Autor: Carlos Balladares Castillo
Pensando la democracia en la Venezuela actual
La democracia es una forma de vida y un sistema de gobierno, en el primer aspecto resalta la valoración de la dignidad de cada persona y por tanto: el respeto de sus opiniones; en el segundo establece un conjunto de reglas e instituciones donde la selección de los gobernantes debe realizarse por consulta popular pero con ciertas condiciones mínimas: voto universal, secreto, libre, competitivo, equitativo, y trasparente. Dicha selección jamás debe violar los derechos humanos, es decir: se elige a un gobernante nunca se vota por la vigencia o no de los principios de legalidad, derechos humanos, libertades, y equilibrio entre los poderes. Los que no logran la mayoría son parte importante del pueblo y deben ser consultados en las decisiones que afectan a todos, de lo contrario no se llamaría democracia. El consenso entre mayoría y minoría, gobierno y oposición es principio fundamental. Una dictadura de la mayoría no es un régimen o forma de vida democrático.
¿Puede alguna elección legitimar la violación de la Constitución que se ha venido realizando sistemáticamente desde que Chávez llegó al poder? Jamás. ¿Dicha violación puede distorsionar las elecciones? Claro que si. No sabemos cuántas personas votaron por el temor de perder los beneficios que hoy obtienen, o temerosos por las amenazas que recibieron; pero estamos seguros – por el lenguaje del régimen y los testimonios – que fueron muchos. ¿Cuál habría sido el resultado si se cumplieran las condiciones de toda democracia, tal como describimos anteriormente? Creemos que no sería el mismo. Es por ello, que el mérito de la campaña de la Mesa de la Unidad Democrática y su líder: Henrique Capriles, es inmenso. Y la valentía de 6,5 millones de venezolanos, son motivos para no perder las esperanzas las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre.
Al final, como tantas veces ocurre: los poderosos y el despotismo se vuelven a imponer (“el vil egoísmo que otra vez triunfó”). No es fácil soportar tantas derrotas, pero no podemos desanimarnos. Vivamos el luto, pero aprovechemos ese tiempo para analizar las razones sin caer en los radicalismos o simples generalizaciones. Acá les dejamos algunas causas de la derrota: grosero y abusivo ventajismo que ya describimos anteriormente; temor al cambio por parte de muchos; no saber combinar en el mensaje de la oposición: la propuesta de un cambio con el reconocimiento de las escasas virtudes de estos 14 años; creer que la Unidad solo se reducía a las primarias, el programa y la asistencia a las concentraciones, cuando debió ser en toda la campaña; la existencia de una forma de vida chavista (identidad) así como existió algo similar en tiempo de los adecos; no lograr identificar la forma de llegarle a los más pobres los cuales siguen votando mayoritariamente por Chávez.
Lo logrado es mucho: comparen con los tiempos de Rosales hace 6 años: el crecimiento de Chávez y de nosotros los demócratas, nosotros duplicamos las fuerzas en cambio él solo subió un pequeño porcentaje. Poco a poco nuestro mensaje va llegando. Por otro lado, debemos conservar por todos los medios la UNIDAD lograda en torno a nuestros líderes, en especial junto a Henrique Capriles, quien nos ha dado esperanzas y es un político como los que siempre habíamos soñado. Se viene un mayor tiempo de apostolado y una campaña que ya la tenemos encima. En diciembre y en abril debemos ganar el mayor número de gobernaciones y alcaldías.
Chávez habla de reconciliación, pero debe probarlo con iniciativas que le tocan a él por ser el Presidente: amnistía general para los presos políticos y llamar a la MUD a Miraflores a conversar para reconocerla como oposición y no como enemiga, abandonando todo lenguaje ofensivo. Existen dos Venezuelas incluso siguiendo los resultados electorales. Lamentablemente, 14 años de chavismo nos hacen ser pesimistas. Se votó por la continuidad de lo que hemos padecido, es por ello que nos tocará resistir pacíficamente a los demócratas, siguiendo las enseñanzas de Gandhi, Mandela y tantos otros; en medio de una economía y sociedad que se desmorona (inflación, deuda, déficit fiscal, improductividad, exacerbado rentismo petrolero, polarización, resentimiento e inseguridad).
¿Qué hacer? Ya lo hemos dicho: analizar la derrota, valorar los aciertos, no rendirnos jamás. Mejorar la UNIDAD, no caer en los radicalismos y caminos ya transitados (abstencionismo, etc.), seguir el rescate de los partidos políticos y no caer en el antipartidismo (algo que nuestro líder Capriles no abandonó totalmente en la campaña), construir la maquinaria para movilizar nuestros votos (es intolerable que se abstengan los demócratas), seguir desarrollando el “relato democrático” y la identidad de los que creemos en las libertades (la historia de Venezuela es rica en ejemplos), ganarnos a los pobres y excluidos (Capriles les llegó a muchos pero no fue suficiente), desmontar los mitos políticos, jamás pensar en que faltan seis años sino en las luchas de todos los días. Todo esto requiere de un trabajo y una prédica constante. Estamos convencidos de que la democracia es el mejor camino, y más temprano que tarde la reconstruiremos en Venezuela.
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