El 80 aniversario de
la Batalla de Inglaterra (II)
Carlos Balladares Castillo
Un día como hoy (20 de
agosto) pero de 1940 el primer ministro del Reino Unido: Winston Churchill, da
el famoso discurso (como tantos otros) donde habla de “The few”. “Los pocos” pilotos
del Mando de Caza de la Royal Air Force (RAF) que tenían bajo sus alas el mayor
peso de la Batalla de Inglaterra. Es en parte la leyenda, tal como explicamos
en nuestra primera entrega de esta serie de artículos, con la que se debate la
historiografía y la representación cinematográfica. “Never in the field of human conflict was so much owed
by so many so few” (nunca en el campo del conflicto humano tantos debieron
tanto a tan pocos). En esta segunda parte nos dedicamos primero a
las fases de la batalla y después a la perspectiva de los atacantes (el Tercer
Reich). Desde las fuentes primarias como la historiografía.
La historiografía divide la
Batalla de Inglaterra en tres fases, aunque no hay acuerdo claro entre las
fechas de comienzo y termino. La primera va desde el 10 de julio hasta el 12 de
agosto en la que se buscó detener el tránsito de los convoyes británicos en el
Canal de la Mancha, dañar los principales puertos del sudeste de Gran Bretaña
(esta zona fue la más afectada durante toda la Batalla) y atraer a los cazas de
la RAF para lograr su destrucción en “dogfights” (combate aéreo entre cazas).
Estos objetivos tácticos se mantuvieron en su mayoría en las otras dos fases.
La segunda comienza con el “día del águila” (“adlertag”) el 13 de agosto y
termina con el primer ataque masivo a Londres el 7 de septiembre. Buscó la
destrucción del mando de cazas a través del bombardeo de las torres de radar,
los aeródromos, la industria aeronáutica y el ya citado combate entre cazas. La
última etapa es muy larga porque significó un cambio en la estrategia: no se
buscaba la supremacía aérea como condición necesaria para un desembarco (era la
aceptación de la derrota de la Luftwaffe) sino la destrucción de Londres y
otras ciudades, con el fin de debilitar la moral del pueblo y obligar al retiro
del Reino Unido de la guerra. Fue conocida como el “Blitz” y se inició con el
primer ataque a la capital hasta el 11 de mayo de 1941 cuando cesaron los
bombardeos.
Antes de la Batalla se
dieron encuentros entre ambas fuerzas pero no eran tan frecuentes porque Adolf
Hitler nunca pensó ocupar las Islas Británicas. No lo tenía planeado previo al
ataque a Polonia en septiembre de 1939 ni tampoco después de haber derrotado a
Francia (junio de 1940). La razón está en su concepción racista del orden
mundial donde los ingleses eran considerados arios como los germanos y en una
profunda admiración de su imperio. El dominio de millones de habitantes de la
India por unos pocos miles de británicos era para Hitler la prueba de la
superioridad de su raza y el ejemplo a seguir por Alemania en Rusia. Todo ello
está explicado en Mi lucha (1924), en
la cual agrega que el pueblo inglés lucharía hasta el final en cualquier
guerra, incluso estando en desventaja. Por estas razones una vez vencida
Francia buscó un acuerdo.
Algunos historiadores
afirman que el rescate de las tropas aliadas en Dunkerque fue posible gracias a
las decisiones de Hitler. Detuvo sus tanques como una forma de mostrar buena voluntad para lograr
la paz con el Reino Unido. Pero al finalizar la operación “Dinamo” el 4 de
junio, Churchill advirtió que seguirían luchando “en las playas, en el aire” y
que “¡Nunca se rendirían!” Fue considerado como demagogia por las autoridades
alemanes y se centraron en los medios diplomáticos. Son conocidos los contactos
con mediadores como el Papa y el rey de Suecia. En la película La Batalla de Inglaterra (Guy Hamilton,
1969) las primeras escenas muestran Dunkerque y las conversaciones entre los
embajadores alemán y británico en Suiza. El Tercer Reich respetaría al Imperio
Británico (Hitler hablaba de la “necesidad de su existencia”) siempre y cuando
este aceptara el “Nuevo Orden” en el continente Europeo.
La actitud e idea del Führer
en relación a la guerra contra Gran Bretaña, era la de un conflicto no buscado
ni deseado. De manera que el máximo decisor estaba negado a la misma. Esta será
la causa principal que impida una reacción más enérgica en esta campaña. Es en
julio cuando se preparan los planes de invasión que establecen como condición
la supremacía aérea, la cual debería lograrse en agosto y para la primera
quincena de septiembre se daría el desembarco. De lo contrario en octubre
cambiaría el clima y el Canal de la Mancha sería innavegable para las barcazas
y se tendría que posponer hasta primavera o verano del 41. Lo que a su vez
demoraría la campaña Rusa, meta fundamental de Hitler en la Segunda Guerra
Mundial.
El 19 de julio Hitler realiza lo que él describió en un discurso ante el Reichstag como “el último llamado a la razón”. Fue respondido de inmediato con declaraciones del Foreign Office. Churchill había repetido una y otra vez que no aceptaría ninguna negociación. La rápida victoria de la Wermacht en Francia les hizo pensar, tanto a los jefes nazis como a los generales que eran invencibles, pero la realidad tal como la explican las memorias de los protagonistas alemanes es que no estaban preparados para un desembarco y ni siquiera una victoria en el aire. Por primera vez, a pesar de su superioridad numérica, se enfrentarán a un enemigo que podía igualarlos en tecnología (e incluso superarlos) y no solo en valor. En nuestra próxima entrega hablaremos de la Luftwaffe y su desempeño entre julio y agosto de 1940.
2 comments:
Me quedé en la parte donde indicas que Hitler sentía admiración por Inglaterra ¿qué tal?...Luego sigo...voy al trabajo...CHAOOO
Me gustan sus ideas adoro a Bolivar Que no me escuchen los argentinos que adoran a San Martín
Saludos desde el silencio del mar en Miami
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