miércoles, agosto 29, 2018

Para conocer la historia del cine (IV) (reseña de la serie documental: La historia del cine: una odisea de Mark Cousins, 2011) (mi artículo de los miércoles en El Nacional)

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Para conocer la historia del cine (IV)

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional

La serie documental: La historia del cine: una odisea (Mark Cousins, 2011), arriba a las décadas que conocimos el cine: los setenta y ochenta.  En sus capítulos que van del 10 al 12 se dedican a los directores que en los setenta mostraron la identidad de sus países y fueron críticos con Hollywood, y cómo un nuevo cine de diversión nace en Asia, y el uso de computadoras - junto a nuevas ideas para hacer los frutos de la imaginación lo más realistas posible - permiten que las películas estadounidenses logren romper los records de taquillas; para finalizar mostrando los directores que protestarían con sus films en los ochenta.

El capítulo 10 va de 1969 a 1979 y lo titula: “los directores radicales”, los cuales son en Alemania: Rainer Werner Fassbinder, Wim Wenders, Margarethe von Trotta y Werner Herzog. Representan un cine de gran crudeza que no escatima en mostrar la realidad sin ninguna censura; y la diversidad geográfica, étnica, sexual y espiritual. Busca la identidad alemana en relación a los Estados Unidos, y tratando de superar los complejos y el dolor de la posguerra. Los italianos Pier Paolo Pasolini y Bernardo Bertolucci, representan dos formas distintas: el primero hará énfasis en su crítica al consumismo y el segundo abandona toda preocupación social y se centra en el arte. Ofrece otros ejemplos de Australia: Peter Weir, Japón: Noriaki Tsuchimoto, etc. En el llamado Tercer Mundo fue el tiempo del dominio del marxismo que criticaba el cine artístico y el comercial, porque estaban convencidos que todo arte debería ser de denuncia y protesta contra el capitalismo.

Resultado de imagen para Yuen Woo-PingEn el capítulo 11 se muestra lo contrario al anterior, cómo en la misma década el cine comercial y de diversión que había entrado en crisis desde los cincuenta renacía, en especial en Asia. De esta forma muestra como Hong Kong creó el cine de artes marciales con el gran Bruce Lee, que influiría en el cine de acción de todo el mundo. Siendo el mejor ejemplo el director Yuen Woo-Ping que trabajaría muchos después en “The Matrix” (Hermanos Wachowski, 1999). En la India lo que después será conocido como Bollywood crecería mezclando géneros (musicales, acción, terror, drama); y según Mark Cousins tiene el protagonismo del “actor más famoso del mundo” el cual jamás había escuchado en mi vida: Amitabh Bachchan. Y me imagino que así lo considera Cousins porque las películas donde ha participado son las más taquilleras de Asia.

Pero los verdaderos taquillazos se darán con tres películas estadounidenses: “El exorcista” (William Friedkin, 1973), “Tiburón” (Steven Spielberg, 1975) y “La guerra de las galaxias” (George Lucas, 1977). La idea que desarrollaron los productores y directores, fue el llevar a la pantalla de la forma más realista posible lo que la gente imaginaba y anhelaba vivir-ver. Con el crecimiento de la demanda nacerán los multicines, y el cine romántico que es la esencia de Hollywood vuelve con gran fuerza. Nos referimos al héroe que confía en sus sentimientos más que en la razón, el mito y las sagas, el mesías que salva al mundo.

En el capítulo 12 relata cómo muchos directores protestaron contra los autoritarismos comunistas o las consecuencias de la exaltación del mercado con su “falsa visión del amor y la vida”, en palabras de Cousins. En China explica que la Revolución cultural había estancado su cine y que para los ochenta comenzó a renacer con directores como Zhang Yimou y Chen Kaige, los cuales se alejaban del cine patriótico de héroes comunistas con mucha acción y grandes planos, para hablar de las personas con sus problemas personales en medio de los cambios históricos. Al hablar del cine ruso se refiere a “Ven y mira” (1985) de Elem Klimov y se pasea por el africano de Gaston Kaboré que muestra la influencia del realismo mágico.

Resultado de imagen para Terence DaviesEn Estados Unidos hace un contraste del cine de acción desbordada como Top gun (Tony Scott, 1986) con el cine que explora el inconsciente y los problemas sociales como son los casos de los directores: David Lynch y Spike Lee. Francia se cansaría del “cine intelectual” y volvería al comercial con Luc Besson entre otros. Pero en el Reino Unido surgirían hermosas propuestas como los films de Terence Davies y Derek Jarman, el primero logrará combinar la belleza y el dolor en encuadres simétricos que nos recuerdan al japonés Yasujiro Ozu. Al final de la década la protesta fílmica probablemente dio su granito de arena en los cambios que se vivieron, en la gran apuesta por la libertad que significó el inicio de una nueva oleada democrática con el fin del mundo comunista.

Nueva nota de preocupación: la semana pasada, además del susto que vivimos con el fuerte temblor (¡Dios mío que finalice la prueba!), pudimos observar cómo el país se paralizó ante las medidas económicas llevadas a cabo por el chavismo-madurismo. Es lógico pensar que la combinación de dos grandes records: la más fuerte devaluación de nuestra historia junto el mayor aumento del sueldo mínimo, combinado con un agresivo control de precios (encarcelando a gerentes de tiendas, etc.), llevará inevitablemente al cierre de nuevas empresas que se sumarán al criminal cementerio que ya va por más del 60% de nuestra industria y comercio (este humilde profesor tiene un microemprendimiento tortero y no consigue harina y azúcar). La destrucción en el sentido material y humano de estos 20 años de proyecto político socialista ha sido de magnitudes que jamás habríamos imaginados salvo por una guerra. Muchas veces escuché a los extranjeros decirnos que el venezolano necesitaba una fuerte crisis para superar su mentalidad rentista. Es evidente que la estamos padeciendo con gran dolor, ruego a Dios entonces que hayamos aprendido la lección, y nos libere de esta oligarquía perversa; para poder sellar en nuestra memoria colectiva tal como enseñan el pueblo judío al recordar el Holocausto: “¡Nunca más! ¡nunca más!”

Muere el historiador Josep Fontana (les dejamos 3 artículos sobre el historiador)


Josep Fontana, la huella de un investigador
Josep Fontana fue un historiador de referencia, respetado y seguido por quienes buscaban caminos de renovación en la enseñanza y escritura de la historia
La victoria franquista en abril de 1939 y las posteriores décadas de dictadura se manifestaron, por lo que a la historiografía se refiere, en la imposición de una perspectiva reaccionaria y antiliberal que ignoró en todo momento la esfera socioeconómica y que levantó un poderoso dique de contención frente a las nuevas corrientes en las ciencias sociales occidentales y los análisis de fuerzas anónimas y colectivas.
Cuando en los últimos años de la dictadura pudo salirse poco a poco de esa miseria, no había, sobre la edad contemporánea, tradición historiográfica que reivindicar y se tuvo que aportar en unos pocos años todo un nuevo repertorio de hipótesis, problemas y estudios empíricos. Josep Fontana fue uno de los primeros en hacerlo y sus investigaciones sobre la crisis del Antiguo Régimen y las transformaciones del siglo XIX español le convirtieron, ya desde comienzos de los setenta, en un historiador de referencia, respetado y seguido por quienes buscaban caminos de renovación en la enseñanza y escritura de la historia.
En una profesión muy dada a la especialización y a las preocupaciones microscópicas, Fontana demostró dominar un amplio campo de acción. Cuando la historiografía y la teoría de la historia apenas formaban parte del aprendizaje del historiador, publicó Historia. Análisis del pasado y proyecto social (1982), tratado pionero en España. Casi 50 años separan La quiebra de la monarquía absoluta (1814-1820), publicada en 1971, de su última obra, El siglo de la revolución.Una historia del mundo desde 1914 (2017). Cinco décadas, en suma, de investigaciones, hipótesis, teorías y preguntas sobre el quehacer del historiador.
Pero la huella de Fontana va mucho más allá de su obra y de su trayectoria como profesor universitario. Desde la editorial Crítica, de la mano durante muchos años de Gonzalo Pontón, acercó al público español a algunos de los historiadores más distinguidos del mundo, desde Eric Hobsbawm a E. P. Thompson, pasando por Mary Beard, Pierre Vilar o David S. Landes. Su currículo está lleno de libros, artículos en revistas científicas, decenas de conferencias en América Latina y, sobre todo, charlas en los centros de educación secundaria.
En los últimos años fue discutido por otros historiadores por su defensa del marxismo, por su compromiso político y por sus ideas acerca de España y Cataluña, expuestas en escritos y entrevistas en medios de comunicación. Disputas y desprecios al margen, muchos le recordarán por sus fecundos escritos sobre la España contemporánea y por su rechazo de la historia como una serie de grandes acontecimientos orquestados por los grandes hombres. Ahora parece fácil asumirlo, pero en las universidades españolas de los años setenta eso sonaba a música subversiva.


OBITUARIO
Muere a los 86 años Josep Fontana, el historiador "rojo y catalanista"
De raíz marxista y crítico con la transición política en España, fundó el Institut d'Història Jaume Vicens Vives
Barcelona - Martes, 28/08/2018 | Actualizado el 29/08/2018 a las 00:45 CEST
¿Para qué sirve un historiador? Josep Fontana, fallecido en Barcelona este martes a los 86 años, tras una larga lucha contra el cáncer, podía y sabía explicarlo bien. Analizar el pasado para iluminar el presente, ordenar el caos para tratar de entenderlo, saber de dónde venimos para intuir hacia dónde vamos. Conocer los problemas supone abrir una puerta para resolverlos. Y siempre, siempre, el rigor tiene que ver con no manejar la interpretación de los hechos con un criterio meramente partidista, que no ideológico. Dedicarse a ello le llevó a ser uno de los historiadores más influyentes y una figura clave en la implantación de la moderna historiografía en España.
Fontana se definía como un rojo catalanista, lo que puede parecer una contradicción pero él sabía explicarlo. Apuntaló con sus estudios la existencia histórica de una identidad catalana y pese a la pérdida de fuelle de la izquierda -militó en los 50 en el PSUC y se desencantó a principios de los 80- no dejó de mantener una actitud socialmente crítica, un compromiso cívico que le llevó en los últimos años a presentarse en las listas de Ada Colau de Barcelona en Comú al Ayuntamiento de Barcelona y declarar sus simpatías por la CUP, aunque ningún partido político le complacía por completo.
También pesaba su propia historia: el recuerdo de cuando vio una bandera de España por primera vez, en enero de 1939, cuando uno de aquellos marroquís reclutados por Franco asaltó la casa de veraneo familiar en Valldoreix. Esos recuerdos reverdecían cuando hablaba del nacionalismo español insuflado por el PP.
Fontana (Barcelona, 1931) se crió entre libros porque su padre los vendía en una librería de lance de la calle Boters en Ciutat Vella y él solía echarle una mano. Acostumbraba a decir que la historia aprendida en la escuela, descorazonadora y simplista, no le predisponía a acabar siendo un historiador. Pero es lo que ocurrió. Primero, Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, para acabar en la especialidad de Historia en 1956. Solía contar que la verdadera historiografía se la tuvo que buscar fuera de las aulas, con el historiador Ferran Soldevila, en las clases que impartía este en el salón de su casa tras ser depurado por el franquismo, y sobre todo con Jaume Vicens Vives, que fue uno de sus grandes maestros. Fue Vicens Vives quien descubrió a aquel alumno brillante y le presentó al hispanista francés Pierre Vilar, el autor de ‘Catalunya en la España Moderna’, con quien Fontana conectó en sus postulados marxistas.
Así que méritos no le faltaban cuando empezó a dar clases en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona y a destacarse como uno de los historiadores jóvenes, claves en la aportación de nuevos métodos -la ciencia de la historia- a la comprensión del pasado que a principios de los 60 empezaba a implementarse en las aulas universitarias. En ese sentido, sus contactos tanto en la Sorbona parisina como en Liverpool fueron decisivos para su anclaje en la modernidad.
En 1966 fue expulsado de la universidad por su militancia comunista, más tarde ocupó plaza en la de Valencia, en la Autónoma de Barcelona de la que fue decano y finalmente creó y dirigió el centro de investigación Jaume Vicens Vives en la Pompeu Fabra, donde se jubiló en el 2001. Pese a ello y ya como profesor emérito no dejó de publicar y de interpretar los acontecimientos políticos y la crisis económica de los últimos años.
La bibliografía del historiador se mueve desde lo particular a lo universal. Empezó estudiando las transformaciones económicas del antiguo régimen en el siglo XIX tanto en España como en Catalunya, ahí están los libros que cimentaron su fama: 'La quiebra de la monarquía absoluta 1814-1820', 'Hacienda y Estado' y 'La crisis del Antiguo Régimen' (1808 -1832), así como 'Aribau y la industria algodonera en Catalunya'. Junto a estos, también supo cultivar ensayos divulgativos que los expertos leían con agrado y que los lectores recibían agotando ediciones. Es el caso de 'Europa ante el espejo' y sobre todo 'Por el bien del imperio' (publicado en la editorial de su amigo Gonzalo Pontón, Pasado y presente), posiblemente su obra más ambiciosa y la que mejor retrata cómo se sentía alguien que participó de la utopía del cambio social y ha acabó viendo cómo el capitalismo salvaje ha ido diluyendo la sociedad del bienestar que se perfilaba tras la segunda guerra mundial. De ahí que encima de su mesa de trabajo estuviera siempre rampante un cartel anarquista de Carles Fonseré con el lema: 'Aplastar al fascismo'.
Libros para entender el mundo 
‘LA QUIEBRA DE LA MONARQUÍA ABSOLUTA (1814-1820)’ 1971
El más prestigioso de los libros de Fontana, explica con un enfoque total la crisis del Antiguo Régimen: el proceso del que surgió la España Contemporánea. Se ha reeditado en 1987 y 2002.
‘EUROPA ANTE EL ESPEJO’ 1994
Con rediciones en el 2000 y el 2013, narra cómo Europa ha construido una conciencia de colectividad.  Una visión desmitificadora de la historia de Europa, desde la Grecia clásica hasta la actualidad.
‘POR EL BIEN DEL IMPERIO’ 2011
Con el subtítulo de ‘Una historia del mundo desde 1945’, se la considera una obra de de referencia para entender la historia posterior a la segunda guerra mundial: la guerra  fría, la caída de la URSS...
‘L’OFICI D’HISTORIADOR’  2010
Ensayo historiográfico del 2010 y reeditado en el 2018 sobre cómo Fontana entendía la manera de ejercer el oficio de historiador: útil y, sobre todo, como un compromiso con el mundo.
LA FORMACIÓ D'UNA IDENTITAT 2014
Publicado en el 2014 y actualizado en el 2016, el libro indaga en cómo se ha formado el sentimiento identitario catalán desde el siglo VIII hasta la actualidad.

Muere a los 86 años el historiador Josep Fontana
El profesor emérito de la Pompeu Fabra era uno de los grandes renovadores de la historiografía española

Josep Fontana en una entrevista en 2017. ALBERT GARCIA
Josep Fontana, uno de los grandes renovadores de la historiografía española y dueño de un inusual compromiso cívico, murió ayer en Barcelona a los 86 años tras mucho tiempo de estoica lucha contra un cáncer al que él, siempre atareado, siempre incansable, hizo el menos caso posible.
Fue quien mejor entendió el hundimiento del Antiguo Régimen en España al compararlo por vez primera con lo que ocurría en Inglaterra o Francia en el XIX. También fue quien mejor ha leído desde la península la globalidad del siglo XX. Su credo nació de un libro que su padre le dio cuando apenas tenía siete años. El hombre era propietario de una librería de viejo en la calle Boters, en pleno centro histórico de Barcelona. Era, le dijo al niño, para que empezara su propia biblioteca, que con los años acabaría compuesta de unos 50.000 libros que donó en su mayor parte a la Universidad Pompeu Fabra. Conservó 15.000 volúmenes hasta el último día en su casa para seguir trabajando. Lo leyó siempre todo.
La obra clave de aquel regalo paterno fue uno pequeñito, ilustrado y que siempre conservó, de Ferran Soldevila. Sería uno de sus tres maestros. En los años 50 acudía a sus clases clandestinas de los Estudios Universitarios Catalanes, que Soldevila impartía en el comedor de su casa. De él, decía, aprendió que “tras un documento hay seres humanos con sentimientos y problemas”. Los otros dos faros serían Jaume Vicens Vives —“una isla de modernidad en un mar de carcas retrógrados” en la universidad franquista; él le inculcó la conciencia cívica (“me hizo ver que se puede servir al país a través de la ciencia de la Historia”)— y Pierre Vilar, al que llegó por generosidad de Vicens Vives cuando éste vio que no podía satisfacer el hambre intelectual de su discípulo. 
Un credo tatuado desde la infancia
El credo íntimo que hacía definirse a Fontana (Barcelona, 1931), desafiante en estos tiempos de neoliberalismo salvaje, como “rojo y nacionalista, que no son dos cosas incompatibles”, lo llevaba tatuado desde su infancia, forjada por el recuerdo de los bombardeos durante la Guerra Civil “duros, porque buscaban el Palau de la Generalitat, que estaba muy cerca de casa, por eso íbamos al mismo refugio del palacio” Y, claro, por la propia actitud del padre, que en una librería anterior, en la calle de la Palla, acogía a un grupo ligado al Bloc Obrer i Camperol. “Sí, crecí en un ambiente inequívocamente catalán y de izquierdas”. La consecuencia: un rápido compromiso de joven con la lucha clandestina que le llevaría al PSUC. Como fue norma en él, decisión de lógica aplastante: “Era la fuerza más eficaz para liquidar el franquismo y unía principios sociales con la mirada de la autodeterminación”. Una fiel coherencia que mantuvo entre 1957 y 1980, cuando abandonó el partido.
Con Europa ante el espejo (1994) o Por el bien del imperio. Una historia del mundo consiguió notoriedad y prestigio dentro y fuera de España
Recién licenciado en Letras y ya fichado por Vicens Vives, que se lo llevó de ayudante junto a otra promesa, Jordi Nadal, Fontana inició una rauda y brillantísima carrera en la flamante Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona, que le llevó muy pronto a ser un año (1956) assistant lectureren la de Liverpool, lo que se tradujo en el acceso a una bibliografía inimaginable en la España de los 50. Ni la expulsión en 1966 de la universidad por su militancia comunista truncó una trayectoria que, con los años, le llevaría a ocupar la cátedra de Historia Económica en las universidades de Valencia (1974-1976), de la Autónoma de Barcelona (1976-1991, donde fue también decano y vicerrector) y de la Pompeu Fabra.
Su figura creció como experto irrefutable del modelo de transición del Antiguo Régimen hacia el capitalismo y la formación del mercado peninsular. De ahí partieron algunos de sus libros fundamentales, como La quiebra de la monarquía absoluta 1814-1820, de 1971, Hacienda y Estado, 1823-1830 o La crisis del Antiguo Régimen (1808-1832). El truco siempre era el mismo: documentación de fuentes casi siempre inéditas, exhaustivas bibliografías consultadas  y una interpretación sagaz que, encima, exponía de manera clara y brillante.
El credo profesional de quien mejor entendió el hundimiento del Antiguo Régimen en España parte de media docena de libros que su padre le dio cuando tenía 7 años
Títulos como esos o Aribau y la industria algodonera en Cataluña podrían dar una imagen de erudición y aridez extrema. Nada más lejos de Fontana, siempre excelente y riguroso divulgador, como pueden testimoniar las decenas de profesores de bachillerato a los que impartía Historia cada sábado por la mañana o los miles de alumnos que le escucharon en unas clases que tenían su puesta en escena: puntual, se sacaba el reloj de pulsera y lo dejaba reposar a la derecha de los folios que contenían la materia de la jornada que siempre llevaba escrita, como sus intervenciones en los tribunales académicos, lo que quizá explique su ingente producción de prólogos (superan los 150).
Vital en su labor divulgadora fue su función de editor en la sombra, primero en los años 70 en el sello Ariel y luego en el de su amigo editor Gonzalo Pontón, Crítica. Ahí remachó su labor de introductor en España de escuelas historiográficas renovadoras inspiradas en buena parte en el marxismo: la de los Annales, los propios Vilar y Eric Hobswam, E. P. Thompson, George Rudé, Michele Vovelle, Marc Bloch, Albert Soboul… Pero también gracias a él se dio la recuperación de textos del presidente de la República española Manuel Azaña, como el sincero Memorias políticas y de guerra. En esos despachos inventaba títulos, rehacía traducciones o redactaba contracubiertas sin que se le cayeron los anillos de catedrático.
Se definía como “rojo y nacionalista, que no son dos cosas incompatibles”
Como sus maestros Soldevila y Vicens Vives, Fontana también acabó saltando de siglo y plantándose en su actualidad. Y con ambición porque “uno no puede estudiar el rinconcito en el que vive sin conocer las corrientes que le rodea”, sostenía. Por eso, a partir de los años 90 su bibliografía de más de más de una veintena de títulos se amplió con una historiografía universal que tuvo su primer gran hito en Europa ante el espejo (de 1994, con 12 traducciones) y que remachó de una manera tan espectacular como omnívora en Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945 (2011), seguramente la mejor mirada peninsular a la Guerra Fría y sus consecuencias, y en donde se aprecia el dominio de fuentes, aún con las nuevas tecnologías de por medio, que el ya veterano historiador mantuvo hasta el último día.
Sabedor de su solidez intelectual, no exento de cierta dureza que contrastaba con su generosidad para con estudiantes y entidades populares (a los que solía atender en la mesa de cristal de su domicilio atiborrado de libros y carteles en su modesto barrio de siempre, Poblesec), Fontana nunca rehuyó el debate dialéctico ni se escondió en sus opiniones. Así, no dudaba en señalar que en la Transición española “el juego estaba trucado, se cometieron errores serios: los políticos no estaban dispuestos a defender ya los mismos principios que habían dicho a la gente, ni a luchar por lo que se defendía en la clandestinidad; se le dijo a las fuerzas sociales que ya podían volverse para casa”. Por eso quizá apoyó a la formación de Barcelona en Comú de Ada Colau, cerrando en 2015 simbólicamente su lista: “No eran un partido, querían administrar el Ayuntamiento, no aprovecharse de sus recursos para alimentar el partido como hacen los demás”. O por ello también mostró sus simpatías hacia la CUP, movimiento “limpio y sincero”, si bien con “un programa más para hacer la revolución que para hacer una política parlamentaria y eso es un problema”. Ciudadanos le parecía “de los más peligrosos: es un invento catalán que engarza con la tradición de nuestra gran burguesía, que cuando ve obstaculizados sus intereses, se pasa al enemigo; ya lo hizo en 1936”.
Sabedor de su solidez intelectual, Fontana nunca rehuyó el debate dialéctico ni se escondió en sus opiniones
Con Bertolt Brecht como guía
A pesar de tener la Creu de Sant Jordi en 2006 o haber escrito hace apenas tres años un tan exitoso como inequívoco La formació d’una identitat. Una història de Catalunya (“El ‘Som i serem’ de la sardana La Santa Espina es una línea perdurable de la identidad catalana”; “uno sólo puede separarse si el otro acepta que te separes”; “los catalanes sólo pueden seguir luchando; llevamos así 500 años; no hay otra salida”, ha dicho en diferentes ocasiones sobre el Procés), su contundencia también la dirigió hacia determinado nacionalismo catalán, como el representado por Artur Mas: “Su giro catalanista lo hizo porque era salvador para él”. Del resto del mundo, lo tenía, cómo no, muy claro: veía en la última gran crisis económica “la gran mentira de las políticas de austeridad; se llegó a ella por la degradación de las condiciones de trabajo y la paulatina aplicación de reformas laborales que han eliminado derechos y menoscabado la capacidad de reacción de los trabajadores”, dudaba de la supuesta estabilidad económica actual, veía en la inmigración el gran problema presente y futuro y admitía: “Sí, están ganando los ricos”.
Fiel a su concepto de que “la Historia ha de ser un análisis crítico de los acontecimientos” y de que su estudio “debe ayudar a crear una conciencia de la Historia”, en la pared de su cargadísimo despacho colgaba un poema de Bertolt Brecht que, de algún modo, él con su labor había dado sentido: “Quien todavía esté vivo que no diga jamás: lo que es seguro no es seguro. Todo no será siempre igual. Cuando hayan hablado los opresores, hablarán los oprimidos. El que haya caído, debe levantarse, el que haya perdido, debe luchar. ¿Quién podrá detener al que conoce la verdad? Porque los vencidos de hoy son los vencedores de mañana, y el jamás se va a convertir en ahora mismo”. Decía que le gustaba volver a esas palabras.


Breve entrevista al joven historiador venezolano (23): Javier Blanco (y tercera parte)

La imagen puede contener: 4 personas, incluido Javier Blanco, personas sonriendo, personas de pie y traje
11. ¿Cómo sobrevive (en lo económico, en lo profesional y en lo espiritual) siendo historiador? ¿Se puede ser historiador en Venezuela?

En términos generales, no es posible sobrevivir en Venezuela ejerciendo ningún oficio –al menos, ninguno honesto. Ahora, hay que reconocer que es difícil sobrevivir en el continente americano (con excepción de Chile, Canadá, Estados Unidos y México) como profesor universitario. El profesor es para el Estado meramente un docente que recibe una miseria por horas de clase impartidas –como si no fuese necesario un trabajo previo para impartir una clase. La investigación, aunque ciertamente existen muchos organismos estatales que intentan promocionarla, se produce más por vocación y esfuerzo propio que por la existencia de adecuados estímulos institucionales y profesionales. No es un tema que afecte al historiador exclusivamente. Con respecto a la última pregunta, la verdadera interrogante es ¿se puede ser en Venezuela?

12. ¿Para qué sirve la historia? ¿Tiene futuro el estudio de la historia en general y en Venezuela?

La historia, como otras ciencias sociales, no se puede considerar desde un punto de vista utilitario. No cabe decir si sirve de algo, si es útil o no. Como studia humanitati la historia forma parte de la formación del hombre culto y debe formar parte de la formación de todo aquel que pretenda llamarse ciudadano. Allí donde exista sed de conocimiento allí estarán las ciencias (y entre ellas la historia) para saciarla. El conocimiento no tiene por qué ser útil para llenar el alma, para cultivar las ideas y para hacernos ver y comprender el mundo con otros ojos. Y dondequiera que haya historiadores, habrán historias que contar; y dondequiera que haya quien quiera leerles o escucharles, se cultivará lo que se llama la “conciencia histórica”. Y siempre que queramos comprender el por qué de las cosas, presentes y pasadas, tendrán futuro las ciencias históricas.

13. Si cree que existe la venezolanidad o la identidad venezolana ¿cómo la definiría? ¿La historia de Venezuela ha sido un fracaso? ¿Qué piensa de nuestro presente?

Los nacionalismos, como nos enseña Hobsbawn, son construcciones políticas en las cuales los historiadores han jugado un rol protagónico –aunque existe un texto de E. Palti que cuestiona esta interpretación historiográfica. La creación de archivos nacionales, Academias de la Historia, Cátedras de Historia en la Universidades y la difusión de la educación pública, han sido condición de la posibilidad de la creación de las historias patrias.

La venezolanidad, como toda identidad, es lo que ella misma diga de sí, es lo que se haga de ella, la forma en que se construya. Como hemos visto hoy día, poco importa la veracidad histórica, la historia misma se puede moldear en función de las necesidades políticas. La identidad nacional es un recurso político de movilización y legitimización (esto no quiere decir que la identidad como tal no exista, pues los nacionalismos abrevan de genuinos sentimientos identitarios); su historia es la historia de tantos proyectos políticos que se han impuesto en el país.

La historia de Venezuela es lo que ha sido, no puede juzgarse en términos de éxito o fracaso. Lo que puede juzgarse bajo esa perspectiva son los proyectos que se han emprendido y es difícil valorarlos sin entrar en una diatriba política.

Nuestro presente se tiñe de colores oscuros, porque presenciamos la consolidación de una forma de dominación totalitaria. Dondequiera que estos regímenes han aparecido han dejado una profunda y traumática huella en la memoria de los pueblos. En todo caso, seguir hablando sobre este tema me haría extenderme en demasía.

14. Recomiéndeme más de 2 historiadores noveles y/o jóvenes que deberíamos entrevistar (no olvide darme sus emails, estos no se harán públicos)

Joanna Vergara 
Luis Perrone 
David Petit 

 15. Ahora invente una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.

¿Cuál cree usted que es el lugar de la historia en las ciencias sociales?

La historia se ha caracterizado por una peculiar lucha por su identidad y cientificidad en el campo de las ciencias humanas, y es que a diferencia de otras ciencias no ha resultado fácil determinar su objeto. La pregunta por lo que constituye propiamente lo histórico ha tenido las más variadas respuestas y en la medida en que se considere que esta pregunta no tiene un respuesta clara, tanto más se pone en duda el estatus científico de la historia. Aunque hoy en día el problema de la cientificidad no haga perder el sueño a muchos, pues al contrario ven la cercanía de la historia con la literatura como una fuente de riqueza y, en fin, como una ventaja más que un hándicap, este problema sigue estando presente siempre que se formula la pregunta sobre si determinado texto pertenece al género histórico o no. Puede que después de todo, al final del día toda esta diatriba con sus prolongados antecedentes se deba a una errada concepción de las ciencias –he allí la importancia del conocimiento epistemológico para el historiador. Y es que la división de las ciencias responde a un lenguaje científico ontológico, el cual presupone que cada ciencia debe tener un objeto y que habrá tantas ciencias como objetos de conocimiento. Pero si dejamos de pensar en términos ontológicos (es decir, dando a entender que existen cosas que poseen una esencia que las hace únicas y discernibles de todo lo demás y que esa esencia es aprehensible a través de intelecto) y pensamos más bien que una ciencia se caracteriza por el desarrollo de determinado punto de vista (una distinción directriz) sobre una misma masa de observables, a saber, la sociedad, el problema desaparecería. La historia no tendría que tener un objeto como una parcela de la realidad. La historia se distinguiría de otras ciencias por comprender la sociedad y los asuntos humanos desde una perspectiva temporal. Pero esta visión de las cosas también haría absurda la pretensión de demarcar territorios y de parcelar el conocimiento en compartimientos estancos como las disciplinas, pues acentúa el aspecto colaborativo e interdisciplinar que ha de tenerse en cuenta cuando se quiere comprender la realidad social. Así pues, la formación histórica debe estar presente en los currículos de todas las carreras, mientras que del mismo modo el estudio de la historia exige un conocimiento enorme. Nadie podría llamarse sencillamente “historiador”, sino “historiador de”. En este orden de ideas coincido con Koselleck en que la historia como unidad, la historia total, la historia como singular colectivo, sólo pueden lograrse a costa de ficciones ideológicas que muchas veces terminan sirviendo a siniestros objetivos políticos. ¿Esto significa que ha de renunciarse a una visión de conjunto de los problemas históricos de la sociedad?  No. Pero esta reconstrucción ha de ser necesariamente plural, interdisciplinaria y fragmentaria. En resumidas cuentas, el científico social de hoy en día ha de tener una formación integral.  

16. Puede hacerle una pregunta al entrevistador si lo desea.

Pues nada, te agradezco mucho la oportunidad y me parece excelente esta iniciativa que tienes. Es importantísimo que la comunidad de historiadores nos conozcamos más y sepamos qué hacemos y en qué estamos…y que nos leamos. Esto último lo estimo fundamental y hago también un mea culpa: debemos leernos más entre nosotros; el académico escribe para el académico fundamentalmente, de modo que si entre nosotros no nos leemos la gran perjudicada es la academia venezolana. 

Profeballa finaliza: Te agradezco mucho por tu tiempo y amistad. 

martes, agosto 28, 2018

Directorio de Revistas de Historia con acceso abierto

Tomamos esto de la red para su promoción. 
ESPECIALES

Directorio de Revistas de Historia con acceso abierto

El uso cada vez más recurrente y sofisticado de la web para fines académicos, así como la presión en el mercado laboral académico por publicar en revistas indexadas ha llevado a la expansión del número de publicaciones académicas (journals). Ello a su vez ha derivado en la proliferación de dichos journals así como a su diversidad en cuanto a difusión y criterios de publicación. Mientras cada vez son menos las que se restringen únicamente al papel y siguiendo el método tradicional de acceso en versión impresa a través de la adquisición o la lectura en bibliotecas, la web ha permitido la existencia de dos tipos específicos de journals en cuanto a su acceso.
De un lado, están aquellas publicaciones que se encuentran en bases de datos a las cuales se puede acceder por medio de un paywall. Es decir, a las que se debe pagar o estar suscrito a través de alguna institución para poder descargar el contenido. En años recientes, se ha producido una flexibilización relativa de sus normas, al individualizar el pago (o incluso alquiler) a artículos específicos o por medio de campañas en las que se liberan ciertos números o artículos por un tiempo limitado o permanentemente. Quienes defienden este sistema sostienen que los costos de edición son altos así como el mantenimiento de los sitios donde aparecen los artículos. Sus críticos señalan que estas ganancias no llegan a los responsables directos, como autores y editores de los journals, y que se quedan en los administradores de dichas bases de datos.
Frente a estos journals con paywall, existen las revistas que han decidido liberar su contenido y hacerlo público. No existe un criterio relacionado con la calidad entre quienes tienen contenido abierto o no. En ambos casos hay revistas indexadas y de calidad, con manuscritos que pasan por revisión de pares. En todo caso, se trata de una política de publicación por parte de quienes defienden que el conocimiento debe ser público y que, siendo el mundo académico un espacio restringido, poner una barrera a este conocimiento generado por instituciones científicas reduce aún más el impacto del mundo académico. De modo que el número de journals con acceso abierto ha ido creciendo cada vez más en inglés y en español.
Este Directorio incluye una lista de más de cincuenta journals cuyo contenido es principalmente Historia o que, siendo de Ciencias Sociales, tiene en la Historia un componente fundamental. Es cierto que existen muchos más journals, pero he tratado de incluir los más importantes o los que circulan más. Al lado de cada título he incluido, cuando ha sido posible, la institución que lo auspicia así como el año que ha comenzado a circular. En algunos casos se trata de journals que comenzaron en papel y luego migraron a la web, por lo que no todos los números están completos. En este caso, he anotado el año más antiguo del journal en la web. El enlace que da acceso a los journals lleva directamente al archivo de los mismos, para que el usuario comience a navegar directamente en cualquiera de ellos.
El Directorio de journals con acceso abierto puede ser aprovechada por los académicos de tres formas, entre muchas otras. Una, acaso la más evidente, es la de poder revisar el contenido de diversos journals sin tener que estar suscrito ni por medio de ninguna biblioteca. Pero también puede ser utilizada para animar a publicar sus papers en algún journal que pueda ser leído por un número mayor de personas y sobre todo fuera de sus respectivos países (y si es en otro idioma, mejor aún). Asimismo, quienes estén interesados en hacer un postgrado encontrarán en estos journals una muestra de los temas y las tendencias recientes que se vienen trabajando en diversos países y que pueden ayudar a afinar sus proyectos al postular.
Este Directorio se actualizará permanentemente, con los journals que vayan apareciendo y con las sugerencias que ustedes nos envíen. Para recibir actualizaciones de nuevos números de journals con acceso abierto así como de aquellos que ofrezcan números libres, pueden hacerlo a través de nuestra cuenta en Facebook o en Twitter. Sus sugerencias para mejorar este Directorio son siempre bienvenidas.

Directorio de revistas de Historia con acceso abierto
A Contracorriente. Revista de Historia Social y Literatura (North Carolina State University, 2003)

American Historical Review (American Historical Association, 1895)

América Latina en la Historia Económica (Instituto Mora, 1994)

Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Anuario de Estudios Americanos (CSIC, desde 1994 en la web)

Anuario de la Escuela de Historia virtual (Escuela de Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades, 2010)

Anuario del Instituto de Historia Argentina (Universidad Nacional de La Plata, 2009)

Anuario Instituto de Estudios Históricos-Sociales (Tandil, 1986)

Apuntes. Revista de Ciencias Sociales (Universidad del Pacífico, Lima, 1977)

Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1995 en web)

Atrio. Revista de Historia del Arte (Universidad Pablo de Olavide, 2005

Braziliana. Journal for Brazilian Studies (Aarhus University, 2012)

Cahiers Alhim (Amérique Latine Histoire et Mémoire)

Cahiers des Amériques Latines (IHEAL, CREDA, Université Sorbonne Nouvelle, CNRS, 2008 en la web)

Clío & Asociados (Universidad Nacional de La Plata, 2009)

Contemporánea. Historia y Problemas del siglo XX (Grupo de Estudios Interdisciplinarios sobre el Pasado Presente, 2010)

Cuadernos Chilenos de Historia de la Educación (2013)

Cuadernos de Historia (Universidad de Chile, en web desde 2011)

Debate y Perspectivas (MAPFRE)

Diálogo Andino (Universidad de Tarapacá, 2013)

Diálogos. Revista Electrónica de Historia (Universidad de Costa Rica, 1999)

Educació i Història. Revista d’Histórica de l’Educació (Institut d’Estudis Catalans, 1994)

El Taller de la Historia (Universidad de Cartagena, 2009)

Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe (Tel Aviv, 1990)

Expedições: Teoria da História e Historiografia

Fronteras de la Historia. Revista de Historia Colonial Latinoamericana (Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 1997)

Historia 2.0 (2011)

História: Debates e Tendencias (Programa de Pós-Graduacao em Historia da Universidade de Passo Fundo, 2013)

Histórias, História (Programa de Pós-Graduação em História da Universidade de Brasília, 2013)

Historia y Justicia

Historia y Memoria (Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2010)

Historia y Región (Grupo Interdisciplinario de Investigaciones Sociales y Estudios Regionales, Lima, 2014)

Historia (Universidad Católica de Chile, Santiago, 1961)

História. Imagem e narrativas (2005)

Historia Ambiental Latinoamericana y Caribeña (Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental, 2011).

Historia Caribe

Histórica, Ciências, Saúde-Manguinhos (1994)

Historia Crítica (Universidad de los Andes, 1989)

Historia y Comunicación Social (Universidad Complutense de Madrid, 1996)

Historia y Grafía (Universidad Iberoamericana, desde 2011 en web)

Historia Mexicana (Colegio de México, 1951)

Histórica (Pontificia Universidad Católica del Perú, 1977)

Historien. Revista Acadêmica (Colegiado de História da Universidade de Pernambuco, 2013 en web)

Huellas de Estados Unidos (Universidad de Buenos Aires, 2011)

Iberoamericana (Instituto Ibero-Americano, GIGA Institute of Latin American Studies y la Editorial Iberoamericana/Vervuert, 2001)

Investigaciones Sociales (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1955)

Istor. Revista de Historia (Centro de Investigación y Docencia Históricas, 2000)

Izquierdas. Una mirada histórica desde América Latina (IDEA, Universidad Santiago de Chile, 2008)

Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas / Anuario de Historia de América Latina (Colonia, 1964)

Monções. Revista de Historia (UFMS, CPCX, 2014)

Mosaico. Revista do mestrado em história (Universidad Católica de Goiás, 2008)

Nuevo Mundos / Mundos Nuevos (École des hautes études en sciences sociales, 2001)

Perspectives on History (American Historical Association, en web desde 1998)

Prohistoria (Universidad Nacional del Rosario, 2006

Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad

Revista Brasilera de Historia

Revista Crítica Histórica (Centro de Pesquisa e Documentação Histórica, 2010)

Revista de Estudios Brasileños (Universidad de Salamanca & Universidad de Sao Paulo, 2014)

Revista de Estudios y Pesquisas sobre as Américas (Ceppac, Instituto de Ciencias Sociais, UnB, 2007)

Revista de Historia (Universidade Federale da Bahia, 2009)

HIB – Revista de Historia Iberoamericana (Universia Chile, 2008)

Revista de Historia y Geografía (Universidad Católica Silva Henríquez, 2010 en la web)

Revista de Indias (CSIC, 1996 en la web)

Sociohistórica. Cuadernos del CISH (Universidad Nacional de La Plata, 1996)

Sociología Histórica

Tempo

The Appendix (2012)

Topoi. Revista de Historia do Programa de Pós-Graduacao de Historia Social (PPGHIS) da UFRJ

Trabajadores. Ideologías y experiencias en el movimiento obrero (Universidad de Buenos Aires, 2011)

Trashumante. Revista Americana de Historia Social (Universidad de Antioquía & Universidad Autónoma Metropolitana Cuajimalpa, 2012)
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