sábado, mayo 16, 2009

Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) opina sobre el chavismo y su tendencia al autoritarismo

Artículos de opinión de los historiadores

Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en
El Universal.

¿Cuál es el límite?

¿Hasta dónde pueden llegar el desafío y la asfixia de un hombre con nombre y apellido?

Tal vez sólo se lean a continuación lugares comunes. Sin embargo, no parece baldío poner en negro y blanco ciertas ideas susceptibles de contar con auditorio sobre las cosas que nos rodean, pero también capaces de llamar la atención sobre la necesidad de acabar con la paciencia que nos ha guiado como sociedad ante la necesidad de atender las conminaciones del entorno cada vez más desafiante y asfixiante en el cual nos ha metido el régimen.
¿Hasta dónde pueden llegar el desafío y la asfixia? El límite tiene nombre y apellido, en principio: Hugo Chávez. Como nunca en la historia de Venezuela, Chávez resume en su persona un cúmulo de autoridad que lo convierte en régulo de todas las decisiones que conciernen a la vida pública, pero también a la mayoría de las disposiciones y de las conductas de la vida privada. Su dominio absoluto sobre el resto de los poderes y el logro cada vez más avasallante de una hegemonía sobre las actividades económicas, sobre la circulación de ideas, sobre la enseñanza de la juventud, sobre las formas culturales de expresión y aún sobre las diversiones, lo convierten en un fenómeno inusual en una sociedad que se ha familiarizado con el fenómeno del personalismo. Pese al desfile ya antiguo de mandones que se han pavoneado en su pasarela, el país no se había sentando a ver a ninguno que exhibiera con tanta ostentación su predominio sobre la ciudadanía y las ganas de extenderlo hasta la plenitud de una satisfacción cuyos confines únicamente dependen de lo que disponga su capricho sin considerar siquiera el consejo de quienes lo rodean, mucho menos el parecer del pueblo. Si se agrega el hecho de que semejante aceleración hacia el establecimiento de imperio personal cuenta con un soporte evidente en amplios sectores, no va descaminado quien mire con insistencia hacia el detentador de la mandonería para calcular las fronteras de un proyecto de dominación.
El asunto está en averiguar si el manejador del garrote está dispuesto a guardarlo en el escaparate porque se hartó de usarlo, o porque clausuró la lista de sus garrotazos, o porque oyó por fin la voz de unos consejeros prudentes a quienes ha puesto a dar carreras en el apuntalamiento de un trono en cuyos cojines jamás sentarán sus dóciles posaderas. Partiendo de la experiencia de una década no parece plausible que semejante portento pueda ocurrir, que repugne de pronto al estómago del goloso un menú cuyos platos han sido motivo de deleite y resorte para banquetes inéditos, o para manjares desconocidos pero soñados en una mesa cada vez más opulenta y atentamente servida. Como siente que es dueño de una vigorosa salud pasa veloz frente al consultorio del dietista, pone kilómetros de distancia frente a la bulimia y debe frecuentar recetas contra la anorexia, como si fuera la templanza un demonio que busca la perdición de su alma. Por consiguiente, pierde el tiempo quien mire hacia la persona sacrosanta en espera de que ponga fin a un inagotable apetito de poder, a una sed incontenible de disponer del destino y de los bienes ajenos. De allí que no pueda convertirse en límite de nada, a menos que sea víctima de una locura que no parece probable en una cabeza que viene pensando con la debida pausa los capítulos de una peripecia cuyo propósito es la elevación individual en términos exclusivos.
Así las cosas, y pasando de una perogrullada a otra, no queda más salida que buscar el límite en la otra orilla. Y en la otra orilla está la sociedad venezolana, o una parte de ella cada vez más numerosa. Un espejo en el que nos podamos reflejar con amplitud registrará la imagen de un conjunto de sujetos que ha preferido contemplar el espectáculo de su propia sujeción, o que ha militado en el partido de la indiferencia, o que no es capaz de comprender lo que sucede frente a sus narices o, en el más indulgente de los predicamentos, se ha equivocado en el encuentro de fórmulas capaces de conducir a la recuperación de la dignidad perdida en unos tremedales formados por la irresponsabilidad y el desacierto. Esa irresponsabilidad y esos desaciertos se han convertido en alfombra para la coronación de un insólito monarca que apenas se parece de lejos a sus antecesores porque encarna una peculiaridad capaz de trasformarlo en escollo formidable para el republicanismo. Esa peculiaridad hace que, pensándolo sin ligereza, no se esté frente a un lugar común ni se escriba sobre hechos corrientes, sino ante el rompecabezas más arduo de la historia contemporánea. Esa historia puede y debe tener límite, pese a que todavía no lo hemos encontrado. La redacción viene ahora en plural, y no quiere ser un ejercicio de escritura sino el llamado de atención sobre un desafío colectivo, o sobre ejemplos como el que representa el respetado amigo a quien se ha dedicado la columna de hoy.
Para Nelson Bocaranda Sardi, en días aciagos

6 comentarios:

Anónimo dijo...

He leído con mucha paciencia el artículo del señor Pino Iturrieta. He dicho paciencia, porque es muy necesario tenerla, para soportar tantos calificativos. Justamente el señor Pino empieza con unos los adjetivos (blanco y negro)que están siendo erradicados de la cultura del venezolano en el "réeegimenn" del presidente Chávez. He oido hablar desde hace mucho tiempo de estew "historiador" y nunca como ahora había leido articulos como este. Debo recordarle a este señor, que la historia no empezó cunado llegó Chávez al poder producto de las debilidades de muchos como él. Chávez llega al poder porque la comandita formada por los supuestos grandes partidos adeco-copeyanos desarmaron el espíritu nacional en todos los sentidos.
No existe tendencia al autoritarismos en Venezuela y no lo puede haber, cuando la impunidad en la aplicación de la ley permite que los enemigos del pueblo venezolano y se pudiera decir del gobierno de Chávez, caminan libremente por las calles de las principales ciudades de venezuela. De ser cierto el autorismo, Chávez los mandaría a poner preso, porque tuviera bajo su cotrol los tribunales de la injusticia.
El señor Pino jamás dijo nada durante los 40 años de los desgobiernos adeco-copeyanos. ¿Y porque no dijo nada? esa es una pregunta necesaria. El señor Pino formó parte de todo ese circulo de aduladores de estos gobiernos. Para su pluma como supuesto "escritor", jamás existieron los desaparecidos, los juicios amañados, los exiliados políticos, los presos abandonados a su suerte en la cárcel de "La pica" en el estado oriental de Monagas. Los expedientes avalados por los tribunales del gobierno de turno, para aplicar la ley de vagos y maleantes a los enemigos, los miles y miles de niños de la calle que deambulaban en la miseria por nuestras ciudades más importantes, los ancianos pidiendo que se les reconocieran sus pensiones de vejéz, el abandono de la educación que se reflejó en más de 2 millones de analfabetas, y asi, muchas otras cosas, que eran un reflejo del autoritarismo de regimenes perversos que utilizaron la ignorancia de nuestro pueblo para hacer y deshacer. Otras de las cosas que nunca han existido para el señor Pino ha sido la corrupción, porque el mismo convalidaba esto, porque le permitiía darse una excelente vida de burgués. Esa pluma de escritor, solo existió para dar loas a los gobiernos, represivos, autoritarios, verdaderamente autoritarios de sus amigotes, que ya hoy no están en el gobierno. Y sus lágrimas como viuda del puntofijismo, mojan lentamente la lápida donde quedaron enterrados o sepultados para siempre, los restos de los desgobiernos adeco-copeyanos. Esas lágrimas, jamás serán suficientes para volver a sumergir a este pueblo en la inopìa y alejarlo de la política. "No volverán"...

PRofeballa dijo...

Estimado señor Anònimo chavista: gracias por su comentario, puede enviarlo, ademàs, al historiador (el correo del mismo està en el artìculo).

No le entiendo su frase: "la comandita formada por los supuestos grandes partidos adeco-copeyanos desarmaron el espíritu nacional en todos los sentidos." En mi opiniòn, y lo que he estudiado sobre la historia polìtica reciente; comprendo la llegada de Chàvez por la pèrdida de representatividad de estos dos partidos, y en general del sistema de partidos, y por lacrisis econòmica generada desde los setenta por la incapacidad de producir riqueza que posee el modelo rentista petrolero; el cual por cierto sigue funcionando en la actualidad. En esto Chàvez no ha hecho absolutamente nada para superarlo, al contrario, hoy en dìa somos màs dependientes del petròleo ¿o acaso no ha visto las cifras de importaciòn y exportaciòn?.

En Venezuela SI EXISTE TENDENCIA AL AUTORITARISMO, y no es por Chàvez, sino por nuestra historia centrada en un fuerte personalismo, si revisa nuestra historia observarà que hemos vivido màs tiempo en dictadura que en democracia. Sòlo desde 1958hasta mediados de esta dècada vivimos en democracia. Esto es algo que todo historiador serio acepta.

No entendì ¿què es lo que permite que "los enemigos" (frase lamentable) estèn por la calle?: ¿la impunidad o la faltade autoritarismo?. Que yo sepa existe varios opositores presos, otros inhabilitados polìticamente, otros en el exilio y otros perseguidos diariamente, y otros que no pueden obtener un empleo en el Estado porque son crìticos de este gobierno. Yo conocì la democracia de AD yCOPEi, en esos tiempos los antiguos guerrilleros (enemigos de la democracia) podìan tener empleo en el Estado y caminaban lìbremente por las calles.

¿Usted tiene la prueba de que el historiador EPI no criticò los defectos de la democracia de adecos y copeyanos?.

Sobre los niños de la calle, usted parece decir que hoy en dìa no existen ¿Serà que no vive en Venezuela? Porque yo cada dìa veo màs niños de la calle, mendigos, pobres y ranchos, y las cifras lo confirman.

En algo estamos de acuerdo, que los corruptos, asesinos y dictadores de la historia de Venezuela ¡no deben volver jamàs!. Pero para eso van a tener que irse tambièn los actuales gobernantes de Venezuela.

José Ignacio Caballero dijo...

Algo me decía que este ALIAS "Anónimo" estaba actuando bajo un guión detrás de ese seudónimo. Bien hecho Profesor pero no siga malgastando tan claro mensaje y conceptos de nuestra verdadera historia política contemporánea en responder a provocadores de oficio. Por personas como esas (...///...) cada día la violencia en nuestras calles exarcerba el aforismo que hay en el colectivo, convirtiendo a la sociedad venezolana en un campo de batalla descontinuado y absolutamente vergonzoso ante los tiempos de modernidad y desarrollo humano que actualmente vivimos.

Y Usted, señor o señora con el desbaratado nick antes descrito, revise primero bien lo que desea escribir en su mente antes de escribirlo. Es sólo un consejo.

Profeballa dijo...

Estimado amigo Josè Ignacio: gracias por su comentario, pero creo en la palabra y en la discusiòn sincera y pacìfica; auqnue sè que esta gente sòlo cree en la violencia. En todo caso se deben agotar siempre los caminos de paz, y de paso, son los ùnicos que tenemos los civiles.

José Ignacio Caballero dijo...

Le pido disculpa Profesor no fue mi intención utilizar esta columna para rivalizar con sus visitantes, e igual pido se haga extensiva la misma hacia la persona que haya resultado ofendida con mis palabras.

Profeballa dijo...

No se preocupe Don Josè,se puede expresar con plena libertad. Usted no ha dicho nada malo,al contrario.
Gracias por sus comentaros. No lo olvide: DIGA LO QUE LE DE LA GANA. No creo que ofenda a nadie, y a muchos que andan por ahì (los intolerantes, los violentos, los que estàn destruyendo el paìs) hay que CANTÀRSELAS BIEN CANTADAS, PARA QUE RESPETEN!

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