Resumen semanal de los artículos de prensa de los historiadores venezolanos
El domingo tenemos a cuatro historiadores: Rafael Arráiz Lucca con “Betancourt y la historia” y Simón Alberto Consalvi con “Betancourt, la pipa rota”, ambos en El Nacional. Manuel Caballero con “Afilando los cuchillos largos” en El Universal, y Luis Britto García con “Los matavotos” en Últimas Noticias.
Rafael Arráiz Lucca señala la importancia que le daba Betancourt al conocimiento de la historia en la formación de los líderes políticos; y es desde esta principio que el estadista meditaba sobre “la permanencia de los que hacía”,
Simón Alberto Consalvi nos habla también de Betancourt, y en especial de todos sus logros para Venezuela.
Veinte años después formó parte de la generación que en 1928 irrumpió contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Ese mismo año logró fugarse del asedio policial y se fue al exilio hasta enero de 1936, cuando con los compañeros de su edad echó las bases de los partidos políticos modernos en Venezuela. Para Betancourt los siete años de destierro fueron una odisea entre los azares de aver mantenencia, las batallas políticas contra la dictadura y la sed de saber que dominó su existencia. (…)
El Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, ordenó remover (y no sé si demoler) la escultura de Marisol Escobar que en un muro del Parque del Este mostraba el perfil del ex presidente rodeado del humo de su pipa. Así actúa quien preside los destinos de Venezuela en el centenario de su nacimiento. La historia borrada a bayoneta calada.
Manuel Caballero se refirió al caso Tascón, realizando una analogía con “la noche de los cuchillos largos” cuando Hitler asesinó a sus principales aliados del partido cuando representaron un peligro para su dictadura. Así señala:
Lo más urgente entonces es ponerle una venda a esos ojos cercando, insultando y, llegado el momento, liquidando a Globovisión. El colmo de los colmos lo acaba de alcanzar Izarrita, que acusa a ese canal de insultar a un presidente que ha dicho que el mejor programa de la TV venezolana es La Hojilla, por su carácter "pedagógico"; y que no desdeña ir personalmente a participar en él, y a amenazar a la oposición con jugarle "al rojo" aunque sin precisar en cuál posición.
Lo de la venda y los ojos no es una metáfora. Es curiosa la obsesión que con ellos tiene este Gobierno. La tiene Chávez, para quien, en un discurso que llegó a hacerse famoso, puso por los cielos a Diosdado Cabello no por sus méritos militares o políticos, sino porque tiene los ojos muy "bonitos". La mostró también Isaías Rodríguez, que parado sobre la raya (bordeline) confesó que su testigo estrella en el cangrejo de la muerte de Danilo Anderson lo había engatusado con sólo una tersa mirada. Y le provoca rabietas a un Roy Chaderton que cree merecida la condena de un político mexicano por haberle torcido los ojos.
Hay que andar pues, ojo avisor: los cuchillos largos que está afilando el chavismo son para clavarlos en los ojos de la gente. Porque el socialismo del siglo XXI impone que en Venezuela hasta el más tuerto de los chafarotes pueda mandar en un país de ciegos.
Luis Britto García critica al gobierno señalando como todos sus errores y corruptelas generan abstención en las propias filas del oficialismo. Es algo a tomar en cuenta sabiendo la lealtad de este historiador al chavismo.
Sida de los votos es el inventor de requisitos informatizado, que para cumplir el trámite más nimio fuerza al ciudadano a comprarse computador de última generación e impresora de un millón de colores, para luego obligarlo a levantarse varios meses a las tres de la madrugada a fin de intentar abrir una página web tras un cupo que nunca sale.
Espantavotos de marca mayor es el potentado que a paso de vencedores embolsilla empresas, haciendas, residencias, corporaciones, conglomerados, fábricas sin que se sepa si negocia con la política o politiquea para hacer negocios.
El sábado tenemos a Elías Pino Iturrieta en El Universal con: “Las plantas insolentes", refiriéndose al conflicto judicial entre la Exxon-Mobil y PDVSA, señalando que es ya histórico el disparate de fundamentar los argumentos en un juicio internacional en un antiimperialismo ya rancio y vacío, que es mejor contratar buenos abogados y dejarse de palabras huecas.
Los consejos no obedecen a las ganas que el escribidor tiene de que el zar del petróleo se salga con la suya, sino a las vergüenzas que pasa y al tedio que lo invade cuando ve que al Gobierno, ante un asunto que no es de su única incumbencia sino de interés general, no se le ocurre otra cosa que disfrazarse de Cipriano Castro luchando contra el bloqueo de la república. De nuevo los gritos contra la expoliación, de nuevo el zumbido de la honda de David ante Goliat, otra vez el acuartelamiento contra "la planta insolente del extranjero", como si de algo hubieran servido tales poses en el pasado al cual acude el discurso oficial para procurarse oxigeno. Ya han aparecido en la prensa anuncios que llaman la atención sobre la intromisión foránea en "el suelo sagrado de la patria", exactamente como anunciaba la retórica de El Cabito en 1902, y ha sucedido una manifestación de disparate que en nada se distancia de los mítines que los ciprianistas de ayer protagonizaban frente a las sedes diplomáticas. Los marchistas de principios del siglo XX no tuvieron mejor idea que pedir el auxilio de EEUU contra las potencias europeas, al grito de ¡Viva la Doctrina Monroe!; mientras los chavistas de principios del siglo XXI van a gritar contra el régimen británico y a amenazarlo en la puerta de su embajada con rupturas, porque uno de sus tribunales aceptó las solicitudes de la Exxon. Si a los protestantes contra el bloqueo los caracterizaba la ingenuidad, a los de nuestros días no los distingue el raciocinio. Sólo faltó que pidieran la abdicación de la reina para que el dislate llegara a la perfección pura.
El viernes escribió Agustín Blanco Muñoz en El Universal: “Betancourt, Venecuba, Diosdado y Tascón”, les dejo lo que considero los párrafos más importantes:
Con la exaltación de la "figura o personalidad histórica de Betancourt" los cuartarrepublicanos, que se desviaron a territorios no democráticos, vuelven a las filas del bien y dejan en solitario a la figura histórica del mal que es Fidel Castro. Quieren así resaltar una vez más la obra acometida para implantar lo que se conoce como democracia desde 1958.
Se pretende marcar un contraste entre aquella realidad y la que hoy prevalece en la llamada "revolución bolivariana". Entonces fue la supuesta preponderancia del poder civil sobre el militar, el respeto a la cuestión electoral y a los valores en general de la democracia. Y todo esto se lo debemos, según el discurso de analistas e historiadores del positivismo, al padre y creador que hay en Betancourt. (...)
Y por eso hoy, arrepentidos de haber contribuido de manera directa a la creación del monstruo revolucionario que no pudieron encumbrar en los 60, se pliegan a las lecciones impartidas por el gran padre-demócrata. Es el regreso a Betancourt, a una línea de donde nunca debieron separarse. Y al frente, la otra corriente, la que lidera el GP y que cierra filas con el padre-dictador de Cuba.
Estamos frente a una política que rinde culto permanente al César, a los postulados del positivismo. Una vez fue el espejo cubano de los cien Vietnams y hoy se exalta y exulta al César de la civilidad y el voto. Al lado quedó toda acusación de asesino y violador de los derechos humanos. Todo se exculpa ante la grandeza de su mensaje democrático