COMENTARIO BLOGUERIL:
El subrayado es nuestro, y no se pierdan la lista Pinoiturrieta de los intelectuales de nuestra historia. ¿Cuál será la excepción a la que se refiere Elías Pino al referirse a los intelectuales chavistas?.
Entrevista // Elías Pino Iturrieta, historiador
"Los intelectuales están en la tribuna"
"Resulta más atractivo el intelectual que se convierte n promotor de una metamorfosis"
"Los intelectuales están en la tribuna"
"Resulta más atractivo el intelectual que se convierte n promotor de una metamorfosis"
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ EL UNIVERSAL
lunes 8 de noviembre de 2010 12:00 AM
No era fácil la tarea. Se trataba de un ejercicio de autoevaluación. Uno de los intelectuales más importantes del país, presidente de la Academia Nacional de la Historia, docente y escritor, debía revisar en qué andan sus pares venezolanos.
¿Han guardado silencio por conveniencia o aturdimiento? ¿Dónde está la reflexión, más allá de la protesta del día? ¿Hay propuestas de país? En una serie de entrevistas se intentará mostrar el resultado de este ejercicio. Pino Iturrieta hizo el suyo... y no tiene desperdicio.
-¿Cuál debería ser el rol del intelectual en una sociedad?
-Tienen la obligación fundamental de pensar desde la perspectiva y las obligaciones de su oficio y de su especialidad. Es su vocación o su misión. Para eso se formaron, para eso están en el mundo. Con dos orientaciones predominantes: un pensamiento universal y, si se quiere, aséptico, determinado esencialmente por la necesidad de saciar un saber y de crear conocimientos relacionados con ese saber; y un pensamiento comprometido con la realidad de la cual forman parte, tras el cometido de cambiarla o de evitar que cambie.
Más Rufinos que Laureanos
-Resulta más atractivo el intelectual que se convierte en promotor de una metamorfosis y en vocero de reformas esenciales para la sociedad, pero el otro, el que se empeña en mantener y legitimar determinado tipo de situación, aún aquella que no tenga buena prensa, también cumple una función de evidente trascendencia. Quizá se pueda mostrar el contraste con cierta claridad acudiendo a un ejemplo: Rufino Blanco Fombona y Laureano Vallenilla Lanz. El primero gana las simpatías de la posteridad por sus luchas contra la tiranía gomecista, mientras el otro las pierde por su apoyo a la misma tiranía. Sin embargo, forman una pareja formidable en el campo de la ensayística y de las letras venezolanas. Yo prefiero a don Rufino y no quisiera imitar a don Laureano, pero no estoy seguro de quién de ellos haga de segundo ante el otro.
-¿Cree que los intelectuales están cumpliendo con su rol en la Venezuela de hoy?
-Hoy tenemos más Rufinos que Laureanos. Los Laureanos han desaparecido debido a que el Gobierno no tiene sino plumarios, repetidores de consignas, copiones de una anacrónica cartilla marxista y asiduos a la adulación, con alguna excepción. Alguien como el autor de Cesarismo Democrático no existe entre los seguidores del régimen, es decir, alguien que piense con entusiasta autonomía, y escriba libros o ensayos serios en defensa de la hegemonía reinante. El establecimiento de un personalismo excesivamente grosero es un valladar casi infranqueable para los hombres de pensamiento.
-¿Quiénes han sido, a su juicio, los pensadores emblemáticos del país?
-Me atrevo con una muestra mocha y sujeta a revisión: Fermín Toro, Juan Vicente González, Antonio Leocadio Guzmán y Cecilio Acosta (postrimerías de la Independencia); Valentín Espinal, Pedro Gual, Julián Viso y Pedro José Rojas (Federación); Jesús Muñoz Tébar, Luis López Méndez, Lisandro Alvarado, José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz y Julio C. Salas (último tercio del siglo XIX); Rómulo Gallegos, Caracciolo Párra Pérez, Mario Briceño Iragorry, Alberto Adriani y Mariano Picón Salas (postgomecismo); Úslar Pietri, Rodolfo Quintero, Rómulo Betancourt, Juan Liscano, Luis Castro Leiva y Jesús Sanoja Hernández (ya más en nuestros días), entre otros muchos. Venezuela se ha pensado con solvencia, constancia y no pocas veces brillantez a través de sus intelectuales. Por eso me atreví con esta nómina incompleta. No en balde circula a veces la idea de un pueblo superficial que no se ha detenido en las faenas de la reflexión, en el oportuno examen de conciencia.
-Para muchos, los pensadores han asumido dos actitudes en la polarización: o callan de manera cómplice o se vuelven reactivos ¿Cree que es así?
-Silencio no hay, en lo más mínimo. La producción editorial de autores venezolanos lo atestigua, tal vez una de las más arrolladoras y masivas de la historia de Venezuela. Los libros se venden porque los lectores los compran, porque les interesa su contenido. La presencia de catedráticos, escritores y ensayistas en los medios de comunicación indica lo mismo.
Intelectuales en sintonía
-Más aún: me atrevo a sugerir que existe una sintonía pocas veces experimentada entre los intelectuales y un gran conglomerado. Sin llegar a atrevimientos en torno a su real influencia -pues en general tienen mayor capacidad de provocar conductas populares los líderes políticos y los protagonistas habituales de la televisión y la radio-, están en la tribuna y son capaces de ofrecer mensajes que se salen de la retórica habitual y de los entendimientos superficiales. No creo que protagonicen un comportamiento reactivo debido a que han demostrado la voluntad de hacer inmensos espacios en su quehacer cotidiano, en la investigación y la escritura, que constituyen su asunto primordial, para atender la solicitación de su tiempo. Más todavía, han establecido contactos con colegas del exterior para advertirles sobre la situación del país y para lograr su atención y su colaboración. Tal esfuerzo demuestra recurrencia, en lugar de intermitencia.
-¿Dónde están los nuevos Cabrujas, Juan Liscano..?
-Están en todas partes, en bandada. No hacen el viaje efímero de una sola golondrina, según he tratado de describir antes. Claro que no forman ni pueden formar un partido político, ni controlar un periódico o una revista de gran circulación, pero no rumian a solas sus reflexiones, se encuentran con sus pares cuando se deben encontrar y cantan en coro cuando deben cantar así. De allí la dificultad de que se pongan, en conjunto, a hacer un proyecto de país nacido del seno de sus preocupaciones y de la solvencia de su formación profesional, y también lo cuesta arriba que resulta pedirles un cometido de tal naturaleza... Sólo me atrevo a asegurar, un poco como juez y parte, que se puede constatar una presencia y una respuesta del ámbito intelectual ante los problemas de la república, y que no existe sino para quienes no la quieran encontrar. Hablo de los intelectuales de oposición, desde luego. A los del oficialismo hay que buscarlos en los rincones, y ponerse a esperar su renuente aparición. agomez@eluniversal.com
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