sábado, noviembre 01, 2008

Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) opina otra vez sobre nuestro grado de civilidad

Artículos de opinión de los historiadores

Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal. El subrayado es nuestro.
Contra magnicidios y conspiraciones

Los peregrinos juiciosos no se apoyan en las armas ni en mapas improvisados

No cabe duda de que buena parte de la ciudadanía quiera salir de Chávez, ni de que algunos busquen el camino que consideran más expedito para lograr el propósito. Para nadie es un secreto cómo muchos pechos abrigan la esperanza de levantarse una dichosa mañana sin el ruido de su voz, pero especialmente libres de los planes que han metido al país en un insondable abismo. Yo participo del anhelo, desde luego, es un sueño que me invade con recurrencia en los últimos diez años, desde cuando el militarismo habitó de nuevo entre nosotros, pero debemos considerar la existencia de otra buena parte de la ciudadanía que se siente feliz en su regazo. Para esa parte la alegría de su despertar radica en oírlo, en esperar la cadena de sus instrucciones y aun de sus improperios, música celestial para oídos colorados, de lo cual se colige la tragedia que les puede sobrevenir como producto de su ausencia, especialmente si sucede de manera abrupta. Además, por diversidad de razones que transcurren entre la apatía y el temor, entre la comodidad y el desinterés, no se puede ignorar la existencia de una masa incapaz de afirmarse a la hora de escoger entre una situación de permanencia y una alternativa de cambios.
Pese a que pueden verse con cierta claridad tres fragmentos de la sociedad debido a cuya presencia nadie puede pronosticar el predominio aplastante de uno de ellos sobre el todo, o apenas apostar por victorias que todavía no anuncian situaciones de larga duración, mal que bien los pasajeros de las carretas hemos viajado sin chocar, no hemos perdido el curso para explorar rutas aventuradas. No han faltado quienes, tanto en el oficialismo duro como en la oposición más intransigente, hayan querido y quieran modificar por las malas las estaciones del periplo para generar crisis de violencia, pero no han pasado del amago o de ensayos incapaces de marcar de veras el ánimo de las mayorías. Es evidente cómo Chávez ha querido chamuscar el pasto con sus bravuconadas, pero han sobrado los bomberos dispuestos a impedir la combustión. En la orilla contraria tampoco han faltado los designios radicales, afortunadamente sin mayor resonancia. De allí que Venezuela pueda todavía ufanarse de una cohabitación de cuño pacífico que ha resistido casi diez años de peripecias que la invitan a conductas más ásperas. Cada cierto tiempo los agoreros de lado y lado anuncian el huracán devastador, pero el buen tiempo termina por imponerse.
El régimen ha fabricado un sistema de espionaje como pocos en el pasado, acaso el más entrometido y enconoso de nuestra historia, pero ha debido conformarse con fisgonear en la intimidad de los tres ámbitos sin atreverse a acabar con la influencia de los que más teme, o sin redondear la faena. Ha fraguado igualmente un apabullante aparato de propaganda cuyos artífices buscan la imposición de un uniforme complaciente, pero ha debido soportar la heterogeneidad que muy a su pesar predomina. Se ha adueñado de la voluntad del CNE, pero los rectores se rinden ante las decisiones del pueblo cuando el pueblo se manifiesta como torbellino Ha aumentado las presiones contra la libertad de prensa, pero los editores, los periodistas, los columnistas y los anunciantes mantienen, no sin un cúmulo de riesgos, posiciones de autonomía. Ni siquiera la proximidad de las elecciones regionales, ni el empeño puesto por Chávez para encrespar los ánimos antes de que hagamos la fila para votar, ha degenerado en un desnivel riesgoso. Un talante cada vez más democrático que llegó a la cumbre del 2D y pretende escalar hacia más alto, abre con ímpetu caminos en medio de los espacios que tolera el chavismo porque no tiene más remedio, y provoca cambios en los sectores indecisos a quienes comienzan a molestar sus habitaciones en el limbo.
No se quiere ahora pintar el paisaje del paraíso republicano, pues estamos muy lejos de vivir en su seno, sino sólo llamar la atención sobre la existencia de un talante caracterizado por una escala de civilidad capaz de oponerse, mediante un proceso de maduración, a cualquier empeño de naturaleza dictatorial. Faltan muchos matices para la hechura del lienzo y pinceles suficientemente hábiles para amalgamarlos como realidad plena, pero tal vez nadie pueda negar cómo la situación desaconseja empresas desesperadas. En este capítulo del camino la peor decisión es la del atajo, si los viandantes quieren realizar un periplo racional en cuya preparación se ha demostrado la existencia de un esfuerzo que no merece el desenlace de la ilegalidad y la violencia. Los peregrinos juiciosos no se apoyan en las armas ni en mapas improvisados, sino únicamente en su cayado. Se juegan la única apuesta que les importa: el reto de llegar con bien a la tierra que ellos mismos se han prometido. eliaspinoitu@hotmail.com

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"no se puede ignorar la existencia de una masa incapaz de afirmarse a la hora de escoger entre una situación de permanencia y una alternativa de cambios"
Qué gran verdad, y no sólo en Venezuela.
Abrazos desde Gerona, España.
Angel Duarte

pd. Si no dejo más comentarios no es porque no le lea, es porque tengo toda la docencia del mundo, y más, concentrada en estas fechas.

Profeballa dijo...

Estimado: saludos!. ya se darà cuenta que estoy en las mismas por ello no puedo escribir mis propios posts y sòlo puedo dedicarme a "Copypaste".

un abrazo!

Anónimo dijo...

Lo primero que tenemos que hacer es aprencder de la historia ¿Pero, cuándo lo hemos hecho?...

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