miércoles, agosto 29, 2018

Breve entrevista al joven historiador venezolano (23): Javier Blanco (y tercera parte)

La imagen puede contener: 4 personas, incluido Javier Blanco, personas sonriendo, personas de pie y traje
11. ¿Cómo sobrevive (en lo económico, en lo profesional y en lo espiritual) siendo historiador? ¿Se puede ser historiador en Venezuela?

En términos generales, no es posible sobrevivir en Venezuela ejerciendo ningún oficio –al menos, ninguno honesto. Ahora, hay que reconocer que es difícil sobrevivir en el continente americano (con excepción de Chile, Canadá, Estados Unidos y México) como profesor universitario. El profesor es para el Estado meramente un docente que recibe una miseria por horas de clase impartidas –como si no fuese necesario un trabajo previo para impartir una clase. La investigación, aunque ciertamente existen muchos organismos estatales que intentan promocionarla, se produce más por vocación y esfuerzo propio que por la existencia de adecuados estímulos institucionales y profesionales. No es un tema que afecte al historiador exclusivamente. Con respecto a la última pregunta, la verdadera interrogante es ¿se puede ser en Venezuela?

12. ¿Para qué sirve la historia? ¿Tiene futuro el estudio de la historia en general y en Venezuela?

La historia, como otras ciencias sociales, no se puede considerar desde un punto de vista utilitario. No cabe decir si sirve de algo, si es útil o no. Como studia humanitati la historia forma parte de la formación del hombre culto y debe formar parte de la formación de todo aquel que pretenda llamarse ciudadano. Allí donde exista sed de conocimiento allí estarán las ciencias (y entre ellas la historia) para saciarla. El conocimiento no tiene por qué ser útil para llenar el alma, para cultivar las ideas y para hacernos ver y comprender el mundo con otros ojos. Y dondequiera que haya historiadores, habrán historias que contar; y dondequiera que haya quien quiera leerles o escucharles, se cultivará lo que se llama la “conciencia histórica”. Y siempre que queramos comprender el por qué de las cosas, presentes y pasadas, tendrán futuro las ciencias históricas.

13. Si cree que existe la venezolanidad o la identidad venezolana ¿cómo la definiría? ¿La historia de Venezuela ha sido un fracaso? ¿Qué piensa de nuestro presente?

Los nacionalismos, como nos enseña Hobsbawn, son construcciones políticas en las cuales los historiadores han jugado un rol protagónico –aunque existe un texto de E. Palti que cuestiona esta interpretación historiográfica. La creación de archivos nacionales, Academias de la Historia, Cátedras de Historia en la Universidades y la difusión de la educación pública, han sido condición de la posibilidad de la creación de las historias patrias.

La venezolanidad, como toda identidad, es lo que ella misma diga de sí, es lo que se haga de ella, la forma en que se construya. Como hemos visto hoy día, poco importa la veracidad histórica, la historia misma se puede moldear en función de las necesidades políticas. La identidad nacional es un recurso político de movilización y legitimización (esto no quiere decir que la identidad como tal no exista, pues los nacionalismos abrevan de genuinos sentimientos identitarios); su historia es la historia de tantos proyectos políticos que se han impuesto en el país.

La historia de Venezuela es lo que ha sido, no puede juzgarse en términos de éxito o fracaso. Lo que puede juzgarse bajo esa perspectiva son los proyectos que se han emprendido y es difícil valorarlos sin entrar en una diatriba política.

Nuestro presente se tiñe de colores oscuros, porque presenciamos la consolidación de una forma de dominación totalitaria. Dondequiera que estos regímenes han aparecido han dejado una profunda y traumática huella en la memoria de los pueblos. En todo caso, seguir hablando sobre este tema me haría extenderme en demasía.

14. Recomiéndeme más de 2 historiadores noveles y/o jóvenes que deberíamos entrevistar (no olvide darme sus emails, estos no se harán públicos)

Joanna Vergara 
Luis Perrone 
David Petit 

 15. Ahora invente una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.

¿Cuál cree usted que es el lugar de la historia en las ciencias sociales?

La historia se ha caracterizado por una peculiar lucha por su identidad y cientificidad en el campo de las ciencias humanas, y es que a diferencia de otras ciencias no ha resultado fácil determinar su objeto. La pregunta por lo que constituye propiamente lo histórico ha tenido las más variadas respuestas y en la medida en que se considere que esta pregunta no tiene un respuesta clara, tanto más se pone en duda el estatus científico de la historia. Aunque hoy en día el problema de la cientificidad no haga perder el sueño a muchos, pues al contrario ven la cercanía de la historia con la literatura como una fuente de riqueza y, en fin, como una ventaja más que un hándicap, este problema sigue estando presente siempre que se formula la pregunta sobre si determinado texto pertenece al género histórico o no. Puede que después de todo, al final del día toda esta diatriba con sus prolongados antecedentes se deba a una errada concepción de las ciencias –he allí la importancia del conocimiento epistemológico para el historiador. Y es que la división de las ciencias responde a un lenguaje científico ontológico, el cual presupone que cada ciencia debe tener un objeto y que habrá tantas ciencias como objetos de conocimiento. Pero si dejamos de pensar en términos ontológicos (es decir, dando a entender que existen cosas que poseen una esencia que las hace únicas y discernibles de todo lo demás y que esa esencia es aprehensible a través de intelecto) y pensamos más bien que una ciencia se caracteriza por el desarrollo de determinado punto de vista (una distinción directriz) sobre una misma masa de observables, a saber, la sociedad, el problema desaparecería. La historia no tendría que tener un objeto como una parcela de la realidad. La historia se distinguiría de otras ciencias por comprender la sociedad y los asuntos humanos desde una perspectiva temporal. Pero esta visión de las cosas también haría absurda la pretensión de demarcar territorios y de parcelar el conocimiento en compartimientos estancos como las disciplinas, pues acentúa el aspecto colaborativo e interdisciplinar que ha de tenerse en cuenta cuando se quiere comprender la realidad social. Así pues, la formación histórica debe estar presente en los currículos de todas las carreras, mientras que del mismo modo el estudio de la historia exige un conocimiento enorme. Nadie podría llamarse sencillamente “historiador”, sino “historiador de”. En este orden de ideas coincido con Koselleck en que la historia como unidad, la historia total, la historia como singular colectivo, sólo pueden lograrse a costa de ficciones ideológicas que muchas veces terminan sirviendo a siniestros objetivos políticos. ¿Esto significa que ha de renunciarse a una visión de conjunto de los problemas históricos de la sociedad?  No. Pero esta reconstrucción ha de ser necesariamente plural, interdisciplinaria y fragmentaria. En resumidas cuentas, el científico social de hoy en día ha de tener una formación integral.  

16. Puede hacerle una pregunta al entrevistador si lo desea.

Pues nada, te agradezco mucho la oportunidad y me parece excelente esta iniciativa que tienes. Es importantísimo que la comunidad de historiadores nos conozcamos más y sepamos qué hacemos y en qué estamos…y que nos leamos. Esto último lo estimo fundamental y hago también un mea culpa: debemos leernos más entre nosotros; el académico escribe para el académico fundamentalmente, de modo que si entre nosotros no nos leemos la gran perjudicada es la academia venezolana. 

Profeballa finaliza: Te agradezco mucho por tu tiempo y amistad. 

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