Venezuela y la cuarentena por coronavirus
Carlos Balladares Castillo
Publicado en el WSJ Magazine
En nuestro
anterior artículo describimos los temores por el inicio de la cuarentena
(pandemia mundial del Covid-19) en Venezuela. Temores que van más allá de sus
consecuencias naturales y que están fundados en las características nacionales
de las últimas dos décadas: 1) la incapacidad del sistema de salud para atender
la situación, situación que cualquiera puede verificar con las cifras que
ofreció la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en
sus últimos informes tanto de hace un año como en recientes semanas; y 2) al
ser la economía con mayor caída de su PIB desde hace 7 años (70% según la
CEPAL), la paralización de su ya débil
producción y en especial la economía informal, las consecuencias humanitarias
serían terribles. A pesar de ello aplaudimos que la declaración de cuarentena se
hiciera relativamente con tiempo, aprendiendo de los casos que se agravaron por
no actuar de forma rápida (China, Irán, Italia, España, etc. ¡y hace pocas
semanas en Estados Unidos!), e incluso llegamos a pensar que podría servir de
un cambio en la percepción que se tiene del gobierno. A continuación
comentaremos cómo se ha vivido este mes en Venezuela, con los pocos datos que
nos ofrecen la opacidad y censura del régimen chavista y desde mi perspectiva
caraqueña.
1. No
sabemos las cifras reales de contagio y muertes. No confiamos en las oficiales
porque la lógica de toda dictadura - el mejor ejemplo en esta pandemia fue
China y su ocultamiento inicial del problema – es no decir la verdad porque la
verdad siempre es la primera víctima de todo autoritarismo. Rogamos a Dios que
las mismas se acerquen a las que ellos señalen (256 confirmadas y 9 muertos
para el domingo 19 de abril) pero lo dudamos, no solo por lo ya advertido sino
muy especialmente por las contradicciones entre las declaraciones de las mismas
autoridades del oficialismo y la forma en que se lleva la cuarentena. Y no se
puede llevar de otra forma ante el abandono del sistema de salud que tiene más
de diez años en Venezuela. Las imágenes que se logran obtener de los hospitales
y algunos testimonios de médicos y periodistas muestran las grandes
dificultades en mantener las medidas que se exigen internacionalmente, por no
hablar del gran irrespeto del distanciamiento social por la población en
general (revisar en internet: mercados de Catia o Petare o los similares en el
resto de importantes ciudades y las colas para abastecerse de gasolina). Porque
ya lo dijimos en nuestra anterior entrega: la cuarentena representa el hambre
para la inmensa mayoría de los venezolanos, debido a la destrucción de nuestro
sistema económico por la aplicación del proyecto socialista-chavista la cual ha
llevado al dominio de la economía informal (del “resuelve” diario).
2. Poco a
poco se va percibiendo cómo esta situación está siendo usada por el régimen
para ocultar la grave crisis en la que nos ha metido a los venezolanos y para
seguir “ganando tiempo”. La cuarentena es un “pretexto” para tratar de “llevar”
la escasez de gasolina que ahora se padece a nivel nacional al incorporar a la
capital, y hablamos de “llevar” al referirnos a que las autoridades advierten
que la prioridad al abastecerse combustible son los que se dedican a los
servicios esenciales. Es extremadamente preocupante que esto afecte a la
distribución de alimentos entre otros servicios. No me imagino, y que me
disculpen los conciudadanos del interior del país que tienen meses haciendo
largas colas que pueden durar hasta más de 24 horas para llenar el tanque de
sus vehículos, una vuelta a la cotidianidad con este gravísimo problema. Al
final no sabemos si la prolongación de la misma se hace por salud y/o porque la
sociedad sería incapaz de funcionar así. Nos referimos especialmente al hecho
que ya decidieron no volver a clases hasta septiembre y Nicolás Maduro dice
cosas como: “no estoy dispuesto a realizar elecciones de ningún tipo este año,
sería una irresponsabilidad” (sábado 18 de abril), decisión que no le compete a
él sino al organismo electoral con lo que demuestra una vez más la ausencia de
autonomía de los poderes. Ellos saben que ya “llegamos al llegadero” y por ello
hay que “estirar la arruga”.
3. La
hiperinflación y la devaluación de la moneda se han incrementado (el dólar
subió en más de un 70%). Con horror percibo cómo algunos alimentos (por solo
dar un ejemplo: los huevos) han subido de precio en un 100 por ciento como
mínimo en tan solo un mes, y no ha habido ningún aumento de salario, ni bono
especial alguno, y muchos de los que reciben la bolsa de comida conocida como
CLAP se quejan que la misma no está llegando. ¡¿Qué están comiendo los
venezolanos si la inmensa mayoría medio come con el “resuelve”, con las
pequeñas ventas y trabajos que realizan en la calle (que ya no tienen por la
cuarentena) día a día?! Y si a ello sumamos que el porcentaje que vive de las
remesas podría tenerla ya en peligro debido a la recesión mundial, recesión que
tiende siempre a golpear a los más vulnerables que entre ellos están los
inmigrantes. La caída de los precios del petróleo (14 dólares aproximadamente
el barril) para una economía que depende en un 96% de la misma nos asusta mucho.
Y los que tienen el poder, ni con este panorama toman decisiones que permitan
la recuperación de la economía.
4. El mundo
democrático se ha visto preocupado ante la reaparición de acciones
autoritarias, apoyadas por las mayorías o por lo menos aceptadas en silencio,
como mecanismo para combatir la pandemia. Se ha tendido a privilegiar el
control estatal represivo y no la responsabilidad libre de las personas. En el
caso venezolano ha sido el pretexto perfecto para seguir con la política de
creciente represión. De esa forma el régimen se ha dedicado a seguir
encarcelando a los políticos de oposición (23 más en este mes según la ONG:
Foro Penal) pero también a médicos y periodistas (más de 11 según el Colegio
Nacional de Periodistas) que denuncien las carencias en general y las políticas
oficiales ante la cuarentena. Además de realizar “cuarentenas forzosas” y castigos
al estilo de recluta militar a los que violen las restricciones de circulación;
y poner el manejo de la pandemia en manos de militares más que en el personal
competente que es el de salud. No se olvide que una detención por razones
políticas en Venezuela tiende a caracterizarse no solo por la violencia de la
misma sino por un secuestro con desaparición por un tiempo, más el robo de
bienes (computadoras, etc.) en las viviendas de las víctimas, y el inicio de un
juicio…
Todo este
panorama es de gran preocupación. Si en relación a la economía mundial algunos expertos
hablan de una fuerte recesión ¡¿qué se puede esperar en un país que tiene 7
años en recesión y que posee una fuerte dependencia del petróleo?! Una vez más
hacemos el llamado a la solidaridad y a la sensatez. Solidaridad por parte de
los países con mejores condiciones y de las personas que tienen capacidad para
ayudar a los más pobres; y sensatez por parte de los que mandan (el chavismo) para
que cambien su actitud y asuman las reformas (económicas y democráticas) que
tanto se necesita y a las cuales se resisten de manera suicida.
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