
Para
conocer la historia del cine (IV)
Carlos
Balladares Castillo
Publicado en El Nacional
La serie documental: La historia del cine: una odisea (Mark
Cousins, 2011), arriba a las décadas que conocimos el cine: los setenta y
ochenta. En sus capítulos que van del 10
al 12 se dedican a los directores que en los setenta mostraron la identidad de
sus países y fueron críticos con Hollywood, y cómo un nuevo cine de diversión nace
en Asia, y el uso de computadoras - junto a nuevas ideas para hacer los frutos
de la imaginación lo más realistas posible - permiten que las películas
estadounidenses logren romper los records de taquillas; para finalizar
mostrando los directores que protestarían con sus films en los ochenta.
El capítulo 10 va de 1969 a
1979 y lo titula: “los directores radicales”, los cuales son en Alemania:
Rainer Werner Fassbinder, Wim Wenders, Margarethe von Trotta y Werner Herzog.
Representan un cine de gran crudeza que no escatima en mostrar la realidad sin
ninguna censura; y la diversidad geográfica, étnica, sexual y espiritual. Busca
la identidad alemana en relación a los Estados Unidos, y tratando de superar
los complejos y el dolor de la posguerra. Los italianos Pier Paolo Pasolini y
Bernardo Bertolucci, representan dos formas distintas: el primero hará énfasis
en su crítica al consumismo y el segundo abandona toda preocupación social y se
centra en el arte. Ofrece otros ejemplos de Australia: Peter Weir, Japón:
Noriaki
Tsuchimoto, etc. En el llamado Tercer Mundo fue el tiempo del dominio del
marxismo que criticaba el cine artístico y el comercial, porque estaban
convencidos que todo arte debería ser de denuncia y protesta contra el
capitalismo.

Pero los verdaderos taquillazos se darán con
tres películas estadounidenses: “El exorcista” (William Friedkin, 1973),
“Tiburón” (Steven Spielberg, 1975) y “La guerra de las galaxias” (George Lucas,
1977). La idea que desarrollaron los productores y directores, fue el llevar a
la pantalla de la forma más realista posible lo que la gente imaginaba y
anhelaba vivir-ver. Con el crecimiento de la demanda nacerán los multicines, y
el cine romántico que es la esencia de Hollywood vuelve con gran fuerza. Nos
referimos al héroe que confía en sus sentimientos más que en la razón, el mito
y las sagas, el mesías que salva al mundo.
En el capítulo
12 relata cómo muchos directores protestaron contra los autoritarismos
comunistas o las consecuencias de la exaltación del mercado con su “falsa
visión del amor y la vida”, en palabras de Cousins. En China explica que la Revolución
cultural había estancado su cine y que para los ochenta comenzó a renacer con
directores como Zhang Yimou y Chen Kaige, los cuales se
alejaban del cine patriótico de héroes comunistas con mucha acción y grandes planos,
para hablar de las personas con sus problemas personales en medio de los cambios
históricos. Al hablar del cine ruso se refiere a “Ven y mira” (1985) de Elem Klimov y se pasea por el
africano de Gaston Kaboré que muestra la influencia del realismo
mágico.

Nueva
nota de preocupación: la semana pasada, además del susto que
vivimos con el fuerte temblor (¡Dios mío que finalice la prueba!), pudimos
observar cómo el país se paralizó ante las medidas económicas llevadas a cabo
por el chavismo-madurismo. Es lógico pensar que la combinación de dos grandes
records: la más fuerte devaluación de nuestra historia junto el mayor aumento
del sueldo mínimo, combinado con un agresivo control de precios (encarcelando a
gerentes de tiendas, etc.), llevará inevitablemente al cierre de nuevas
empresas que se sumarán al criminal cementerio que ya va por más del 60% de
nuestra industria y comercio (este humilde profesor tiene un
microemprendimiento tortero y no consigue harina y azúcar). La destrucción en
el sentido material y humano de estos 20 años de proyecto político socialista
ha sido de magnitudes que jamás habríamos imaginados salvo por una guerra. Muchas
veces escuché a los extranjeros decirnos que el venezolano necesitaba una
fuerte crisis para superar su mentalidad rentista. Es evidente que la estamos
padeciendo con gran dolor, ruego a Dios entonces que hayamos aprendido la
lección, y nos libere de esta oligarquía perversa; para poder sellar en nuestra
memoria colectiva tal como enseñan el pueblo judío al recordar el Holocausto:
“¡Nunca más! ¡nunca más!”
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