Autor: Carlos Balladares Castillo
Publicado en El Nacional y Noticiero Digital
El más avaro de los venezolanos
En la Caracas de los
tiempos de la guerra de Independencia un hombre envuelto en una capa recorre la
noche. Arriesga su vida llevando todo tipo de ayuda a los rebeldes que se
mantienen en la clandestinidad. Cual superhéroe de los “comics” de Marvel su
capa es reversible, de modo que puede confundir a sus perseguidores y escapar
en medio de “veinte balas que pasan silbando sobre su cabeza” (p. 60). Su
seudónimo es “Conciencia”, y dedica toda su riqueza a los pobres, pero siempre
se oculta tras una personalidad totalmente diferente: todos creen que es el ser
más avaro sobre la tierra.
La novela desarrolla
el argumento central de nuestro romanticismo literario e historiográfico: el
conflicto entre el héroe y el antihéroe. Pero, lo fascinante es que el héroe
acá no es un militar o guerrero – siguiendo la tradición de Juan Vicente
González y del que en pocos años escribirá “Venezuela heróica”: Eduardo Blanco
- sino un civil anónimo. Un santo que no quiere fama ni gloria, y así lo da a
entender el propio autor al referir que sus acciones son inspiradas por la
caridad cristiana. El otro aspecto novedoso es resaltar el contexto histórico
venezolano y hacerlo parte del drama donde no pueden faltar los amores
contrariados (donde la mujer por cierto nunca puede vivir el amor verdadero y
termina en un matrimonio pactado por sus padres). Así como la avaricia del oligarca
Solano Rosa impide en dos ocasiones la expresión del amor auténtico; en nuestro
siglo XIX esta misma avaricia genera la tragedia nacional de una guerra entre “los
logreros” (conservadores) y los herederos de los próceres y Bolívar: los
liberales, de los cuales formó parte el mismo autor.
No me atrevo a
afirmar que “Los dos avaros” es un panfleto a favor de los liberales. Pero, es
más que evidente el querer mostrar que los abusos del antihéroe en contra las
parejas que se aman solo fueron posibles porque era godo. Los godos cultivaron en
el país “la envidia y el odio” (p. 84), y crearon “leyes inicuas” las cuales
llevaban a “contratos leoninos que serían las ruinas de las familias” (pp. 135
y 116). La referencia a la Ley de Libertad de Contratos de 1834 (por nombrar la
principal ley de este tipo) como causa fundamental de las injusticias
nacionales es clara. Incluso en la historia se incorpora una especie de “Mister
Danger” (Blucher) que viene a robar las riquezas del avaro, y probablemente:
¿no será una forma de decirnos que no es parte de nuestra cultura el ser
avaros?
El héroe de la novela
(Mayora) me hace pensar en Ebenezer Scrooge por su (supuesta) avaricia; pero,
sin duda es un Jean Valjean por su bondad y la donación de su vida. José María
Manrique exalta la caridad cristiana en su obra, y pareciera decirnos que esta
es la verdadera alma (conciencia) de Venezuela que finalmente terminará
triunfando y siendo reconocida por todos.
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