Historiografía
Inés Quintero es la encargada en la década de los noventa de realizar la voz “caudillismo” en Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar, y para ello se basa fundamentalmente en dos autores en lo que respecta a su concepto: Domingo Irwing (1988) para definir caudillo y Diego Urbaneja (1975) para caudillismo (lo cual ya hemos hecho anteriormente). El caudillo es una jefatura política personalista basada en el control de una hueste armada que obedece a sus designios y que determina su capacidad de negociación en la disputa por el poder, realidad que se sostiene en su carisma y cuyo ejercicio del poder es independiente de las normas institucionales; su área de influencia es la localidad donde surgen las redes de lealtades que le permiten formar su ejército privado, y ejercer su poder personalista, político y guerrero. En torno a las causas enumera 7 causas como el autonomismo regional, la incapacidad de imponer un poder central, por la geografía y la dificultad de las comunicaciones, la debilidad de las fuerzas armadas, la ausencia de un mercado nacional, el modelo agroexportador, y la indisciplina social generada en la larga guerra de independencia. La autora establece una serie de etapas que describen el desarrollo histórico del caudillismo en Venezuela que coincide con la historiografía nacional, la cual establece como período de plenitud de 1859 a 1870, y las décadas siguientes su debilitamiento hasta su desaparición en 1903. No atiende lo relativo a los caudillos de origen popular.
Graciela Soriano de García-Pelayo ha dedicado grandes esfuerzos al estudio del personalismo político en Hispanoamérica; su obra fundamental es El personalismo político Hispanoamericano en el siglo XIX (1996), en misma señala que el caudillismo es una de las tantas formas del personalismo (despotismo oriental, la tiranía griega, la dictadura romana, el cesarismo, el pretorianismo, la realeza medieval, la “signoria”, el absolutismo monárquico, el bonapartismo, el fascismo, el estalinismo, los militarismos actuales, y el caudillismo), el cual a su vez posee como causa principal la debilidad institucional generada por el “desarrollo discrónico” (coexistencia en un mismo tiempo de diferentes niveles de desarrollo político) de nuestras sociedades. El cuadillismo es una forma de “pluralismo político espontáneo” que se fundamenta en el prestigio de los jefes (carisma que permite la obediencia de la masa) y en la fuerza de las armas (factor para la obtención y conservación del poder) (SORIANO, G. 1996.; 56). Muchas veces este prestigio y fuerza se potenciaba por las lealtades personales (compadrazgos, etc.) y la relación entre poder y riqueza de las economías de carácter natural o señorial (Op. Cit.; 57). La autora advierte que el sistema caudillista o caudillismo debe diferenciarse del caudillo o caudillaje, porque no siempre la existencia de caudillos (los que son capaces de lograr la lealtad de una masa, y por lo general poseer o poder formar un ejército privado) significa que aparezca el caudillismo, que no es más que “un sistema de supra y subordinación a la manera de pirámide de poder (…) a través de cadenas de lealtades personales” (Ibid). Soriano recomienda (o advierte) que el estudio del caudillismo no puede reducirse a este concepto, sino más bien debe ampliarse al de personalismo para luego comparar todos los ocurridos en Hispanoamérica para poder de esa manera identificar cada fenómeno y crear las tipologías necesarias. Por ser un estudio conceptual y metodológico, no se refiere al caudillo de origen popular.
Elías Pino Iturrieta (1944) ha escrito gran cantidad de libros, en especial sobre el siglo XIX venezolano; entre ellos ha dedicado uno especialmente al tema del personalismo político: Nada sino un hombre (2007), en el cual no utiliza el término caudillo sino que sigue la perspectiva más amplia de Graciela Soriano, y explora el origen del mismo en la colonia; dedicando la mayor parte de su estudio a la guerra de independencia y al personalismo de Bolívar. El autor parte de la idea del personalismo como “fenómeno constante en la historia de Venezuela”, pero que se consolida en el momento fundacional de la nación (la ruptura con España). Es en estos años que aparecen “individuos” que nunca antes influyeron en la sociedad pero que no eran extraños como fenómeno; debido a que su origen no sólo está en la guerra sino en una idea de sociedad desigual por naturaleza (superiores gobiernan a inferiores), y en la que unos pocos deben mandar al resto considerado inepto, realidad que se fortalecerá por el uso de la violencia de los primeros sobre los segundos. En el conflicto de independencia se dará el vínculo entre los “hombres de armas” y las “clases humildes”, los primeros tendrán el monopolio del poder pero protegerán y serán justos con los más débiles; aparece de esta forma un “personalismo paternalista” que intentará enseñarnos ser republicanos pero sin abandonar nunca el poder (el ejemplo será Bolívar). El caudillo de origen popular es reconocido por el autor, al señalar que el personalismo aparece en la independencia sin distinción social; pero que aprovecha su posición de poder para ascender y vincularse con las clases altas.
En la historiografía existe un relativo acuerdo en torno a la definición de caudillismo más no así en lo que se refiere a sus causas, de igual forma se sigue valorando el aporte o perjuicio de la acción del caudillo. Se han estudiado los grandes caudillos nacionales, en cambio la historiografía no ha dicho casi nada de los caudillos regionales o locales, y mucho menos de su ascenso social por la vía de su acción militar y política.
Graciela Soriano de García-Pelayo ha dedicado grandes esfuerzos al estudio del personalismo político en Hispanoamérica; su obra fundamental es El personalismo político Hispanoamericano en el siglo XIX (1996), en misma señala que el caudillismo es una de las tantas formas del personalismo (despotismo oriental, la tiranía griega, la dictadura romana, el cesarismo, el pretorianismo, la realeza medieval, la “signoria”, el absolutismo monárquico, el bonapartismo, el fascismo, el estalinismo, los militarismos actuales, y el caudillismo), el cual a su vez posee como causa principal la debilidad institucional generada por el “desarrollo discrónico” (coexistencia en un mismo tiempo de diferentes niveles de desarrollo político) de nuestras sociedades. El cuadillismo es una forma de “pluralismo político espontáneo” que se fundamenta en el prestigio de los jefes (carisma que permite la obediencia de la masa) y en la fuerza de las armas (factor para la obtención y conservación del poder) (SORIANO, G. 1996.; 56). Muchas veces este prestigio y fuerza se potenciaba por las lealtades personales (compadrazgos, etc.) y la relación entre poder y riqueza de las economías de carácter natural o señorial (Op. Cit.; 57). La autora advierte que el sistema caudillista o caudillismo debe diferenciarse del caudillo o caudillaje, porque no siempre la existencia de caudillos (los que son capaces de lograr la lealtad de una masa, y por lo general poseer o poder formar un ejército privado) significa que aparezca el caudillismo, que no es más que “un sistema de supra y subordinación a la manera de pirámide de poder (…) a través de cadenas de lealtades personales” (Ibid). Soriano recomienda (o advierte) que el estudio del caudillismo no puede reducirse a este concepto, sino más bien debe ampliarse al de personalismo para luego comparar todos los ocurridos en Hispanoamérica para poder de esa manera identificar cada fenómeno y crear las tipologías necesarias. Por ser un estudio conceptual y metodológico, no se refiere al caudillo de origen popular.
Elías Pino Iturrieta (1944) ha escrito gran cantidad de libros, en especial sobre el siglo XIX venezolano; entre ellos ha dedicado uno especialmente al tema del personalismo político: Nada sino un hombre (2007), en el cual no utiliza el término caudillo sino que sigue la perspectiva más amplia de Graciela Soriano, y explora el origen del mismo en la colonia; dedicando la mayor parte de su estudio a la guerra de independencia y al personalismo de Bolívar. El autor parte de la idea del personalismo como “fenómeno constante en la historia de Venezuela”, pero que se consolida en el momento fundacional de la nación (la ruptura con España). Es en estos años que aparecen “individuos” que nunca antes influyeron en la sociedad pero que no eran extraños como fenómeno; debido a que su origen no sólo está en la guerra sino en una idea de sociedad desigual por naturaleza (superiores gobiernan a inferiores), y en la que unos pocos deben mandar al resto considerado inepto, realidad que se fortalecerá por el uso de la violencia de los primeros sobre los segundos. En el conflicto de independencia se dará el vínculo entre los “hombres de armas” y las “clases humildes”, los primeros tendrán el monopolio del poder pero protegerán y serán justos con los más débiles; aparece de esta forma un “personalismo paternalista” que intentará enseñarnos ser republicanos pero sin abandonar nunca el poder (el ejemplo será Bolívar). El caudillo de origen popular es reconocido por el autor, al señalar que el personalismo aparece en la independencia sin distinción social; pero que aprovecha su posición de poder para ascender y vincularse con las clases altas.
En la historiografía existe un relativo acuerdo en torno a la definición de caudillismo más no así en lo que se refiere a sus causas, de igual forma se sigue valorando el aporte o perjuicio de la acción del caudillo. Se han estudiado los grandes caudillos nacionales, en cambio la historiografía no ha dicho casi nada de los caudillos regionales o locales, y mucho menos de su ascenso social por la vía de su acción militar y política.
¿Qué nos faltó revisar en esta historiografía sólo por ser una primera aproximación? Los autores venezolanistas como Robert Gilmore (1964) Caudillism and Militarism in Venezuela 1810-1910; y tantas obras de extranjeros que se han preocupado por el siglo XIX venezolano, junto a todos los autores iberoamericanos o no que estudiaron fenómenos relativamente parecidos en todo el continente tales como John Lynch (1993) Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850. Entre los historiadores venezolanos no consultamos a Domingo Irwing (1988). “Unas definiciones de caudillo y caudillismo”, Zully Chacón (1992) “Clío y siquis, o una visión del caudillismo en Venezuela”, Miguel Izard (1979). “Tanto pelear para terminar conversando: el caudillismo en Venezuela”, Gastón Carvallo (1995). Próceres, caudillos y rebeldes: crisis del sistema de dominación 1830-1908, Tomás Polanco Alcántara (1998). “Páez y el caudillismo del siglo XIX”, entre otros.
7 comentarios:
QUE PORQUERIA ESTA PAGUINA MIREN A VER SI LA ELIMINAN QUE ORRIBLE PAGUINA MAS MALA PAR DE INECTOS
Muy buena pagina, tiene datos interesantes para aquellos a quines les interesa saber sobre la historia y sobre cultura. Aprecio los aportes del autor.
Qué risa el primer comentario!.
Muchas gracias al segundo, y al primero también. Lo que pasa es que no podré satisfacer su opinión. Me gusta tenerla, simplemente no debe entrar a mi página y ya.
comentarios como el primero son los que amenan estas paginas!!jajajajajaja...lo q mas me gusto fue "ineCtos"
y gracias por las aclaraciones hechas en el escrito..
dios xfa dale la oportunidad al primero q escribio q vaya a la escuela xq da pena!!!! no opine xq da verguenza
es maaaaaaaaaaaaaaalaaaaaaaaaaaaaaaaa esta pagina
Es malísima!!. Con no visitarla tiene.
Por más que se queje, y así se quejara el 99,9% de toda la humanidad no la cerraría. Simplemente la tengo porque me da la perrísima gana. Así de simple.
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