Autor: Carlos Balladares Castillo
No se puede comprender la acción de gobierno de Rafael Caldera sin antes hablar del “puntofijismo”, un proyecto de país formulado por las fuerzas políticas que hicieron realidad el derrocamiento de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez (1953-1958) y la transición y consolidación de la democracia durante sus primeros quince años (tres gobiernos: Rómulo Betancourt: 1959-64, Raul Leoni: 1964-69, y Rafael Caldera: 1969-1974). Se le llama “puntofijismo” por sustentarse en el Pacto de Puntofijo firmado en 1958 y entre las principales partidos democráticos: Acción Democrática, Partido Socialcristiano COPEI y Unión Republicana Democrática; los cuales se comprometieron a darse mutuo apoyo con el fin de conservar la democracia frente a los posibles ataques de los extremismos ideológicos, y especialmente: el hacer realidad un plan de gobierno sustentado en amplias políticas que se concretarían de manera gradual cualquiera sea el partido que ganara las elecciones (en palabras extraídas del propio pacto se puede leer: “Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance”). Es por ello que se puede concluir que cada una de las diferentes gestiones de gobierno de AD y COPEI, en especial durante los primeros quince años, fueron parte de este gran proyecto. Las grandes políticas se centraban en la redistribución de la riqueza petrolera y el desarrollismo (crecimiento hacia dentro, desarrollo de la industria manufacturera nacional), por medio de la nacionalización petrolera, la masificación de la educación, política de sustitución de importaciones, construcción de obras públicas, pleno empleo, y reforma agraria. El gobierno de Caldera fue fiel a este plan y lo cumplió a cabalidad.
En medio de la megapolìtica puntofijista ¿cuáles fueron las metas particulares del gobierno de Caldera?. La respuesta está en su plan de gobierno y en sus primeros discursos como Presidente, muy especialmente en el de toma de posesión (Oficina Central de Información, 1970, Metas de Venezuela). En ellos señala tres objetivos: Paz política y social, la promoción del hombre (mejoramiento de la calidad de vida, y el fortalecimiento de las sociedades intermedias), y el desarrollo económico y social (diversificación de la economía). A pesar de dar continuidad a las grandes metas del puntofijismo, como ya hemos dicho, no fue un gobierno más; tal como dice el historiador Diego Bautista Urbaneja: “El gobierno de Rafael Caldera trae, en relación con los 2 gobiernos anteriores de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, significativas novedades” (2000); no fue un continuador ni mucho menos un gobierno que no cumplió lo que prometió.
En lo referente a la primera promesa: pacificar el país después de una década turbulenta, signada por el terrorismo y los asesinatos entre venezolanos por causas políticas; era una realidad para 1974. A pesar de la oposición de AD a esta propuesta, se había logrado que las principales fuerzas guerrilleras se desmovilizaran; y los partidos históricos que la respaldaron fueran legalizados (PCV: 1969, MIR: 1973) y e incorporados a la vida civil y política. El gobierno de Caldera dio el primer paso para que los antiguos guerrilleros fueran parte de la vida nacional, acción que permitió que dichas personas nunca, después de la pacificación, fueran segregadas por sus ideas políticas. Así fue como luego las veremos incluso trabajando para el Estado, a la vez que sostenían ideas radicales. La Digepol (policía política), protagonista de numerosos atropellos a los derechos humanos, fue eliminada. Se decretó la amnistía de los líderes guerrilleros (CARTAY RAMÍREZ, G.; 1978; 320-325). Sobre esta la pacificación el historiador Diego Bautista Urbaneja señala: “la decisión de Caldera de ampliar y llevar hasta su término la pacificación es de gran importancia y requirió el despliegue de interesantes formas de «artesanía política», así como grandes dosis de voluntad y continuidad” (2000).
En medio de la megapolìtica puntofijista ¿cuáles fueron las metas particulares del gobierno de Caldera?. La respuesta está en su plan de gobierno y en sus primeros discursos como Presidente, muy especialmente en el de toma de posesión (Oficina Central de Información, 1970, Metas de Venezuela). En ellos señala tres objetivos: Paz política y social, la promoción del hombre (mejoramiento de la calidad de vida, y el fortalecimiento de las sociedades intermedias), y el desarrollo económico y social (diversificación de la economía). A pesar de dar continuidad a las grandes metas del puntofijismo, como ya hemos dicho, no fue un gobierno más; tal como dice el historiador Diego Bautista Urbaneja: “El gobierno de Rafael Caldera trae, en relación con los 2 gobiernos anteriores de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, significativas novedades” (2000); no fue un continuador ni mucho menos un gobierno que no cumplió lo que prometió.
En lo referente a la primera promesa: pacificar el país después de una década turbulenta, signada por el terrorismo y los asesinatos entre venezolanos por causas políticas; era una realidad para 1974. A pesar de la oposición de AD a esta propuesta, se había logrado que las principales fuerzas guerrilleras se desmovilizaran; y los partidos históricos que la respaldaron fueran legalizados (PCV: 1969, MIR: 1973) y e incorporados a la vida civil y política. El gobierno de Caldera dio el primer paso para que los antiguos guerrilleros fueran parte de la vida nacional, acción que permitió que dichas personas nunca, después de la pacificación, fueran segregadas por sus ideas políticas. Así fue como luego las veremos incluso trabajando para el Estado, a la vez que sostenían ideas radicales. La Digepol (policía política), protagonista de numerosos atropellos a los derechos humanos, fue eliminada. Se decretó la amnistía de los líderes guerrilleros (CARTAY RAMÍREZ, G.; 1978; 320-325). Sobre esta la pacificación el historiador Diego Bautista Urbaneja señala: “la decisión de Caldera de ampliar y llevar hasta su término la pacificación es de gran importancia y requirió el despliegue de interesantes formas de «artesanía política», así como grandes dosis de voluntad y continuidad” (2000).
Imagen: Presentación de la obra de Tito Salas "Los Causahabientes" en la sala de Consejo de Ministros de La Casona.
4 comentarios:
¡Lo felicito! Es una un excelente aporte para la compresión de la Historia venezolana del Siglo XX, que por reciente, no ha sido todavia muy bien abordado ni tratado por la historiografía contemporánea. Ud. Se convierte en un humilde y audaz pionero. Saludos.
Gracias hermano!
Excelente y precisa información. Muchas gracias.
A su disposiciòn. Me alegra que le guste. Gracias por la visita.
Publicar un comentario