martes, febrero 08, 2011

Internacionalista venezolana Adriana Boersner analiza los hechos recientes del Medio Oriente

COMENTARIO BLOGUERIL:

¡Felicitaciones Adriana!.

EL NACIONAL - Domingo 06 de Febrero de 2011 Nación/6
El foro del domingo
ADRIANA BOERSNER advierte que ningún régimen es invencible Estados Unidos actuó cuando ya la situación era inmanejable y se declaró a favor de las manifestaciones pacíficas
«Hay mucho camino que andar para una apertura en Medio Oriente»
Ficha personal
INTERNACIONALISTA (UCV), ESPECIALIZADA EN MEDIO ORIENTE MAGISTER EN CIENCIAS POLÍTICAS (USB) PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD METROPOLITANA Y DE LA UCV
CRISTINA MARCANO

Antes de que la ira estallara en la Plaza Tahir, Adriana Boersner estaba atenta a los vaivenes en El Cairo.

En su tesis "Cambios políticos en el Egipto de Hosni Mubarak. ¿Liberalización política o continuismo autoritario?" (2009), la internacionalista resaltaba "la inestabilidad interna del gobierno y la presión en aumento de la sociedad".

Hoy evalúa la crisis egipcia con una cautela más propia de un veterano que de una joven de 26 años. Descarta que el derrumbe de Mubarak sea el inicio de una Glasnot en el Medio Oriente. Y advierte que "todavía hay mucho camino que andar con respecto a una posible apertura o a la instauración de la democracia en la región".

¿Las protestas en Túnez y Egipto ponen en jaque la perpetuación de los gobernantes en la región? ­Definitivamente, estos gobiernos están en jaque y por eso muchos de ellos han puestos sus barbas en remojo. El vocero del parlamento iraní salió a apoyar las manifestaciones porque sabe que pueden tener un impacto allá.

Jordania tuvo que cambiar al primer ministro. Pero, al mismo tiempo, países como Arabia Saudita apoyaron al presidente egipcio y enviaron el mensaje de que no permitirán que les pase lo mismo. Lo de Mubarak impresiona porque era considerado uno de los líderes más fuertes en la región.

Que se vea desestabilizado por estas manifestaciones habla del hastío en Egipto, donde dos tercios de la población son menores de 30 años y nacieron bajo su gobierno.

¿Qué países son menos vulnerables al contagio? ­Los más fuertes: los países del Golfo Pérsico, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar; también Libia e Irán, donde la represión del gobierno teocrático es tal que en 2009 ahorcaron a 30 personas por protestar contra los resultados de las elecciones presidenciales. Son gobiernos que no vacilan.

¿Y por qué no hemos visto esa represión en Egipto? ­Porque Mubarak trató de mantener hasta último momento un cariz democrático para mantener a sus aliados contentos. En 2010, Egipto recibió 1.500 millones de dólares de Estados Unidos. Irán no tiene que rendirle cuentas a nadie. Tampoco el ejército egipcio puede reprimir igual porque la ciudadanía es muy pro militar. Desde que Nasser derrocó al rey Farouk I en 1952, los militares tienen una imagen muy respetada dentro de Egipto. Y para ellos, una cosa es Mubarak y otra los militares, que se han negado a actuar contra la población.

¿Es exagerado el temor de que se instale un gobierno islamista? ­No lo descarto a futuro, pero sí a corto y mediano plazos porque en Egipto los movimientos de base religiosa no son aceptados como partidos.

Tendría que haber una reforma constitucional y eso ahora no es una prioridad. Nasser, Sadat y Mubarak han combatido a los grupos islamistas.

Los Hermanos Musulmanes tienen una base social grande entre los pobres y son una fuerza poderosa. En 2005, en alianza con independientes, obtuvieron 88 escaños en la Asamblea pero en 2010 no lograron ni uno. Además, hay partidos laicos que tienen mucha fuerza como Al-Ghad y el nuevo Wafd. La perspectiva política ahora es un gobierno de transición y nadie apoyará a los Hermanos Musulmanes.

A largo plazo, lo que preocupa es que quieran construir un gobierno de base religiosa, que afectaría a Israel y Turquía, para los que Mubarak era una garantía de estabilidad. Eso traería una desestabilización segura dentro de la región.

¿Cómo evalúa la actitud de Estados Unidos y qué desafíos se le presentan? ­Demoró demasiado en actuar y cuando ya la situación era inmanejable se pronunció a favor de las manifestaciones pacíficas. Eso definitivamente tuvo que ver con la decisión de Mubarak de no optar para un nuevo gobierno. El desafío más grande es tratar de equilibrar la balanza por el asunto geoestratégico petrolero, mantener la seguridad de Israel y que esto no se convierta en un conflicto perenne. EE UU busca que haya un gobierno pro occidental en Egipto y que siga siendo un aliado seguro que contenga el radicalismo islámico. Con un gobierno de transición de El Baradei puede lograrlo. También Aikman Nour, líder del partido Al Ghad, sería un presidente pro occidental pero con reservas.

¿Estas protestas pueden, en lugar de alentar una apertura, hacer que se refuerce la represión? ­Algunos países han anunciado reformas, como Yemen y Jordania, pero son pequeños cambios para calmar a la población en esta coyuntura y a la larga volver a poner mano dura. Hay una liberalización momentánea por la situación que se vive, pero no es algo que vaya a ser permanente.

Los países que han sido represivos no se van a dejar doblegar por manifestaciones.

Serán aun más represivos, limitarán más a Internet y la libertad de expresión.

¿Qué peso tuvo Internet en estas revueltas? ­40% de la población egipcia es analfabeta y vive con menos de dos dólares al día. Otro 20% vive con menos de un dólar. Sólo 20% tiene acceso a Internet y apenas 7 millones de 83 tienen cuentas en Facebook y Twitter. Los sistemas de información permiten movilizaciones, pero muchos sobredimensionan a Internet.

Las redes sociales tienen un efecto limitado.

-¿Qué lecciones deja esta crisis? -La principal lección es que ningún régimen puede creerse invencible tras implantar gerontocracias y políticas represivas. Los gobiernos en el Medio Oriente creen tener el control total de sus pueblos, que viven bajo condiciones paupérrimas, con políticas autocráticas, dinásticas y dictatoriales. El hartazgo de los pueblos comienza. La segunda lección es que la juventud pelea por ideales que distan mucho de las revueltas nacionalistas y anti occidentales de los años cincuenta.

Piden cambios prácticos, de gobierno, para salir de las precariedades sin importar la religión. Por último, hay una lección no sólo para la región sino también para Europa y EE UU: apoyar regímenes autocráticos como el de Egipto refuerza los sentimientos anti occidentales.

Fotografía: Sandra Bracho

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