viernes, septiembre 09, 2011

Benito Pérez Galdós: "Trafalgar"

Autor: Carlos Balladares Castillo

Publicado en: Código Venezuela

Pérez Galdós en Trafalgar

Un humilde joven nos cuenta como España dejó de ser potencia marítima en 1805

En mi niñez me gustaba mucho una pequeña plaza cerca de la avenida Victoria de Caracas, que tenía un señor con traje, corbata, bastón y un perro a sus pies. Siempre que pasaba frente a ella me quedaba viéndola, e incluso descubrí que los bancos tenían unos escudos que tenían los nombres siguientes: La Gomera, Tenerife, La Palma. Más adelante descubrí que el señor del perrito era el escritor Benito Pérez Galdós (1843-1920) y la plaza estaba dedicada a su persona y a su tierra natal: las Islas Canarias. ¡¿Cómo es posible que a pesar de este primer encuentro, tuvieron quepasar tantos años para que yo leyera a este gran escritor de nuestra cultura?! Y digo nuestra porque “para mí el Atlántico no es abismo sino puente”, y es el mismo “territorio de la Mancha” (Carlos Fuentes dixit).

Así ocurrió, pero gracias a mi reciente pasión por la literatura de mar en especial de la era de la vela (1750-1850); después de mi desencanto con “Cabo Trafalgar” de Pérez Reverte, busqué la primera novela de su serie: “Episodios Nacionales”, llamada también “Trafalgar”. Me ha resultado apasionante y agradable, porque al estar narrada en primera persona (tanto protagonista como testigo) nos da la impresión de que Gabriel de Araceli (“Gabrielillo” porque en esta primera novela es niño y adolescente) está sentado en la sala de nuestra casa contándonos como España fue arrastrada al desastre por el “Príncipe de la paz” y amante de la reina: Manuel Godoy (1767-1851).

Pérez Galdós opina de política y da sus “ideas filosóficas” a través de sus personajes, e incluso graciosas predicciones del futuro como la invención del acorazada. Pero también nos transmite el ambiente de la época en que el pueblo estaba decepcionado de un rey incapaz, que aceptaba la perjudicial alianza con Francia, y por tanto a los caprichos imperiales de Napoleón Bonaparte. Alianza que llevó a la derrota en Trafalgar, y que significó el dominio definitivo de los mares por la Armada Británica, y el fin de España como parte de las potencias marítimas. Fin que ya era algo inevitable por la incapacidad de construir barcos al mismo ritmo que Inglaterra, por la falta de entrenamiento de sus marinos, y la ausencia de estímulos para sus oficiales (no se beneficiaban de las capturas y poseían bajos sueldos si es que les llegaban a pagar).

La primera mitad de la novela es la narración de la vida del protagonista, desde sus humildes orígenes hasta que se escapa de la leva (reclutamiento forzado de la armada) al ser “adoptado” como criado por una familia de un viejo marino que vive soñando con volver a alta mar. El viejo logrará su sueño y se lleva consigo a Gabriel, el cual poco a poco se termina enamorando de la vida de abordo y nacen en él dos principios: el honor y el patriotismo. En la otra mitad se relata toda la batalla (a las horas que suben al “Santísima Trinidad) con lujo de detalles, incluso mucho más crudos que otras narraciones náuticas (Patrick O’Brian, por ejemplo); hasta el regreso de Gabriel a la casa de sus “amos” (a partir de acá decide irse a Madrid, y nos hace una invitación a la siguiente novela con la frase: “¿Queréis saber mi vida entera? Pues aguardad un poco, y os diré algo más en otro libro.”).

El texto no expresa una hispanofilia exagerada, al contrario, Gabriel descubre la patria pero está dispuesta a reconocer otras patrias, y la valentía de los ingleses y los franceses, en especial del almirante Nelson. Sus descripciones de los capitanes españolas son maravillosas, no se pueden dejar de nombrar a Churruca, Álava, Galiano y Gravina.

Finalizo con la magnífica descripción de la estrategia de Nelson y la causa de la victoria inglesa, que le hace un marino a nuestro personaje:

“Nos derrotó por partes, atacándonos en dos fuertes columnas dispuestas al modo de cuña (…). Nos envolvió y nos dividió, y nos fue rematando barco a barco, de tal modo, que no podíamos ayudarnos unos a otros, y cada navío se veía obligado a combatir con tres y cuatro.” Porque como dijo Nelson: “la cabeza no podía ir en auxilio de la cola”.

2 comentarios:

José Ignacio Caballero dijo...

Leer cualquier entrada de "Venezuela y su Historia" es como acceder en una atmósfera intelectual sin cerrojos, dispuesta para nosotros de muy buena manera, objetiva y clásica.

Saludos Profe...hoy estamos de cumple, pero ahí voy...paso corto pero firme!

Un abrazo!

J.I.

Profeballa dijo...

Feliz cumpleaños amigo!! Todo lo mejor! Gracias por el piropo a mi blog.

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