de relaciones antecedentes y consecuentes del auge y la caída de Gallegos.
La investigación de Consalvi, por supuesto, no está escrita en clave de ficción ni podía estarlo, pero comparte con esos otros dos libros la emoción de presenciar cómo se desarrolla una trama.
"Luego de revisar los documentos confía Consalvi, de haber leído mucho sobre el tema y por haber sido observador directo de los hechos, me interesaba conocer la intriga política nacional e internacional que rodeó el golpe a Gallegos. No me explicaba cómo ni por qué el país se había puesto de acuerdo para asfixiar de tal modo a un hombre de esa categoría. La investigación me dio lecciones innumerables. Entendí que por debajo de eso que llamábamos el derrocamiento de un presidente civil, lo que fue Gallegos, corrían ríos subterráneos, ríos que no se ven". Mapa fluvial, entonces. Eso es lo que es este libro.
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