Advertencia: si no ha visto la última película de La guerra de las galaxias y no quiere
que le cuenten nada no lea esta crítica.
Hace pocos días vi la séptima entrega de
Star wars. Me dijeron que pasé las dos horas totalmente
ensimismado, y no es para menos, La
guerra de las galaxias fue una de las películas que más me emocionó cuando era niño. Nunca
olvidaré ese día que asistí al teatro Altamira con
mis hermanos, solo tenía 6 años. Cada momento y cada personaje
se me grabaron con “fuerza” en mi memoria, y desde ese entonces esperé con gran expectativa
cada estreno. La segunda trilogía fue una total decepción, salvo la terceraentrega, por lo que tenía ciertas esperanzas con esta séptima película. En un
primer balance puedo decir que ciertamente hay un despertar de la fuerza,
aunque como todo despertar la vista todavía está algo nublada y se dan
ciertos tropiezos.
Nadie niega que existe un “universo Star wars” y es por
ello que muchas elementos de la trama tienden a repetirse, pero no por ello
debían caer de nuevo en la idea original de la primera película: Una nueva esperanza, por solo citar una
de las tantas coincidencias. Es decir, aquella que empieza con un robot que
guarda planos vitales para la victoria de los buenos y es perseguido por los
malos, luego este robot se encuentra con el joven puro - en ese momento es un
don nadie - que poco a poco descubre su areté
(es un jedi, pues) la cual le viene por su ignorado origen familiar. Este
encuentro le permite al joven desarrollar su viaje al bien (convertirse en
héroe) y actualizar su potencial fuerza, para ello es ayudado por algún maestro
(esto es escasamente desarrollado) y otros pares, lo cual termina por su
enfrentamiento a un malvado enmascarado (pichón de Darth Vader) que al final
resulta ser familia también. Todo termina en la destrucción de un arma letal
(porque tiene capacidad de eliminar varios planetas a la vez), gracias al papel
fundamental de los protagonistas que penetran la seguridad de miles de soldados
y que facilitan la llegada de las naves de los buenos. Y claro, tiene que morir
algún héroe asesinado por el malo, como Obi Wan Kenobi por Darth Vader ¡¿Por
qué te negaste a una mayor originalidad querido Jotajota?!
Es comprensible que debían recordarnos varios aspectos
que amamos de esta historia. Era un justo homenaje a nosotros los viejos
cuarentones que seguimos siendo fieles, pero ¡caramba! ¡¿por qué volver con la
condenada “Estrella de la muerte” siendo destruida en el último segundo antes
que dispare contra la base rebelde?! Otro aspecto que me cansó fue el exceso de
acción con el arreglo orquestal a todo volumen, casi nunca hay instantes para
un largo diálogo que permita un mayor conocimiento de personajes y la historia.
Dejemos por ahora las críticas y señalemos lo que nos gustó. Lo fundamental es
que supera el carácter infantil de la trilogía anterior (I, II y III) la cual
creó una serie de situaciones y personajes que buscaban atrapar a niños menores
de 8 años (e incluso diría de menor edad). Ahora se atiende a los jóvenes y a
la vieja fanaticada aunque en exceso (en este momento entre los 30 y los 50
años de edad). Me encanta que los nuevos protagonistas sean una mujer, un
africano y un piloto de X-wing; y entre los malos un parricida (obviamente del
lado oscuro) y un general con claros tintes fascistoides (no me pregunten por
el máximo líder oscuro porque no me ha gustado). En general todos tienen
grandes posibilidades para desarrollar en las dos películas siguientes siempre y
cuando el guionista y/o director no caigan en los mismos errores que ya hemos
advertido.
¿Qué nos gustaría ver en adelante? Sería genial
desarrollar la relación maestro Jedi-joven Padawan con nuevos aspectos de ese
proceso de aprendizaje (es lo que al parecer prometen con el final); la
camaradería Finn-Poe en todo el ámbito de lo militar, en especial me pareció
sumamente atractivo que se dieron mayores detalles de la “pelea de perros”
(combate aéreo cercano) entre el Halcón Milenario o X-wing y los caza TIE. Un
aspecto fascinante es que entre los malos se muestra una rivalidad interna, que
ya se había expresado desde Una nueva
esperanza como el conflicto entre los poderes religioso y secular. La
diferencia es que ahora parecen relativamente equilibrados, porque antes “la
iglesia” se imponía (todos temían y obedecían a Darth Vader) ahora el jefe
laico (general Hux) no le teme al “místico” Kylo Ren. E incluso el general Hux
se lanza un discurso de tendencia fascista (ver el video seguidamente), con una puesta en escena que
claramente hace referencia a las celebraciones totalitarias. Este último
aspecto tiene un gran potencial que siempre ha estado presente en la saga
(conflicto república-imperio), pero que no pasa de algunas pocas palabras en el
guión. Sería hermoso que los personajes desarrollaran ampliamente la valoración
de todo lo que implica vivir en una república, y qué debemos hacer para
protegerla más allá de destruir a los ejércitos enemigos.
Antes de comenzar la película una persona querida me
dijo, al ver tantos jóvenes disfrutando de la pasión por Star wars: “ellos se merecen vivir estas cosas sencillas sin la
angustia de perder sus vidas por la inseguridad, o no poder sacar todo el
provecho a sus estudios y trabajos porque somos gobernados por unos malandros”.
Sin duda La guerra de las galaxias puede ofrecer a los jóvenes unas referencias
sencillas de las bondades de la democracia y advertirles frente al
autoritarismo. De esa manera una vez más los mitos nos ayudarían
a fortalecer la sociedad que queremos. “Que la República los acompañe”.
Profeballa
Imagen de Star wars. The force awakens en homenaje a Apocalypse Now.
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