martes, junio 05, 2012

El historiador Ángel Rafael Lombardi Boscán analiza uno de nuestros mitos: estamos destinados a ser una potencia


VENEZUELA Y PETROLEO I
 
Existe una parte del alma criolla sobrevalorada que nos ha hecho pensar que un modesto país como Venezuela, de apenas 30 millones de habitantes y con casi un millón de kilómetros cuadrados de territorio, puede aspirar a la grandeza de una Potencia. Sobre un recuerdo deformado nos repetimos una y otra vez que la Patria de Bolívar liberó cinco naciones y acabó con el formidable Imperio Hispano hace doscientos años atrás. Esto último hay que matizarlo, como prácticamente todas las cosas. Ni Bolívar anduvo sólo y esa supuesta grandeza se evaporó ya en el aciago año de 1830 con la muerte del caraqueño y el fin de la Gran Colombia.
 
Desde entonces, y ante un presente infeliz, hemos apelado al discurso compensatorio que nos disculpa de todas las improvisaciones acumuladas, hasta posar nuestro acendrado orgullo en un pasado glorioso siempre redivivo y exculpatorio de todas las calamidades esas que descarnadamente nos desnudan como un pequeño país cuyo atraso es proverbial.
 
El siglo XIX fue la confirmación de una continuidad de logros imposibles, de la persistencia del fracaso de la mano de una violencia primitiva. Nuestro mundo rural terminó siendo una economía de puerto al servicio de las Casas Extranjeras, que a sabiendas de nuestra fragilidad, supieron beneficiarse.
 
Esta historia da un sorpresivo viraje cuando en Mene Grande, en la Costa Oriental del Lago, en el lugar que se conoce como Cerro La Estrella, se activó el Zumaque I en el año 1914, dando inicio formal a la producción petrolera en Venezuela. Con el Barroso II en 1922 se confirma todo el potencial petrolero del país teniendo como asiento de esa producción al Estado Zulia alrededor de la cuenca del Lago de Maracaibo. El crudo que se obtiene es uno de los mejores del mundo: liviano y a poca profundidad.
 
De repente, dirigencia y pueblo, apelaron a una especie de “Destino Manifiesto” criollo bajo inspiración de Bolívar, Dios laico tutelar de todos los venezolanos, para una vez más desarrollar la arrogante idea de que Venezuela podría ser la Potencia de una América Latina condenada a los infiernos.
 
Juan Vicente Gómez (1857-1935), fue el primero en comprender que a través del oro negro, el Estado mimetizado con el Gobierno, tendría las posibilidades de controlar el poder político de una forma ilimitada y sin los modernos contrapesos institucionales. El Petróleo empezó siendo una especie de riqueza inagotable, aún siendo las compañías extranjeras, quienes se aprovecharon de su explotación y comercialización, en ésta primera etapa.
 
Venezuela de país pobre, violento, rural y desarticulado empezó a transitar el camino del urbanismo, la prosperidad, la paz y una industrialización fuera de todos los pronósticos.  
 
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS DE LUZ

Imagen tomada de "tedejo7". 

2 comentarios:

Kepler dijo...

Interesante. Ahora bien: los venezolanos se quedaron traumatizados con el mito del Dorado. Siguen creyendo en esto. Esto viene de antes de que Venezuela se convirtiese en exportadora de petróleo.
Hace tiempo escribí lo siguiente, citando a Humboldt.

El Congo tiene también muchísimos recursos naturales y sigue siendo pobre. Los venezolanos piensan que el asunto es repartir bien los recursos. No. Si los venezolanos comenzasen a sacar cuenta se tendrían que dar cuenta que de ningún modo el petróleo que nos llega podría hacernos ricos. Solo basta con dividir por el número de venezolanos las ganancias que se obtiene.
Un país es rico solamente cuando el ciudadano promedio es competitivo a nivel mundial y tiene un nivel educativo igual o mejor que la del promedio a nivel mundial, cuando vive en un sistema económico sustentable.
Venezuela es pobre. Solo cuando nos demos cuenta de ello comenzaremos a aprender cómo cambiar la situación para bien.

Profeballa dijo...

GRacias por el comentario amigo! Pero en verdad el mito del Dorado seguía existiendo en los siglos XVII-XIX?.
Todos los días o casi, les repito a mis alumnos que no somos ricos, pero es duro luchar contra este mito porque está muy arraigado. Les repito, tal cual, lo que usted ha señalado sobre la riqueza... es un apostolado en el que no debemos descansar hasta que hagamos renacer el valor por el trabajo.
Un abrazo!

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