Me siento impactado, la muerte nos acecha en este país donde el Estado no tiene como meta el más importante derecho: la vida. Sólo por esto deberían renunciar, y las mayorías deberían “castigarlos políticamente” al dejarlos de respaldar con el voto en las próximas elecciones de septiembre.
Una joven de 20 años arrollada después de robarle el blackberry a las tres de la tarde en una urbanización. No les bastó con robarla y golpearla, deben atropellarla. ¿Qué nos ha pasado que nos hemos hecho tan violentos? ¿Por qué ha despertado en nosotros todo lo malo que habíamos logrado superar en el siglo XX? ¿Por qué este horror?. Y lo peor es que pareciera que nos hemos acostumbrado. No protestamos, sólo una temporal indignación que pasa al rato o días.
¡¿Cuándo entenderemos que esto es intolerable y debemos actuar en consecuencia para que no ocurra más nunca, o para que se reduzca al mínimo?!.
Todo esto pasa simultáneamente a la ratificación en tiempo record de la sentencia a los comisarios Simonovis, Forero, y Vivas. La justicia hoy sólo es eficiente para reprimir la oposición política, para cuidar a la población el retardo es eterno. ¿Qué siento? Una gran tristeza, una gran impotencia.
Mi esperanza: sustentada en mi fe, en el conocimiento de la existencia de mujeres y hombres venezolanos que repudian todo esto, del aprendizaje político de los demócratas, y de los miles de ejemplos que demuestran que acá se pueden hacer las cosas bien.
Las palabras de ayer del escritor Juan Carlos Méndez Guédez en El Nacional (que el historiador Consalvi puso en twitter), expresión de una literatura que se niega a aceptar estos tiempos oscuros, lo expresan y explican todo.
(…) La oscuridad de las almas que se van degradando y envileciendo frente a un poder absoluto. Las autocracias no sólo roban, saquean, matan, torturan cierran medios; también se meten en el alma de las personas y las devoran. Un país puede ser una enfermedad crónica, una herida, una fractura. Venezuela lo es.
(…) El país cambió porque sus grandes enfermedades y miserias regresaron: el militarismo, la intolerancia y la mediocridad absoluta.
3 comments:
Que triste. El tiempo pasa pero nada se ha superado, en tus textos tenemos evidencia.
Me gustó mucho el blog.
Te dejo invitado al mío.
Saludos !
Mil gracias! Ya te visité poeta!
Horrible, el barrio desatado, la pardocracia violenta, tan temida por el Libertador que fue (el mismo, como pardo disimulado) quien no duda en ordenar el asesinato de los presos españoles en La Guaira. El conocía bien, desde lo profundo de su ser, estos instintos violentos y contradicciones.
He aquí la opinión a respecto de un historiador godo, colombiano, el cual, aunque muy prejuiciado contra todo el que no sea blanco, no carece de sustento
http://ulpianoellapidario.blogspot.com/2010/07/simon-bolivar.html
María Eugenia Sáez
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