Según el calendario chino, este es el año del tigre: ¿cuál cree usted que es el augurio?
Yo no tengo nada qué decir de eso. Pregúntele eso mismo a Eduardo Fernández, a ver qué le dice.
¿Cuál es su lema de vida?
Cape diem: disfruta el día.
Artículos de opinión de los historiadores
Transcribimos el artículo del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábado en El Universal.
Entrevista realizada a Carlos Balladares por Aymara Díaz (2ª año de Comunicación Social de la UMA).
1) Dado a que este año se celebra el bicentenario y el gobierno está haciendo mucho alarde y publicidad sobre esto, nos podría explicar: ¿qué significa el bicentenario para los venezolanos? y ¿cuál cree usted que es el motivo por el cual el gobierno le hace tanta propaganda a este acontecimiento?.
Te respondo primero lo último. Es normal que todo Estado haga celebraciones en las fechas redondas. Se puede decir que es una tradición de la humanidad esta costumbre de celebrar con mayor pompa los años terminados en cero. En Venezuela fueron famosas las celebraciones del centenario y bicentenarios del nacimiento de Bolívar y las de la Independencia entre 1910 y 1930. Pero muy especialmente estas fiestas se realizan para justificar la acción del Estado; y muy especialmente para legitimar la existencia del mismo. El Estado venezolano celebra estas fechas para recordar el fundamento de su existencia: nace del proceso de Independencia. Por otro lado, los gobernantes buscan mostrar su propia versión de la historia, y estas celebraciones se prestan para ello. Lo ideal es que el Estado estimule las celebraciones pero dejando la iniciativa organizativa y muy especialmente el desarrollo de los temas a la sociedad. Esto es algo que no ha pasado, y mucho menos ahora. En todo caso, la sociedad organizada, muy especialmente el sector cultural del país hará toda una fiesta basada en la meditación de dichos hechos, y el camino recorrido.
En relación al significado del bicentenario, creo que todo científico social, e incluso toda persona respetuosa de los demás, debe tener cuidado al realizar generalizaciones. Por tanto, yo no puedo señalar con certeza el significado de cualquier fenómeno social para una comunidad de 30 millones de personas. Cada persona tiene una idea; cada grupo, región, ideología, institución. Somos un país diverso. Se pueden tener aproximaciones sobre las tendencias mayoritarias, o de ciertos sectores. En ese sentido, considero que las mayorías en Venezuela tienden a tener poca memoria histórica. Es por ello, que esto de celebrar el Bicentenario tiene poca importancia para el común. Los problemas inmediatos como la inseguridad, el agua, la luz y los pequeños (pero importantes) afanes diarios son más importantes. No creo que el Bicentenario le quite el sueño a las mayorías. En cambio, como historiador (y hablo sólo por mi, y quizás por algunos colegas) considero que tiene (y debería tener para todos) una gran importancia. Si las condiciones se dieran, sería un momento ideal para que meditemos colectivamente el camino recorrido desde nuestra fundación republicana. Podría ser un tiempo de balances.
2) Hace 200 años se firmó uno de los tratados para independizar Venezuela y que los venezolanos fuésemos libres. ¿Cree usted que actualmente los venezolanos somos libres?
Me imagino que con “tratados” te refieras a las actas del 19 de abril de 1810 y la del 05 de julio de 1811. En ese sentido podemos decir que fueron decisiones pactadas que significaron un cambio radical. Me parece maravilloso que hables de ellos, y no de la guerra. Digo esto porque soy del pensar, como una parte de los historiadores venezolanos, que fue un movimiento civil en sus inicios, que luego fue defendido por las armas. La independencia fue iniciativa civil y no de los guerreros. Esto es algo que debería de guiar, en mi opinión, las celebraciones.
Sobre tu pregunta, te digo que es sumamente difícil de responder, porque debemos partir del concepto de libertad. Si entendemos por tal: libres de influencia extranjera, soberanos. No sé qué país lo sea en este mundo globalizado. Si un país libre es el que es gobernado por los nacidos en su suelo, pues tenemos 200 años libres y lo seguimos siendo. Si una nación libre es la que logra que sus ciudadanos puedan disfrutar de las libertades individuales conocidas como los derechos humanos, la cosa entonces se pone aun más difícil. Hay que preguntarle a cada venezolano. Yo creo que cada día tenemos menos libertades. El miedo nos domina, y por tanto nos paralizamos al actuar. El miedo a salir a la calle, a protestar, a opinar diferente a la línea establecida por el actual gobierno, a circular por el país, a desarrollar la actividad económica que deseemos, y muy especialmente: el miedo a seguir viviendo en este país.
3) Debido a que usted se especializa en historia de Venezuela: ¿usted cree que toda la situación por la cual está pasando Venezuela actualmente sea consecuencia de las cosas que han pasado a lo largo de nuestra historia?
Por supuesto que sí porque todo lo humano es histórico; pero no podemos olvidar que la historia es también la acción libre de cada uno de nosotros en el tiempo. Existe una influencia del tiempo pasado, pero al final somos libres. Es algo que no se puede olvidar nunca. No podemos culpar exclusivamente a nuestro pasado de lo que hoy padecemos. Debemos recordar una y otra vez la responsabilidad que tenemos en nuestras vidas, como personas y como sociedad. La situación actual es fruto fundamentalmente de las decisiones de la mayoría de los que hoy viven en el país. Lo ideal es decidir en libertad; apoyándonos en las tendencias positivas, valorativas, e identitarias de nuestra tradición histórica. Nuestra historia demuestra que a pesar del dominio de diversas formas de personalismo político (caudillismo, dictaduras, militarismo, clientelismo, autoritarismos en general), también existe una tradición civilista, republicana, liberal, democrática, igualitaria y solidaria. Si nuestra historia es una balanza y en cada plato está el peso de cada tendencia que te describí, la pregunta que debemos hacernos es: ¿En cuál deseamos poner el peso de nuestras decisiones?.
4) ¿La historia se esta repitiendo en Venezuela?
No, la historia no se repite. Esa es una visión ya superada en la interpretación de la historia, pero que queda en la cultura popular. Lo único que se repite en la historia es que es hecha por seres humanos que siempre han tenido ciertas necesidades biológicas, sociales y espirituales. Nada más. La historia no se repite porque poseemos la experiencia del tiempo, una acumulación que nos permite mirar cada época con una perspectiva diferente.
Entrevista por Víctor Salmerón en El Universal de hoy a Héctor Silva Michelena, miembro de la Academia Nacional de Ciencias económica. El subrayado es nuestro.
"Es absolutamente demencial tratar de revivir al socialismo"
"Para el proyecto la innovación es el conuco, las comunas; es ir hacia atrás, la vuelta al pasado"
Tomás Polanco Alcántara y el destino de una vocación
Desde muy joven me domina una acentuada curiosidad por desentrañar el origen y el desarrollo de una vocación. Naturalmente, me inquieta lo contrario: qué pasa con quien no la tiene, cómo vive, qué le entusiasma. Dos caras de la misma moneda: a unos los mueve un destino; otros sobreviven a su falta. Es importante distinguir entre una vocación y una obsesión. La primera, por lo general, conduce a que quienes vuelan con ella dispongan de su tiempo, administren la voluntad y, finalmente, concluyan las obras con las que sueñan. La obsesión, por su parte, es quijotesca, domina todos los ámbitos y conduce a la imantación de la realidad por parte de un solo conducto. Es disolvente. Tomás Polanco Alcántara alimentó una vocación que no fue temprana ni tardía, sino de la madurez. Si trabajamos con su hoja de vida, como lo hizo su biógrafo Rodrigo Lares Bassa, tocaremos el cuerpo de algunos datos significativos para la comprensión de su aventura de conocedor de la vida de los otros. Me adelanto a señalar que no ha habido otro biógrafo en Venezuela que haya abordado el análisis de más vidas, y con mayor documentación, que Polanco Alcántara. Paso revista al siglo XIX y no advierto otro igual en su tarea; me detengo en la centuria pasada y tampoco. ¿Quién ha escrito once biografías de venezolanos, en la mayoría de los casos, de dilatadas extensiones y suficientemente documentadas? Que yo sepa, nadie. Por ello, si alguien en Venezuela se granjeó el título de biógrafo con absoluta legitimidad, ese fue Polanco Alcántara.
Su obra, que si la calificamos de monumental no exageramos ni un ápice, fue publicada entre 1979 y 2002. Es decir, en apenas veintidós años, los que se corresponden con la tercera y última etapa de su vida, si la dividimos en tres partes de veinticinco años, de un hombre que vivió setenticinco. Para 1979, Don Tomás contaba 52 años, entonces ya tenía años impartiendo asignaturas en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela y en la de la Universidad Católica Andrés Bello, además de haber sido profesor de Historia en colegios de bachillerato; ya había sido Embajador de Venezuela en Chile, España y en las Naciones Unidas, en Ginebra. Por supuesto, su prole de nueve hijos, habidos con su esposa y compañera de siempre, María Antonia Fernández, ya eran entre jóvenes adultos y adolescentes. Para entonces, el ejercicio profesional del Derecho había sido su ámbito de realización personal, junto con la docencia, así como las artes de la diplomacia, aunque las desarrolló por un quinquenio (1969-1974), apenas. En otras palabras: el hombre que va a hallar su destino de biógrafo a partir de sus cincuenta años, tiene en su haber una dilatada experiencia docente; un acendrado ejercicio del Derecho en sus facetas administrativas, contractuales y bancarias; un intenso, breve y brillante paso por la diplomacia. ¿Alguna de estas tareas desempeñadas con acierto, presagiaban que se entregaría a la tarea de biógrafo de la manera empeñosa y absoluta como lo hizo? No específicamente, pero sí en otro sentido: ya Polanco se avenía con la escritura. Su bibliografía jurídica era para entonces importante y sostenida. Desde finales de la década de los años cincuenta publicaba monografías, estudios, tratados sobre Derecho administrativo y constitucional y, si colocamos la lupa en ellos, advertiremos que la pasión por la historia venezolana ya se imbricaba con el Derecho. Luego, sus tareas de Embajador fueron propicias para la reflexión escrita acerca de personajes de nuestra historia. El Libertador, Miranda, Bello, fueron objetos y sujetos de sus disertaciones.
EL NACIONAL - Sábado 13 de Febrero de 2010 Papel Literario/4
"El pasado tiene su lugar" Ana Teresa Torres (Caracas, 1945) es narradora y ensayista. También es Miembro de Número de la Academia de la Lengua. Ha publicado, entre otras, las novelas Doña Inés contra el olvido (1992), Malena de cinco mundos (2000), Los últimos espectadores del acorazado Potemkin (1999) y El corazón del otro (2004). En esta edición se ofrece a los lectores una conversación con la autora a propósito de su reciente título La herencia de la tribu. Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana
DIAJANIDA HERNÁNDEZ G. Y VIRGINIA RIQUELME (FOTOGRAFIA: BELINDA UZCATEGUI)