Thursday, December 06, 2007

Discurso de Angel Rafael Lombardi Boscán hoy en la Academia Nacional de la Historia

Premio Nacional de Historia “Francisco González Guinan” 2007
Dr. Angel Rafael Lombardi Boscán

DISCURSO

Definición de Fe: “es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. Hebreos, Capítulo 11, Versículo 1.

Según Marc Bloch la historia es la ciencia de los hombres en el tiempo. Un ejercicio permanente de pensar y repensar las distintas realidades humanas con la finalidad de comprender. Esa pasión por comprender guía nuestros pensamientos y desvela nuestros trabajos y días según el decir de Hesíodo, antiguo griego, precursor de la historiografía como disciplina narrativa. Y es que la historia termina siendo arte y narrativa; razón e intuición, reflejo de todas las paradojas que contiene al ser humano. Ya Jorge Luis Borges nos advertía, sobre el laberinto y el ajedrez, como metáforas de una misteriosa existencia, que de acuerdo a la filosofía del Carpe Diem, hay que asumir en el aquí y el ahora, en la búsqueda de la plenitud personal y la solidaridad en lo social.

De igual forma, el herético Federico Nietzsche, en una de sus incendiarias Intespectivas, nos invitaba a escribir una historia a favor de la vida comprometidos con las circunstancias del tiempo en que nos ha tocado vivir. Por otro lado, es impensable, escribir y vivir la historia sin tener en cuenta la revolución cartesina iniciada en el siglo XVII y profundizada por Carlos Marx, dejando establecido las bondades del pensamiento crítico, el cuál reivindicamos como fundamento de la historiografía moderna, universitaria y profesional.

El legado historiográfico representa un esfuerzo colectivo y mancomunado que nos permite confrontar las más variadas interpretaciones sobre los hechos históricos; no obstante, que éste debate es en esencia subjetivo, parcial, limitado e interesado. En la historia escrita lo que existe son opiniones, unas peores y otras mejores. El pasado termina siendo irrecuperable; nuestra memoria padece del olvido y los recuerdos dependen de quienes recuerdan. La persistencia del mito y la ficción obedecen a ésta dinámica en donde poco importa la verdad de los hechos; cada quién recuerda lo que le conviene recordar. Wiston Churchill escribió unas entretenidas Memorias sobre la II Guerra Mundial (1939-1945), con las que obtuvo el Premio Nóbel de Literatura en el año 1953; dicho testimonio histórico pasa por ser uno de los mas autorizados para entender tan terrible conflicto y todos sabemos que lo que ahí expresa es tan parcial que en un arrebato de sinceridad, el que fuera Primer Ministro de Inglaterra, llegó a decir: El recuerdo de la historia me será favorable, ya que seré yo mismo el que escriba ese recuerdo.

Y luego tenemos la imposición de los recuerdos por parte del Estado y los poderes de turno, quienes sin ningún tipo de escrúpulo manipulan el discurso histórico y lo imponen a la colectividad. El recuerdo de la historia termina siendo propaganda, invenciones, fantasía, mito y leyenda, en el fondo, una gran estafa. Los escépticos de la historia tienen bien fundadas razones para sostener la inutilidad del conocimiento histórico.

No obstante, y a pesar de todo eso, es posible la elaboración de un discurso historiográfico pertinente y convincente; bastaría con reunir a los llamados clásicos y a todos aquellos capaces en desarrollar un pensamiento original y lucido. Cuando estamos ante la obra de Miguel Ángel, Erasmo, Cervantes, Beethoven, Picasso o cualquier otro grande, es absurdo tomar en cuenta, como limitantes para el valor de su obra, consideraciones como la nacionalidad, la posición político/ideológica o la vida privada que tuvieron. Hoy en nuestro medio existe el consenso de que una buena obra de historia debe ser amena, es decir, debe estar bien escrita y su estilo debe lograr ganarse la atención e interés del lector y que sus resultados sean presentados de una forma convincente, es decir, profesional. El llamado “aparato crítico” terminaría por representar el criterio de objetividad formal al cual se aspira y que se complementa con la integridad profesional del historiador, el cual antepone una ética de la verdad partiendo del reconocimiento de la propia subjetividad. Ensanchar el conocimiento apuntando hacia nuevos y amplios horizontes es la meta permanente del historiador.

Ahora bien, quien escribe la historia, es el verdadero protagonista de todo lo que se escribe sobre el pasado. Tengo la convicción que toda obra escrita, sea de la naturaleza que sea, termina siendo autobiográfica. Y que el estudio del pasado solo es posible desde el respeto a la pluralidad y diversidad. El historiador es un intelectual, un humanista, que para poder expresar sus ideas necesita de un ambiente de plena libertad y autonomía. En consecuencia la defensa de los pilares de una democracia moderna es concomitante a su desempeño profesional.

Banderas del Rey viene a representar un “ajuste de cuentas” sobre mis principales preocupaciones en torno a la historia del país, y de manera particular, sobre el tema de la Independencia. Cuando era estudiante me impresionó mucho un pequeño texto del reputado historiador y antropólogo mexicano Miguel León Portilla, titulado: El Reverso de la Conquista. Lo que ahí se presentaba era el testimonio de los pueblos indígenas centroamericanos ante el hecho de la conquista y ante el indisimulado monopolio ejercido por los llamados “Cronistas de Indias”, nos gustó ese acto de justicia en conferirle voz y protagonismo a uno de los tantos y tantos vencidos y derrotados que la historia ha producido y que termina por ignorar. Desde entonces hemos pensado que todo proceso histórico debe darle cabida a las más diversas voces, actores e interpretaciones, sobretodo, aquellas con las que no estamos de acuerdo, exponiéndolas y contrastándolas. De igual forma nos influyó mucho el libro desacralizador y valiente del Dr. Germán Carrera Damas: El Culto a Bolívar (1973), quién se atrevió a denunciar cómo nuestra historia estaba prácticamente secuestrada por el mito de El Libertador. Esto, junto al hecho fortuito de estar estudiando en España y tener acceso a sus magníficos archivos y bibliotecas, me llevó a la tarea de escribir una historia de la Independencia desde la perspectiva de los partidarios de la Monarquía. Procuré en todo momento ser respetuoso de los hechos y personajes; recabé documentación privilegiada en su mayoría inédita y me senté a escribir sobre un proceso que necesitaba ser ampliado. Ilustres predecesores me guiaron como: Carraciolo Parra-Pérez, Rufino Blanco-Bombona, Rafael María Baralt, José Gil Fortoul, Mariano Picón-Salas, Vallenilla Lanz, Mario Briceño-Iragorry, Muñoz Oraá, Germán Carrera Damas e Inés Quintero entre tantos otros.

El lector es en definitiva quién evaluará nuestra propuesta, que hoy, muy generosamente, la Academia de la Historia, permite que pueda ser conocida y difundida más allá de los estrechos linderos de la provincia. Solo quisiera compartir con ustedes algunos aspectos que bien podrían ser muy puntuales y que pudieran suscitar algún interés y que tratamos extensamente en Banderas del Rey.

El paso de colonia a republica (1749-1830) representa el estudio de una transición caracterizada por la violencia y los extremismos; violencia que no nos abandonó y terminó por instalarse por casi ciento cincuenta años luego de 1830. El proyecto modernizador y civilista se debate continuamente en contra de las pervivencias de una pre-modernidad anacrónica que se resiste a morir. En muchos sentidos los grandes ideales de la Independencia siguen pendientes.

La revalorización y la aceptación del legado hispano es fundamental para reconciliar las muchas herencias históricas y culturales que han hecho posible al venezolano. El país no nació de la nada y la amputación del pasado, por consideraciones político-ideológicas, debe cesar.

La guerra de Independencia, nuestra llamada “Edad de Oro”, termina siendo un periodo histórico sobrevalorado y desconocido. El mito y el culto a los héroes se enseñoreó sobre un proceso rico en propuestas interpretativas que hoy día merecen ser revisadas, debatidas y compartidas.
Las consideraciones maniqueas, tan caras a nuestra historia decimonónica, debe reparar en paradojas tan grandes como la de encontrarnos a Boves y Morales acaudillando la sublevación popular del año 1814 que puso en cuestión, tanto los anhelos republicanos, como la estabilidad de los defensores de la sociedad colonial.

Hay provincias, como la del Zulia, cuya capital, Maracaibo, cometió el pecado histórico de mantenerse leal al Rey Fernando VII; en realidad, fue una lealtad acompañada por la defensa y preservación de sus intereses en contra de los tradicionales rivales caraqueños. Hasta el día de hoy el Estado Zulia no tiene estrella en el pabellón nacional.

La Metrópoli española estuvo prácticamente ausente del conflicto emancipador hispanoamericano; seguir repitiendo que fue un conflicto entre españoles y venezolanos creemos que es anti/histórico. La guerra de Independencia tuvo un carácter autárquico y se dirimió fundamentalmente entre el sector blanco.

La idea de la Independencia y el nacimiento de la venezolanidad quedó prácticamente confiscada por el sector militar que desde entonces ha creído gozar de unas prerrogativas especiales en la conducción de los destinos del país.

En el bando realista las disensiones entre el partido civil y militar socavó todas las posibilidades de una resistencia más duradera. El Ejército Expedicionario de la Costa Firme, encabezado por Morillo, estuvo condenado al fracaso ante el abandono de la Metrópoli.

La historiografía española menoscaba el estudio de la coyuntura emancipadora hispanoamericana por coincidir con su propia guerra de Independencia nacional (1808-1814) que le enfrentó a la invasión de los franceses. Recuperar en paralelo la Historia de España junto con la Historia de Venezuela es fundamental para una comprensión más integral y justa de un proceso visto mayoritariamente bajo la lógica nacionalista y patriotera.

Agradezco al Estado venezolano por brindarme las oportunidades de estudio y formación al más alto nivel; a la Universidad venezolana, cuna de valores universales y humanistas, a la Universidad del Zulia y la Universidad Católica Cecilio Acosta, que me han dado el grato trabajo de enseñar, investigar y publicar; a mi familia y amigos cercanos, por acompañarnos en todo momento; a la Academia de la Historia de Venezuela junto a todos sus respetables miembros, y en especial al jurado que me otorga tan significativo reconocimiento. Y a todos ustedes, aquí presentes, muchas gracias.

7 comments:

Buensancho said...

Estimado profesor, me ha impresionado la claridad y calidad del discurso de este caballero y me deja "los colmillos largos" pues sin duda merodearé las librerías hasta encontrar esas "Banderas del Rey".

Estando en España intenté conseguir alguna referencia bibliográfica sobre el proceso independentista venezolano o latinoamericano desde la óptica española pero en todas partes me refirieron a enciclopedias, tanto en librerías como en bibliotecas, (no me dejaron entrar al Archivo de Indias, lo cual para el caso tampoco habría sido de utilidad pues no podría haber consultado nada), en todo el tiempo que pasé por allá no logré dar con ningún trabajo específicamente enfocado en este tema desde la perspectiva de España; por eso le digo que ller esta entrada me dejó con lo colmillos largos y lo voy a buscar.

Saludos.

Anonymous said...

Saludos; te informo: el libro del amigo historiadoor Lombardi Boscán no se consigue en Caracas (si tu caso es que vives en caracas) lamentablemente por ahora, tendrás que pedirlo a Maracaibo. Dejaré una copia en la biblioteca de la UCAB. Por otro lado, puedes conseguir en las librerías de Caracas el libro de Tomás Straka "La voz de los vencidos" que trata sobre el discurso realista.

Desde la perspectiva de España hay varios trabajos y las fuentes primarias son una "delicia"; en este momento leo el "Archivo del General La Torre y Pardo" que se encuentra en la Academia Nacional de la Historia.

Acá puede ver mi reseña del libro "Banderas del REy" y otra cosas sobre el tema:

REciba un saludo, luego me cuenta;

Anonymous said...

Acá miscomentarios que te ibaa recomendar en el anterior comentario:

http://venezuelaysuhistoria.blogspot.com/2007/05/la-ideologa-realista-en-venezuela-algo.html

http://venezuelaysuhistoria.blogspot.com/2007/06/lombardi-boscn-banderas-del-rey.html

http://venezuelaysuhistoria.blogspot.com/2007/06/reaccin-realista-guerra-de-reconquista.html

Des estos ultimos hay varios posts búsquelos.

Buensancho said...

Pues si estoy en Caracas... ya vere como me agencio un ejemplar. Muchas gracias por los enlaces los revisaré con atención y por el dato del libro de Straka, lo voy a buscar.

Saludos.

Anonymous said...

siempre a tu disposición,

un abrazo

Anonymous said...

Hola,

Buscaba informacion sobre el libro de Lombardi (porfa, avisame si lo ves en alguna libreria en Caracas) y me encontre con tu blog.

Queria ofrecer algunas recomendaciones mas a buensancho sobre Espana y la independencia latinoamericana.

Lo mas relevantes:

1) Timothy Anna. España y la independencia de América. México: Fondo de Cultura Económico. 1986.

2) Michael Costeloe. La respuesta a la independencia la España imperial y las revoluciones hispanoamericanas, 1810-1840. México: Fondo de Cultura Económica. 1989.

Una nueva interpretacion de la independencia usando la historia de Anna y Costeloe:

3) Jaime Rodriguez O. La independencia de la América española. Mexico: Fondo de Cultura Económica. 1996.

Nota: Estos titulos se encuentran en ingles y espanol en varias ediciones. Creo que inclusive algunas publicadas en Espana.

Espero que estos titulos sean utiles.

Olga G.

Anonymous said...

Estimada Olga: gracias por tu visita y recoemndaciones. No l ohe visto en ninguna librería pero estoy pendiente (le dije el autor y el me respondió que estaba por mandar varios ejemplares), en todo caso me avisas con tiempo y te llevo el mío.

nos vemos en las jornadas de historia de la UCAB ya te vi entre los ponentes.

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