Thursday, December 27, 2007

El caudilismo (historiografía venezolana) (II)

Historiografía
Laureano Vallenila Lanz (1870-1936) representante de la escuela positivista y apoyo intelectual de la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935), es el primer historiador que le dedica un texto completo al estudio del caudillismo con su obra Cesarismo democrático publicada por primera vez en 1919. En su libro describe como la violenta guerra de independencia destruyó (o redujo al mínimo) la clase alta y generó en los sectores bajos un deseo de igualdad, ambas realidades harían del siglo XIX un tiempo de anarquía en Venezuela. El autor resalta el papel del llanero como guerrero amante de su libertad y fuertemente nivelador, a la vez que señala el problema de los conflictos socio-raciales. Este ambiente que él llama “bárbaro”, en sus palabras, sólo puede ser controlado por el caudillo; el cual pasa por encima de las irreales leyes (irreales porque no están acordes con la ausencia de civilización de nuestras sociedades) e impone con mano dura y la inspiración del temor la anhelada paz. La anarquía exige la subordinación a este tipo de jefaturas, que se basan más en las lealtades personales que en las leyes; y finalmente el jefe se convierte en el único capaz de lograr la unidad nacional. Este caudillo, después de lograr la paz y la unidad, puede pasar a construir la civilización. La concepción del caudillo de origen popular es visto de manera negativa al ser considerado un “semibárbaro”, siendo el llanero el mejor ejemplo, y el cual tiende a caer en el bandolerismo, y que sólo puede ser aplacado por un hombre más fuerte y violento que él, se refiere al “gendarme necesario”. Las causas de esta situación se circunscriben al determinismo étnico (enfrentamiento entre castas, características de cada casta las cuales tienden a la anarquía) y geográfico sostenido por el positivismo.

La historiografía marxista que tiene entre sus más importantes representantes a Carlos Irazabal (1907-1991) el cual critica con sus dos obras Hacia la democracia (1939) y Venezuela esclava y feudal (1961) a los determinismos positivistas, y la tesis del gendarme necesario de Laureano Vallenilla Lanz. Irazabal ve al caudillismo como la causa de lo males de Venezuela, y en especial del autoritarismo. El origen del fenómeno está en la estructura económica que define como feudal, y que se establece durante la colonia, y no es transformado durante la guerra de independencia. Estas características feudales se expresan en la hacienda latifundista que mantienen en esclavitud y semiesclavitud a las clases populares, y que las usa como soldados de su ejército privado pero que jamás permite sus reivindicaciones sociales. El caudillo, para este autor, es un aliado de las clases altas; y no ve la guerra de independencia como un conflicto social sino como la lucha interna de los sectores dominantes (criollos y peninsulares). El caudillo es el equivalente al señor feudal europeo, cuyo poder se consolida después del rompimiento con España y que cobra una cardinal importancia después de la victoria federal. Ante esta definición, el autor no valoriza el caudillo de origen popular, aunque reconoce a la guerra federal como guerra social más no afirma que exista una clara conciencia de clases entre los campesinos ni mucho menos entre los caudillos de origen popular que pudieron aparecer en esta guerra.

Otro de los grandes exponentes de la historiografía marxista, que se apoya en los postulados de Carlos Irazabal pero que resalta el papel del caudillo de origen popular con el ejemplo de Ezequiel Zamora, es Federico Brito Figueroa (1921-2000) el cual escribió las obras siguientes: Historia disidente y militante (1997), 30 Ensayos de Compresión Históricas (1997),.El problema Tierra y Esclavos en la Historia de Venezuela (1996), Historia Económica y Social de Venezuela (1993), La Estructura Económica de Venezuela Colonial (1983). Tiempo de Ezequiel Zamora (1981). En el tomo I de su Historia Económica y Social de Venezuela sostiene la tesis de su maestro Carlos Irazabal que los caudillos a pesar de que muchos poseían un origen popular, se convirtieron desde 1830 en el principal apoyo de la clase terrateniente. A su vez, no define el caudillo mucho menos caudillismo pero si le da una dualidad a sus acciones, al considerar que aunque la mayoría traicionó su origen de clase existieron casos como el de Ezequiel Zamora, que fueron vanguardia en la construcción de una sociedad sin clases. El caudillo como “instrumento” de la clase, tanto para oprimir como para liberar e incluso realizar revoluciones sociales.

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