Todo el régimen chavista ha sido un gran frenesí, una constante campaña electoral que no ha cesado en casi 12 años. Es por ello que muchos han tendido ha calificar a Esteban como un loco, y no sin razón. Aunque yo no lo considero así para nada. Todo esto en buena parte es planificado y tiene un objetivo muy claro: el control de todos los poderes para siempre. El fin justifica los medios, aunque estos sean los más desquiciados para una persona con cierto nivel de sindéresis.
Esta gran campaña electoral, tiene en los últimos días un clímax que no parece detenerse. Desde que sintió "la llamarada" de la comida podrida (caso Pudreval), no ha parado de atacar a diestra y siniestra y prometernos el Apocalipsis. Ha hecho todo lo posible por hacernos olvidar las grandes crisis en las que estamos metido, y la denuncia del gobierno colombiano le ha permitido volver a sus temas preferidos: el patrioterismo, la amenaza con la guerra total (nos ha dicho que “comeremos piedras”) y la radicalización de la “revolución”. Pero mi impresión es que nadie le cree ya. En otra situación el escuchar su discurso sería para alarmarse ante la posibilidad de una guerra, pero las personas siguen quejándose de la situación económica y la inseguridad pero nadie habla de guerra, imperialismo o la malvada oligarquía. Ya su discurso “resbala” porque ha perdido credibilidad.
En todo caso, el tener casi el 50% de los medios de comunicación, y el silencio de buena parte del resto por autocensura ante el miedo a las represalias, hace que su discurso sea escuchado y eso cansa (y harta). Alberto Barrera Tyszka lo ha explicado genialmente en su artículo "El manifiesto", en el cual denuncia lo que todo venezolano con sentido común clama al cielo, y lo digo con mis palabras: ¡Queremos superar el disparate diario de esta locura que nos desgobierna! ¡Queremos tener un gobierno sensato y que le devuelva la majestad al Estado y a la autoridad que representa¡ ¡Queremos no volver a escuchar el culto a la guerra, la muerte, el odio! ¡Queremos no tener que padecer el culto a la personalidad del máximo dirigente!.
Profeballa.
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