Entrevista a Gianni
Mastrangioli
Historiador
- UCV
1. Foto.
1. Foto.
2. Breve resumen de su vida.
Nací de manera accidentada el 03 de diciembre de 1991, a
los ocho meses del periodo de gestación. Por falta de líquido amniótico, la cesárea
no se ejecutó en la fecha prevista. Soy caraqueño, aunque mirandino de crianza.
Curse mis estudios de primaria y bachillerato en un pequeño liceo de Guatire. A
los dieciséis anos, obtuve un cupo para cursar la licenciatura en Historia en
la Universidad Central de Venezuela (UCV), graduándome en la promoción de mayo
del 2015. Hasta ese momento, ejercí la docencia en varias instituciones de la educación
media y diversificada; en esta ultima, destaco a la propia UCV y a la
Universidad Experimental de las Artes (UNEARTE). A la par de mi labor docente,
trabajé como investigador para la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas
(FUNVISIS), sitio donde me especialicé en el área de sismicidad histórica; es
decir, en el estudio sociohistórico de los sismos registrados en los anales
venezolanos. Desde hace dos años y medio, estoy viviendo en la nación de
autobuses rojos y dos besos en la mejilla: Reino Unido. Ayer fue Londres,
Inglaterra, y hoy es Edimburgo, Escocia. A partir de septiembre de este año, iniciaré
un postgrado en Conservación Arquitectónica en la Universidad de Edimburgo,
respectivamente.
3. ¿Cuándo y cómo nació su vocación como historiador?
El surgimiento de mi vocación como historiador se remonta a la época del cuarto grado, en esos típicos debates escolares que se realizan para conmemorar las fechas patrias de la cartelera del plantel. Cinco de julio del 2001. La maestra había entregado un cuestionario de posibles preguntas y, sin que nadie me lo exigiese, yo me las investigué y aprendí de memoria. A falta de internet, utilice las ya obsoletas enciclopedias de Encarta 98, los libros de Caracol, las revistas Tricolor de El Nacional; en fin, cuanto material me sirviese para comprender esos eventos históricos que, más adelante, pasarían a ser la base del oficio. Mi oficio. Saqué 20 puntos, la máxima nota del salón –lo que vendría siendo una “A+” en la nomenclatura de la educación básica-. Todavía recuerdo las palabras textuales de la docente: “Eres una hojillita de las letras”. A partir de allí, pues, me fui interesando por otros campos de las humanidades (literatura, filosofía, geografía, arte), si bien la mirada la tenia puesta en Historia. Una vez llegado al quinto ano, apliqué para presentar la prueba interna en la UCV y obtuve el cupo. Claro, vale la pena resaltar que, antes de entrar a la Facultad de Humanidades y Educación, pertenecí al seminario menor de la Arquidiócesis de Caracas. Sí, por un momento la vocación se había desviado a los altares y los crucifijos. A la vida del celibato.
4. ¿Qué lectura, persona, película-serie o viaje fortaleció dicha vocación? ¿Fue “discípulo” de algún historiador? ¿Cuál es su historiador preferido y por qué? ¿Qué libro de Historia recomienda y por qué?
3. ¿Cuándo y cómo nació su vocación como historiador?
El surgimiento de mi vocación como historiador se remonta a la época del cuarto grado, en esos típicos debates escolares que se realizan para conmemorar las fechas patrias de la cartelera del plantel. Cinco de julio del 2001. La maestra había entregado un cuestionario de posibles preguntas y, sin que nadie me lo exigiese, yo me las investigué y aprendí de memoria. A falta de internet, utilice las ya obsoletas enciclopedias de Encarta 98, los libros de Caracol, las revistas Tricolor de El Nacional; en fin, cuanto material me sirviese para comprender esos eventos históricos que, más adelante, pasarían a ser la base del oficio. Mi oficio. Saqué 20 puntos, la máxima nota del salón –lo que vendría siendo una “A+” en la nomenclatura de la educación básica-. Todavía recuerdo las palabras textuales de la docente: “Eres una hojillita de las letras”. A partir de allí, pues, me fui interesando por otros campos de las humanidades (literatura, filosofía, geografía, arte), si bien la mirada la tenia puesta en Historia. Una vez llegado al quinto ano, apliqué para presentar la prueba interna en la UCV y obtuve el cupo. Claro, vale la pena resaltar que, antes de entrar a la Facultad de Humanidades y Educación, pertenecí al seminario menor de la Arquidiócesis de Caracas. Sí, por un momento la vocación se había desviado a los altares y los crucifijos. A la vida del celibato.
4. ¿Qué lectura, persona, película-serie o viaje fortaleció dicha vocación? ¿Fue “discípulo” de algún historiador? ¿Cuál es su historiador preferido y por qué? ¿Qué libro de Historia recomienda y por qué?
Sin lugar a dudas, quien influenció mis estudios universitarios, incluyendo mi concepción de las relaciones interpersonales y los métodos investigativos que hasta ahora aplico, fue la tutora de mi tesis de pregrado, la doctora Alejandra Leal Guzmán. Nos conocimos en el inicio del semestre II del 2012, en una materia electiva denominada “Historia social de la magia”, donde ella era la profesora titular. Cabello corto, botas de cuero negras. Una falda de tela jean color verde. Para mí, un estilo fresco del rock contemporáneo. Durante su presentación nos dijo que laboraba para FUNVISIS, que era antropóloga y que estaba cursando estudios doctorales en la Escuela de Urbanismo, Facultad de Arquitectura. El tema me fascinó; incluso, al salir de la clase, le escribí un correo electrónico para invitarle un café. Nos encontramos. Conversamos. Ese café todavía sigue caliente, a pesar de que han pasado más de seis años. Mi formación académica es multidisciplinaria. En FUNVISIS tuve discusiones con arquitectos, geólogos, sismólogos, ingenieros y fotógrafos. Por lo tanto, “admirar” a un historiador, de manera particular, me resulta difícil. Si hay un personaje a quien respeto (y hasta rindo cierta devoción), es a Domingo Alberto Rangel. Fue simplemente su prosa y su uso peculiar del lenguaje político aquello que definió, de adolescente universitario, mi “paladar histórico”. De él, recomiendo toda su bibliografía.
5. ¿Cuáles son sus líneas de investigación y por qué? ¿Cuál escuela historiográfica sigue y por qué? ¿En qué proyectos sobre historia está ahora?
Tal como mencioné líneas arriba, mi inclinación hacia el
estudio de los fenómenos naturales representa una parte importante de mis
investigaciones personales. A lo largo del levantamiento de información para mi
tesis de pregrado, encontré que el análisis sociohistórico de los terremotos en
Venezuela, así como también las vulnerabilidades del paisaje urbano en relación
a esta materia, habían sido poco estudiados por la historiografía nacional. Por
consecuencia, al inicio tuve que apoyarme en estudios previos hechos por otras
disciplinas (arquitectura, sismología e ingeniería civil, fundamentalmente)
para poder establecer las bases de lo que sería mi propia línea de investigación.
Fue también, de gran suporte, el referente internacional encontrado; por
ejemplo, los trabajos sobre sismicidad histórica, publicados en Costa Rica, por
el geólogo Giovanni Perlado. De la Historia, como sustento teórico, consulté
varios planteamientos realizados por la historiografía del estudio de las
mentalidades, ya que mi principal afición ha sido entender los traumas
colectivos causados por la impronta de fenómenos telúricos resonantes (Caracas,
1812; Los Antes, 1875; Caracas, 1900; El Tocuyo, 1950; entre otros). Como
proyecto a mediano plazo, deseo especializarme en el tema de la sismo
resistencia -o sea, en la capacidad que tiene una estructura para soportar la
acometida de fenómenos telúricos- y su inclusión en las políticas de conservación
del patrimonio histórico.
6. En torno a los debates historiográficos y/o históricos: ¿Cuáles han atrapado su atención y/o cuáles ha estudiado?¿Cuál es su posición ante ellos?
El debate historiográfico donde sí he estado involucrado
directamente ha sido en la discusión ciencias sociales/ciencias naturales. En
Venezuela, desde el punto de vista académico, el estudio de los sismos
pertenece a los naturalistas en exclusiva, cuando la realidad es que las
poblaciones afectadas producen una serie de telegramas, cartas, fotografías,
documentos oficiales, pinturas, informes técnicos, artículos de periódicos, crónicas,
poemas, novelas, relatos, en fin, una gran cantidad de documentos que nos
hablan del impacto de estos fenómenos naturales en distintas áreas del
acontecer social. Los terremotos, aparte de producir un saldo de perdidas
humanas y materiales, también generan una cierta cantidad de registros que dan
cuenta de sus efectos sobre la sociedad. En este sentido, la sismicidad es un
tema posible y practicable para los historiadores. El historiador debe asumir
la tarea de pensar y comunicar los terremotos en función de cuales han sido sus
lecciones históricas y sociales y como la nación ha manejado su embate material
y simbólico. Solo a través de la necesaria labor de historiar reflexivamente
nuestra sismicidad será plausible concientizarnos respecto a la naturaleza sísmica
del país y avanzar en la reducción de los altos niveles de vulnerabilidad ante
los terremotos que han caracterizado a la sociedad venezolana.
(Mañana concluye).
(Mañana concluye).
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