(Segunda parte de la entrevista, y el próximo viernes tenemos a la profesora Suzuky Gómez).
8.
¿Cuál fue su primer escrito como historiador o cuál fue el que más le gustó? ¿A
quién se lo dedicó?
Mi
primer trabajo publicado de historia intelectual fue sobre la polémica sobre la
libertad de cultos en la Caracas de 1811, que apareció en la revista del
Instituto Maritain. Eso fue en 2001, y fue el núcleo a partir del cual inicié
mi investigación doctoral, que comencé como estudiante de pregrado. Esa pieza
no la dediqué a nadie, pero eventualmente mi tesis tuvo varias páginas de
justos reconocimientos. Siempre hay a quien agradecer, especialmente con algo
que parece poco práctico y que requiere tanto tiempo separado de la rutina
normal de cualquier trabajo.
Un
trabajo al que le tengo especial afecto ha sido uno sobre “El Copiador”, un
digesto conservador y furibundo del padre José Cecilio Ávila, que tiene
comentarios muy coloridos.
9.
¿Cuáles son sus ritos cuando se dedica a escribir sobre historia? ¿Escribes de
noche o de día, con música, te acompañas de objetos especiales, lo haces en un
lugar específico, etc.?
Me
gustaba escribir en las mañanas, pero la vida no se acomoda a esta labor. No
tengo la largueza de un trabajo como investigador, y la docencia y lo
administrativo toman más tiempo. Eso sí, prefiero hacer esquemas muy detallados
a mano (en bolígrafo, sobre blocks a rayas), tras una completa investigación y
acumulación de datos, y proceder con un frenesí de escritura que no necesite
muchas correcciones. Sólo así comienzo ante la página en blanco. Mi esposa
Diana y mi hija Clara son especialmente respetuosas y cariñosas con estos
procesos, en los que suele acompañarme mi gata Greta.
10.
¿Qué tiempo diario o semanal le dedica a la historia? ¿Qué está leyendo en este
momento? ¿Qué lee por lo general?
No
tengo cómo contabilizarlo, porque uno siempre está revisando notas para clase.
Y como tengo poca paciencia para la ficción, suelo leer algo histórico o de
filosofía política antes de acostarme, y dedicó mucho tiempo navegando internet
por vínculos relevantes sobre lo que hablamos en clase, y cosas que piquen mi
curiosidad, las cuales comparto por redes sociales eclécticamente. No debería
eso tomar tanto tiempo, pero las redes dan validación -y crítica- inmediata y
eso es adictivo.
En
este momento tengo en mi mesa de noche tres libros que voy alternando, y que me
han tomado más de lo acostumbrado: “Revolutionary Ideas: An Intellectual
History of the French Revolution from The Rights of Man to Robespierre” de
Jonathan Israel; “Temporada de Golpes: Las insurrecciones militares contra
Rómulo Betancourt” de Edgardo Mondolfi; y “Nixonland: The Rise of a President
and the Fracturing of America” de Rick Perlstein.
11.
¿En qué proyectos sobre historia está ahora?
Dos
cosas: estoy tratando de organizar mis notas de clase para una introducción al
pensamiento político en Venezuela desde 1810 hasta hoy (que me abruma porque
cada monografía que aparece me hace sentir que es un trabajo de brocha gorda,
como corresponde a esos libros generales), y una investigación sobre la visita
de Richard Nixon a Caracas en 1958, con sus repercusiones en la dinámica
política de la naciente democracia. Esa crisis encuentro determinante al sino
trágico de la izquierda marxista, y a la vez reveladora de clivajes no siempre
aparentes en los trabajos sobre el espíritu unitario de 1958.
12.
¿El historiador debe leer literatura? ¿Qué otras disciplinas debería conocer el
historiador?
Para
saber escribir ha de haber leído, aunque recomendaría más los ensayos que la
narrativa; entre nosotros creo que los historiadores que mejor escriben –sin
excluir a otros, esta es sólo mi opinión- son Edgardo Mondolfi, Diego Urbaneja
y Tomás Straka, quienes están disciplinados y embellecidos por el ensayo del
periodismo de opinión. Debe tenerse una cultura suficiente para conocer
referencias relevantes a lo estudiado. Así que depende de sus líneas de
investigación. Pero conocer de dinámica social y económica nunca hace daño, y
eso sólo es comprensible con un aparato conceptual disciplinado. De otro modo,
leerá hechos sin saber cómo se conectan. Nada es azar.
13.
Además de la Historia, ¿tiene otros gustos, placeres o vicios?
Me
gustan el cine (no el cine histórico, con el que tengo una relación de
amor-odio), la caricatura y el béisbol. Las dos primeras dan grandes evidencias
históricas, especialmente sobre creencias y prejuicios, y el último refleja
parte de lo que nos resulta valioso. Hay muy buenos trabajos sobre la
caricatura y el humorismo en Venezuela, y mucho puede hacerse desde la historia
social y cultural del deporte; también sería muy útil una historia electoral de
Venezuela a través de las caricaturas políticas, al modo de la que ha hecho la Political
Cartoon Society en el Reino Unido.
14.
¿Cómo es su relación con las redes sociales e internet en general? ¿En qué
puede ayudar el internet a la historiografía? (si tiene twitter nos gustaría
conocerlo y divulgarlo si le parece).
Mi
relación es excesiva, y si bien he conocido gente fascinante, no es muy
conducente al trabajo tal como yo las uso. Eso puede mejorar. Dicho esto, la
digitalización creciente de archivos es una bendición para el investigador, que
debe sin embargo cuidar su relevancia. Con la facilidad creciente para una
erudición por vía digital, esta se hace insuficiente para destacarse.
También
las redes ayudan a promocionar investigaciones y establecer vínculos con otros
investigadores y personas del público que puedan colaborar. Ojala en las redes
apareciera gente que haya estado por ahí cuando vino Nixon, para abordarla...
Mi cuenta de twitter es @GTAveledo
15.
¿Cómo sobrevive (en lo económico, en lo profesional y en lo espiritual) siendo
historiador? ¿Se puede ser historiador en Venezuela?
Vivo
de mi trabajo docente y administrativo, y aunque he recibido apoyo cuando he
tenido que concentrar más esfuerzos en investigación, si dejara lo anterior por
ésta, sería casi imposible vivir. La UNIMET me ha ayudado proveyendo ese trabajo,
sin dejar de estimular generosamente la investigación del mejor modo posible
para una Universidad privada que no desea ser meramente docente (y aquí tenemos
muy buenos investigadores, como Laura Febres, Edgardo Mondolfi, María Magdalena
Ziegler, María Eugenia Perfetti, Napoléon Franceschi...). Todo esto
considerando cómo han colapsado los sueldos académicos en Venezuela, es de
agradecer.
Hay
historiadores muy prolíficos que tienen una gran carrera literaria y son
bestsellers (las colecciones de Alfa con Elías Pino, Germán Carrera, Manuel
Caballero, Inés Quintero y los ensayos de Rafael Arráiz, son ejemplos a
aspirar), pero nuestro mercado literario no es poderoso como para sostener
muchísimos estudios históricos, de alta calidad y accesibilidad. Claro, un
libro normal suele venderse por 20$, y ése se ha convertido en un precio
inalcanzable para los lectores. Los libros académicos sufren de problemas de
distribución masiva, pero no creo que algo mío llegue a ser muy comerciable.
16.
¿Qué profesión u oficio ejercería de no ser historiador? ¿Abandonaría su
profesión de historiador? ¿Por qué?
Mi
oficio es la docencia, y eso no lo abandonaría. Mi experiencia en la
consultoría privada no fue cómoda, aunque más lucrativa. Y como sólo la
docencia permite hacer activa la investigación, no me veo fuera de este campo.
Más joven fui caricaturista, lo cual sigo rasguñando aquí y allá.
17.
¿Para qué sirve la historia? ¿Tiene futuro el estudio de la historia
en general y en Venezuela?
Los
hechos pasan, y seguirá habiendo material para registrar y estudiar. Pero hay
tres amenazas: la mengua del historiador profesional, gracias al colapso de la
carrera académica; el amateurismo, que le sigue a lo anterior gracias a la
entrada de personas con medios e interés pero sin formación técnica; y por
último, la presión creciente hacia una historia oficial: al matar los centros
independientes de academia, sólo hallarán apoyo institucional las
investigaciones sancionadas por la verdad oficial.
18.
Si cree que existe la venezolanidad o la identidad venezolana ¿cómo
la definiría?
Somos
un país en el que conviven varias culturas e historicidades, como en todo este
extremo Occidente (este es un cliché, pero si es un cliché que han abordado
Pedro Manuel Arcaya, Augusto Mijares, Mario Briceño Iragorri y Manuel Briceño
Guerrero, estamos en buena compañía). Pero nuestra peculiaridad es el petróleo
y su consecuente compra acelerada del futuro, nuestra desatención a los
esfuerzos de largo plazo porque la renta siempre nos salva. No hay hecho más
determinante, para bien o para mal. Esa es nuestra excepcionalidad, y la que
arropa a todas nuestras etnias.
19.
¿La historia de Venezuela ha sido un fracaso? ¿Qué piensa de nuestro presente?
Es
muy pronto para decirlo, pero la pretensión de ser una República democrática no
ha sido cumplida, salvo en lapsos muy cortos. Estamos, entonces, en deuda con
esa vieja aspiración. Lo notable es que pese a todas las tentaciones y
presiones para lo contrario, esa siga siendo una aspiración relevante. Por otro
lado, hoy, no habiendo realmente sino núcleos inconexos de poder, especialmente
poderes fácticos y no institucionales, con grandes capacidades económicas y de
fuego, el muy básico contrato social entre la sociedad y el Estado está en
entredicho. Y sin eso, sin unidad política, ¿existe Venezuela? No hay una
cultura, una etnia, una "pureza" nacional que nos sirva de ancla; hay
mucha mitología que compulsivamente oculta bochornos.
20.
¿Qué debemos hacer con el culto a Bolívar y la Historia Patria?
Estudiarlo
y desmontarlo, y demostrar que la historia es el choque de diversas agendas
inconclusas, sin un final último ni predeterminado. Quitarle a la historia su
carácter de tribunal con el fantasma ciego de Simón Bolívar como justicia,
porque Bolívar es uno más.
21.
¿Qué recomendaría a los noveles historiadores?
Sería
muy presuntuoso recomendar otra cosa que ser un poco parricidas: sólo así
avanza el conocimiento. No hay texto ni historiador sagrado, aunque es bueno
mantener ese parricidio con urbanidad.
22.
Recomiéndeme más de 2 historiadores noveles y/o jóvenes que deberíamos
entrevistar
Ya
tienes a varios en tu colección entrevistados. Pero recomiendo a los
historiadores intelectuales Luis Daniel Perrone y Javier Blanco, de la EEPA.
Sócrates Ramirez, que ha dedicado esfuerzos al octubrismo. Olga González-Silén,
que ha hecho su carrera en EEUU, con atención al régimen colonial y en especial
a la crisis de la Capitanía General. Maria Eugenia Perfetti de la UNIMET,
experta en la historiografía hispanoamericana. Arturo Lev, que hace su
doctorado en Argentina, y ha reforzado aspectos de la historia local mirandina.
Germán Guía, con temas de historia militar, de la USB. Y Pedro Correa, quien ha
estudiado entre otras cosas el humorismo en Venezuela. Y, claro, tú mismo...
Vista
la lista, conozco a muchos vía redes sociales. Lo cual habla bien del medio.
23.
Ahora invente una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.
¿Es
el mundo académico meritocrático? Aspira a serlo, no sin honestidad. Pero hay
ocasiones en que ventajas de género, sociales, familiares, que silenciosamente
se imponen. Yo he sido injustamente beneficiario de ellas, con extraordinaria
suerte. No me enorgullece, así que debo trabajar más.
24.
¿Qué otras preguntas deberíamos hacer en esta entrevista? ¿Cuáles consideran
que deberían eliminarse o modificarse?
No,
en absoluto. Gracias por tu generosidad, que me ha hecho conocer a muchos
colegas.
25.
Puede hacerle una pregunta al entrevistador
¿Cómo
logras tus "ayunos feisbuquenses"?
Respuesta del entrevistador: Profeballa: Relativamente fácil: lo cierras y tiras la llave. Ahora en serio: le pido a mi esposa que cambie la contraseña y no me la diga ni en la mayor crisis de abstinencia. Ella lo cumple. Es fundamental para poder concentrarme en la escritura que como docente a tiempo completo solo puedo dedicar los tiempos de vacaciones.
Querido Guillermo Tell: he disfrutado y aprendido con tu entrevista. Sin duda eres uno de los amigos que han influido en mi vida académica y espiritual. "¡Gracias totales!"
2 comentarios:
Excelente entrevista, sin desperdicio, Guillermo es un hombre de historia, de muchas ideas en pocas palabras, me gusta la forma como aborda una palabra que se está extinguiendo y creo que morirá en manos de la V república, la meritocracia, debemos salvarla junto a muchos valores y principios, ya la historia nos dará la razón.
Excelente entrevista. Guillermo se subestima mucho y afortunadamente tiene Amigos y colegas que le hacemos ver lo contrario. ¡Bien por Guillermo!
Gracias Carlos por estas entrevistas. Este espacio ha hecho posible que conozcamos talento en una área como la Historia :)
Publicar un comentario