Muy probablemente me equivoque, pero esta película me ha parecido filosófica en la mejor tradición de la “Ciencia Ficción dura”, y es por ello que cumple con lo que Truffaut consideraba una buena película: aquella que trasmite una cosmovisión y una perspectiva del cine. Los diálogos son fascinantes al centrarse en la definición de lo humano en una sociedad donde cada día son más numerosas las personas con implantes artificiales, hasta llegar al punto que representa la protagonista (Motoko Kusanagi) la cual solo le queda su cerebro y médula en un cuerpo artificial y con las posibilidades de conectarse a la gran red cibernética del mundo y poseer capacidad sobrehumanas (como en Matrix claramente influenciada por esta película). Todo ello genera la discusión de un gran tema: ¿cuál es el siguiente paso de la evolución humana? ¿qué viene después del ser humano actual? La respuesta está en aceptar la diversidad, en la fusión entre un ser de inteligencia artificial y el alma (“ghost”). Sin duda Mamuro Oshii es un genio.
Las influencias de “Blade runner” (Ridley Scott, 1982) son evidentes, pero también me hizo pensar en Robocop (Paul Verhoeven, 1987) y “Matrix” (Hermanos (eran hermanos ese año) Wachowsky, 1999).
Mi puntuación: 8/10.
Clasificación: género: animación, ciencia ficción, cyberpunk. Distopía, cyborg, redes informática, condición humana, posthumanidad.
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