sábado, mayo 22, 2010

Se inicia el debate historiográfico entre historiadores oficialistas y no oficialistas con la respuesta de Elías Pino Iturrieta(ANH) a Luis Pellicer

COMENTARIO BLOGUERIL:
El historiador no oficialista Elías Pino Iturrieta ha respondido algunos aspectos planteados en el debate que se inició hace una semana, debate que podemos ver explicado y desarrollado primero
acá y luego aquí, donde el historiador oficialista Pellicer responde a las acusaciones de reescritura de la historia.
El historiador muestra una prueba irrefutable que todo estudioso de la historia de Venezuela conoce perfectamente, pero que la "historiografía chavista" desea manipular para justificar el actual gobierno. Es mentira que antes no existía pluralidad en el estudio de la historia, como dijimos en nuestro primer comentario sobre este debate al señalar que Tomás Straka en su libro La épica del desencanto da las pruebas de este hecho. Pino Iturrieta muestra otras prueba acá.
Su escrito es una CRÍTICA a la terrible estupidez de ver nuestra historia desde la simplicidad de un blanco y negro, de leyendas negras y doradas, tal como están haciendo claramente la historia que se trata de escribir desde los cómodos y bien pagados puestos del Estado. Un Estado dirigido autoritariamente por un sólo hombre, que no sólo impone su capricho personal sobre leyes e instituciones, sino también sobre la historia que escribe el Centro Nacional de la Historia dirigido por Luis Pellicer.
A continuación les dejo el escrito de Elías Pino Iturrieta de hoy sábado 22 de mayo de 2010 publicado en El Universal. El subrayado es nuestro.
La exclusión cultural
El chavismo se ha empeñado en negar las realizaciones de nuestro siglo XX
La inconsistencia de una reacción sobre el tema de la reescritura de la Historia aconseja dejarla de lado. La retórica politiquera y la exuberante adulación que la adorna (adulación del mandón, desde luego), sugieren la alternativa de no perder el tiempo en una respuesta. Pero hay un aspecto de su contenido sobre el cual conviene un desmentido, debido a que insiste en una versión, no sólo tendenciosa sino también caracterizada por la falsedad, en relación con el hecho cultural que se desenvolvió en la época de la democracia representativa. Sobre tal asunto se tratará un poco a continuación.
Tal respuesta insiste en señalar la existencia de un monopolio del saber y de una odiosa preferencia en relación con los protagonistas de la actividad cultural, que fue característica predominante de los regímenes establecidos a partir de 1958. Las necesidades del monopolio, de acuerdo con la versión, reclamaban la participación exclusiva de autores puestos al servicio de un entendimiento determinado de la sociedad y, por supuesto, la legitimación de las administraciones de turno. La tendencia fomentada desde los altos poderes del Estado, continúa la versión, se repetía en lugares como las universidades, las instituciones de la República letrada, los casas editoriales y los medios de comunicación, para desembocar en una escandalosa discriminación del talento venezolano. Existía un reino de los creadores privilegiados, de los escritores reverenciados, de los historiadores respetados, de las plumas dignas de la imprenta, de los actores susceptibles de aclamación en las tablas y de los pinceles preferidos en las paredes de los museos. Los corifeos de la inconformidad, las voces que clamaban por la justicia y cualquier sonido incómodo para los beneficiarios de la preferencia oficial se arrinconaban de manera sistemática. Todo era como una especie de mercado ignominioso en cuyos tenderetes sólo había plaza para un elenco de protagonistas benditos, se colige del "análisis".
Un vistazo de las realizaciones del pasado reciente bastaría para echar por tierra semejante descripción. En realidad sucedió entre nosotros lo contrario, hasta el extremo de estar el sector público de entonces en capacidad de exhibir muestras incontestables de pluralidad, esfuerzos indiscutibles de promoción de intelectuales y artistas venezolanos en el exterior, fomento de las expresiones populares de creatividad y una de las mayores y más continuas ofertas culturales de América Latina. Bastaría con mirar hacia medio siglo de la prensa nacional para rellenar un catálogo de realizaciones capaces de echar por tierra la posición de quienes se atrevan a negar un hecho crucial: jamás se atendió con tanto éxito y dedicación la producción cultural, ni antes ni después desde la fundación de la República. Pero, si uno quiere ahorrarse una investigación como la sugerida, bastaría con formular las siguientes preguntas: ¿dónde estaban los que ahora se regodean en el reproche?, ¿apenas vivieron en un rincón su soledad de protagonistas relegados?, ¿se les negó un empleo por su forma de pensar?, ¿no les ofrecieron alternativas para publicar su pensamiento, o para divulgar su genialidad?, ¿no viajaron en las comitivas culturosas, ni disfrutaron de alguna beca en el extranjero?, ¿se les cerraron, por ejemplo, las puertas del Conac o los talleres de Monte Ávila, o los espacios del Celarg, o los salones de los ateneos, o las secciones especializadas de los periódicos, o ciertos cargos de responsabilidad en fundaciones privadas que también sembraban la fértil parcela? Una respuesta honesta bastaría para terminar un cuento tan mal contado, pero también para darnos cuenta de cómo esos críticos de la "revolución" vienen de ese lapso que ahora les provoca náuseas.
El chavismo se ha empeñado en negar las realizaciones de nuestro siglo XX, no ha descansado en su afán de fraguar la crónica de una oscurana que ahora se trasforma en iluminación, se ha refocilado en despachar con una retahíla de estereotipos la vida construida durante más de sesenta años largos, por lo menos. El escamoteo del aspecto cultural forma parte de la operación. De allí la obligación de llamar la atención sobre un atentado que no sólo consiste en la tergiversación o en el ocultamiento de fenómenos sobre cuyo desarrollo no caben dudas razonables. La operación quiere sacar de la historia las realizaciones de nuestros padres y de nosotros mismos, un asunto frente al cual sólo pueden permanecer silenciosos los idiotas. Aun cuando el ataque sea lampiño de ideas. eliaspinoitu@hotmail.com

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno haber tenido la oportunidad de conocer tu blog: WAOOOO! Está demasiado bueno. Lo malo es que con mil cosas pendientes que tengo por hacer, pues me he quedado más rato de lo que debía curioseando por todos lados todo lo que has puesto allí. De verdad me gustó bastante, que bueno que saques tiempo para actualizarlo.....

Por otra parte, sobre el debate -llevada al ataque personalizado (que lástima) -en torno a la supuesta historiografía oficial y la historiografía bolivariana socialista, coincido abiertamente con lo expresado por el Prof. Pino. Tanto las aseveraciones de Pellicer sobre la historiografía oficial que supuestamente cuenta solo la versión burguesa, y además, la arremetida que hace en contra de los historiadores como Germán Carrera Damas no pueden merecer mucha atención y debate, sobre todo, público. En mi opinión (y no siendo historiadora) dichas aseveraciones y acusaciones son provocaciones y recursos retóricos para justificar su participación en un proyecto ideológico que cualquier tonto o tonta puede identificar sus componentes altamente peligrosos para cualquier sociedad que pretenda ser tolerante, democratica, plural, incluyente, humanista, progresista, constructiva, auto-crítica, y que, sobre todo, pueda re-escribir una historia con el pueblo y para el pueblo, con la contribución de historiadores profesionales serios que han dedicado su vida a tan (en muchas ocasiones) invalorada profesión.
En mi opinión, y es allí donde supongo podría coincidir con Pellicer u otros que sientan la necesidad de indagar más sobre nuestra historia, es imperativo ser honestos con nostros mismos y buscar constantemente nuevos elementos que puedan explicar más y más nuestro pasado. Porque si bien la historia es pasada, la interpretación que se haga de ella es presente, y además, dinámica y cambiante en el tiempo. Pues son los elementos del presente los que contribuyen a una nueva re-interpretación del pasado. En este sentido, que lástima que Pellicer no se (y nos) haga un planteamiento serio y digno sobre el tema. Por supuesto que creo que muy poco se ha contado sobre los mulatos, negors, mujeres, y otr@s que participaron en el proceso independentista. Pero también creo que son muy escazas las fuentes primarias que puedan aportar al respecto. Es irresponsable inventar y asignar roles a quien jamás los asumió.
Por mi parte, cuando reflexiono sobre el tema de género en la historia.... no lo hago para encontrar heroínas. Lo hago para poder reinterpretar la historia bajo una perspectiva precisamente "no-heróica". Creo que la historia no se puede contar solo por las batallas ganadas y la dominación del más fuerte sobre el más débil. Si siempre contamos así los hechos del pasado, el presente será de esa forma...
Saludos,

Juan dijo...

Creo que detras de argumentos de Pellicer y gente parecida esta el estomago, es decir el deseo de anotarse a un regimen agrafo necesitado de intelectuales organicos que le construyan una legimitidad discursiva y que esta dispuesto a pagar muy bien por eso.

Detras de este "giro" esta el oportunismo puro y duro. No esta ni siquiera una afinidad historiografica (como la ciertos historiadores marxistas),

Todos aquí conocemos la dura vida que les toca a quienes nos dedicamos a las ciencias sociales y a las humanidades en Venezuela, no son muchos los puestos de trabajo y el salario es pesimo.

En este contexto de hambre, puede entenderse como alguien como Pellicer se anota en ese ridiculo intento de hegemonia cultural (historiografica) gramsciana chavista.

Es una puta de la historia (con el perdon de las señoras de la vida alegre). Todo lo que critica sobre supuestas elites intelectuales al servicio de oligarquias, se aplica perfectamente a si mismo con su servicio sumiso a la oligarquia golpista militar instalada hoy en Miraflores.

Del CNH y otros grupos donde se hace seudociencia a favor de un grupo politico, los historiadores del futuro escribiran lo mismo que hoy se dice de Lyssenko y del infame Instituto Kaiser Wilhelm.

PD: disculpas por el tono, pero es molesto como el dinero publico se desperdicia en seudo-ciencia, cuando hay tantos investigadores e historiadores legimitimos esperando por ayuda y recursos.

Profeballa dijo...

Muchas gracias. De acuerdo con su respuesta en buena parte.

Julio-Debate Popular dijo...

Muy bueno el blog.En cuanto el post claro que en el tiempo que le toque al frente del poder se tratara de adjudicar la mayor cantidad de cosas posibles que es casi como una especie de modismo entre la clase politica declarado públicamente para provocar una respuesta o un vacio del otro lado. Según el caso, hay algún beneficio, que tiene que ver con crear dentro del inconciente colectivo una sensación de que realmente fue asi. Una ilusión.

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