Artículos de opinión de los historiadores
Transcribimos el artículo del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábado en El Universal.
Transcribimos el artículo del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábado en El Universal.
Escaramuzas entre mandatarios y obispos
Las relaciones entre el Estado venezolano y la Iglesia católica no han sido siempre armónicas
Para formarse un juicio adecuado sobre los epítetos del mandón contra el cardenal Urosa conviene hacer un poco de historia. Las relaciones entre el Estado venezolano y la Iglesia católica no han sido siempre armónicas, debido a los intereses cuya defensa corresponde a las dos instancias, pero jamás llegaron al extremo de los improperios que hoy presenciamos debido al desenfreno de quien tiene la obligación de manejarse con prudencia en los acercamientos con poderes e instancias esenciales para la sociedad. Desde el comienzo de la república se hicieron tensos los vínculos entre el báculo y las necesidades políticas, no en balde empieza entonces un torbellino orientado a la mudanza de nociones fundamentales de la administración pública y de la vida misma, pero jamás ninguno de los protagonistas de la pugna se atrevió a descender hacia la escala del albañal. Veremos de seguidas unos episodios elocuentes, para que pueda el lector hacerse cargo de la deplorable ocurrencia que ahora debe presenciar.
Sólo se tiene memoria de un suceso escandaloso de veras, aunque sin la envergadura del que lamentamos hoy, relacionado con ataques contra un miembro de la jerarquía eclesiástica. Ocurrió en enero de 1855, como consecuencia de unas críticas pronunciadas por monseñor Mariano de Talavera ante el presidente electo, José Gregorio Monagas.
Como miembro del Consejo de Estado, el prelado criticó en términos realmente duros y en público la gestión del mandatario saliente, José Tadeo Monagas, para que en breve se levantara una polvareda. José Gregorio escuchó en silencio el memorial de agravios que el eclesiástico hacía sobre el gobierno de su hermano, y se retiró a sus aposentos. Sin embargo, el episodio pasó a mayores. Uno de sus hijos, indignado por las palabras de don Mariano contra su poderoso tío, lo insultó a la salida de la casa de gobierno y desenvainó el sable para atacarlo. La intervención de unos diputados impidió que el obispo saliera herido. La prensa se hizo eco del incidente y no guardó recato a la hora de disparar dardos contra el autor del discurso, pero el flamante Jefe de Estado sugirió la necesidad de cesar la campaña. Retornó la calma, para que se inaugurase sin obstáculos el nuevo período constitucional.
Durante la Independencia sólo se puede referir un hecho digno de atención en torno al tema, protagonizado por el secretario de Justicia Rafael Diego Mérida contra el arzobispo Coll. Mérida le envió, en 1813, una carta amenazándolo de muerte y pidiendo una Pastoral a favor de la revolución, pero Bolívar prefirió buscar caminos más apacibles para encontrar fórmulas de avenimiento con el dignatario. En 1830 topamos con otro encontronazo, esta vez protagonizado por el presidente Páez y el arzobispo de Caracas, Ramón Ignacio Méndez, quien se negó a jurar la Constitución. El Centauro se vio obligado a expulsarlo del país, pero después, mediante cartas de concordia, lo hizo traer en paz de Curazao. Debemos esperar a 1870 para detenernos en otra trifulca entre el Estado y la Iglesia, originada esta vez en la negativa del arzobispo Guevara de cantar un Te Deum para festejar una batalla ganada por Guzmán. El vencedor de Guama ordenó el ostracismo del prelado, para que comenzara un proceso de espinosas marchas y contramarchas en las que debió intervenir el Papa. En medio de las negociaciones un cura se atrevió a tomar las armas, el canónigo Antonio José Sucre, quien puso pies en polvorosa ante el poco apoyo que logró.
La pugna se manejó entre retóricos cuidados, que terminaron con Guzmán condecorado con la Orden Piana enviada por Pío IX. Después suceden dos fenómenos dignos de atención. En 1937 se llevó a efecto un proceso contra Rincón González, arzobispo de Caracas, lleno de exageraciones y descalificaciones en torno a las cuales influyeron los políticos disgustados por la cercanía del pastor con el Benemérito recientemente fallecido. Fue sigiloso el manejo del asunto. A partir de 1945 un grupo de adecos pretendió la creación de una Iglesia Apostólica Venezolana, sin que el proyecto produjera dicterios.
Sólo en el caso de Talavera sonaron los insultos y sucedió un hecho de violencia. Ni los presidentes ni los eclesiásticos referidos, pese a que defendían posiciones que llegaron a ser irreductibles, dirigieron sus pasos hacia terreno pantanoso y asqueroso. Pero ese es el terreno del mandón y de sus palafreneros, para vergüenza de la sociedad.
2 comments:
Compatriota Iturrieta, usted es tan valioso en conocimientos, que si solo los orientara politicamente hacia el amor de la patria y no a la defensa de interes oligarcas, que diferencia habría. La historia no perdona y usted ha elegido el lado de las minorías conservadoras, y el país no es ignorante, ni todos los profesionales somos de oposición y faciles de engañar con tosudez disfrada de erudición, Tampoco somos deslumbrables como alguna gente de oposicion, mediana, pero insuficientemente documentada de la historia comtemporanea, a la que una media verdad le convence. Usted sabe el papel de la cupula de la iglesia y sus intereses a lo largo de la historia. Puede enganar a la gente, pero no a usted mismo. Es una observación respetuosa que seria bueno reflexionara. Viva la dignificación que acaba de hacerse a los restos indignamente olvidados por la falsa democracia de nuestro Bolivar, humano, imperfecto que se supero a si mismo y por eso fue y es tan maravilloso.
La misma persona con sus clones...
No hay forma que pueda superar su enfermedad: crearse identidades falsas para mostrar gran apoyo en sus argumentos trasnochados, y tapar su chavismo con una falsa "careta" de oposición auténtica. No sé gaste el marxismo no puede mostrar otra forma de expresión que la chavista, recuerde que históricamente es un modelo fracasado.
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