Cátedra Pío Tamayo
Centro de Estudios de Historia Actual
IIES / FACES / UCV
FORO
LA SITUACIÓN POLÍTICA ACTUAL
¿VAMOS HACIA UNA GUERRA CIVIL?
El cuadro de la política nacional es cada vez más compleja y difícil. Este ex país está inmerso en una creciente violencia cuyos límites nadie puede visualizar. Porque una sociedad polarizada, tomada por el enfrentamiento determinado por el encono, el odio y la capacidad de destrucción, no puede menos que producir las más lamentables e hirientes situaciones.
Y cuando esa violencia adquiere tono de imposición adquiere los niveles de la guerra. Se trata de dos bandos en pugna por la dominación de un determinado cuadro económico, social, político y militar.
Por lo general estas confrontaciones se producen en medio de escenarios definidos por la descomposición, en la cual permanece desdibujada la imagen de la institución civil, a la que se le ve progresivamente unida a fracciones militares. Es entonces el enfrentamiento de dos partes que exhiben proyectos políticos e ideológicos contrapuestos. ¿Es éste el caso de la Venezuela actual?
¿Ya estamos lanzados aquí por la senda de una guerra que destruya buena parte de lo que nos queda en pie? ¿Quienes son los verdaderamente interesados en el estallido de una guerra interna de hermanos?
¿Se beneficiaría la llamada revolución bolivariana, martiniana, fidelista, maoista, cheguevarista, zamorana, socialista y marxista-leninista de una guerra civil? ¿Estamos en los prolegómenos de esa guerra?
¿Es esta la solución a la profunda crisis que determina hoy a Venezuela? ¿La Venezuela de los ganadores en medio de un gran baño de sangre será el territorio poblado por gente sana y buena que rompió con su pasado de destrucción?
¿En qué experiencia la guerra de cualquier denominación o sentido ha producido dividendos aprovechables para el crecimiento y mejoramiento de una sociedad? ¿Significa esta posibilidad un cuadro inédito en la llamada historia republicana de este ex país?
Y ante el cuadro de militarización que adelanta el régimen vigente, procede preguntar respecto a la dirección en que apuntan los organismos militares y paramilitares que ha puesto a andar la "revolución".
¿Una milicia y unas guerrillas para la guerra formal? ¿Componentes militares para la unidad cívico militar puesta y dispuesta para una guerra tendente a liquidar la otra parte, la ‘oligarca-escuálida’?
¿Hasta dónde se pretende llevar este interminable derramamiento de sangre?
PONENTES
DOUGLAS BRAVO
CARLOS CANACHE MATA
JOSÉ MACHILLANDA PINTO
MODERADOR
AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ
LUNES 01 DE FEBRERO DEL 2010
SALA “E” / 6 pm
Coordinadores
Agustín Blanco Muñoz / Mery Sananes / Danielita Barrolleta
Tlfs 6052536 / 6052563 (0416) 638-7320 (0414) 333-6515
abm333@gmail.com / merysananes@gmail.com / dbarrolleta@gmail.com
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domingo, enero 31, 2010
¿VAMOS HACIA UNA GUERRA CIVIL? (Foro de la Cátedra Pío Tamayo, mañana lunes 01)
¿Qué es el chavismo? Intolerancia (II)
…PRIMER DÍA SIN ESTEBAN : La gente realmente no puede creerlo y comienza a vivir un estado de confusión. Grupos armados pro gobierno (anterior) destruyen lo que queda del país (que afortunadamente era muy poco)…
Algunos ya completamente enloquecidos siguen aplaudiendo en Miraflores y gritando UH AH… Martha Colomina y Miguel Ángel Rodríguez toman la plaza Bolívar con un grupo de motorizados y cercan a Lina Ron… Venevisión se declara antichavista furibunda.
…PRIMER MES SIN ESTEBAN : Algunos todavía no reaccionan, pensando que va a regresar en cualquier momento. La gente comienza a dejar de comprar dólares como locos. El grueso de los militantes del PSUV dicen que nunca se imaginaron que el gobierno hacía las cosas que comienzan a descubrirse y que ellos no sabían… Llega al país ayuda humanitaria…
…SEIS MESES SIN ESTEBAN : …Nicaragua y Cuba reclaman sus mesadas ante la corte de La Haiga.
Llegan los primeros inversionistas. Los diputados chavistas comienzan a notar que las leyes que aprobaron antes son bastante antidemocráticas porque ahora se las aplican a ellos, y contribuyen a cambiarlas. Ya están libres todos los presos políticos juzgados arbitrariamente o detenidos sin juicio. Esteban sigue viviendo en Cuba con la excusa de que sin él “en Venezuela no hay quien viva” y se rebusca cantando en el Tropicana.
…Diez años sin Esteban:…Comienzan a verse los primeros signos de reactivación económica. Ya hay inversionistas extranjeros que vuelven a confiar. La imagen internacional de Venezuela comienza a mejorar y luego de dos periodos de alternabilidad política sin traumas, la gente vuelve a creer en la solidez de la democracia. Los venezolanos que partieron del país durante el gobierno de Esteban, comienzan a regresar en masa atraídos por esta buena imagen internacional y por la reforma de la seguridad social que garantiza un sistema de salud decente a los ciudadanos. Se consigue nuevamente azúcar en los supermercados.
…Veinte años sin Esteban: …Muere oficialmente Fidel Castro y Raúl le pide a Esteban que abandone Cuba. Esteban regresa al país. José Vicente Rangel denuncia en su programa dominical las corruptelas de su gobierno y da nombres de los que se enriquecieron, menos uno. El ex presidente hace audición en Venevisión para conducir Sábado Sensacional, que aún a la fecha sigue sin animador, pero el canal le pinta una del tamaño de la colina y denuncia las atrocidades de su gobierno y la repugnante complicidad de algunos. Esteban se dedica a las tierras familiares en Barinas, en medio de constantes protestas de sus trabajadores por mejoras salariales y explotación capitalista.
…Cien años sin Esteban: …Del final del siglo XX venezolano y los inicios del XXI sólo queda ya un mal recuerdo. Se estudia el periodo como ejemplo de lo que no debe hacerse con un país. Muchos historiadores dicen que Venezuela entró al siglo XXI cuando Esteban dejó el poder. La gente ve con asombro los videos de cómo él se dirigía al país, de cómo trataba a los ciudadanos y a sus propios ministros. Muchos creen que se trata de una broma del programa cómico más antiguo de la televisión venezolana, Radio Rochela, que vuelve a estar nuevamente al aire en señal telepática abierta.
El MInCI a través de un comunicado responde al editorial del día de hoy, viernes 29 de enero de 2009, del impreso Tal Cual
De manera descarada el diario Tal Cual del día de hoy muestra en su portada una secuencia de imágenes comentadas por el “humorista” Laureano Márquez, que evidencian el clásico libreto fascista para derrocar al gobierno revolucionario. En la primera gráfica se muestra una imagen que hace alusión a cómo serían los primeros días posterior al anhelado Golpe de Estado. Se justifica el uso de la violencia social, de la guerra civil, como forma de acceder al poder.
MInCI
sábado, enero 30, 2010
¿Qué es el chavismo? Intolerancia
El totalitarismo según Hannah Arendt vía Joan Prats
Encuentro Venezuela en Boston
Ni los liberales irresponsables y corruptos de entonces ni quienes lucharon contra ellos a principios del siglo XX pudieron prever las consecuencias de sus actos, a saber: el estado fascista, nacional-socialista o estalinista. Los antiliberales pretendían sólo una revolución social y cultural, pero los supuestos de su crítica se revelaron falsos y la práctica acabó engendrando el monstruo de las masas encuadradas y movilizadas totalitariamente.
Hoy que los nuevos populistas latinoamericanos develan que sólo hicieron un uso instrumental de la democracia y que su proyecto de poder se desarrollará “a como dé lugar”, conviene recordar algunas de las lecciones de Arendt.
Los populismos sólo pueden mantenerse en el poder poniendo en movimiento a las multitudes encuadradas totalitariamente y éstas a su vez impulsan a los populistas inevitablemente hacia el autoritarismo o el totalitarismo. Las multitudes o masas en movimiento no tienen nada que ver con los movimientos sociales de una comunidad pluralista y respetuosa de la libertad de sus miembros. Los miembros de los movimientos populistas no son ciudadanos sino masas o multitudes.
Los populismos como los totalitarismos sólo pueden mantenerse en el poder mientras estén en marcha y pongan en movimiento a todo lo que hay en torno a ellos. Sin el apoyo de las masas los populistas no podrían dominar autoritariamente sobre territorios y poblaciones diversas importantes, ni superar graves crisis internas y externas, ni sortear los peligros de las luchas partidistas.
El líder populista autoritario o totalitario se considera a sí mismo como el funcionario o servidor de las masas que conduce. Líder y multitud son interdependientes. Sin el líder las masas serían una horda amorfa; sin las masas el líder es una entidad inexistente. Hitler lo dijo dirigiéndose a las S.A.: “todo lo que sois me lo debéis a mí. Todo lo que soy sólo a vosotros os lo debo”.
Para comprender al populismo autoritario hay que comprender el concepto y la dinámica de las masas. Los movimientos populistas autoritarios organizan a las masas, no a las clases ni a los ciudadanos con opiniones e intereses sobre la gobernación de los asuntos públicos. Los populismos autoritarios sólo pueden prosperar allí donde existen masas que por una razón u otra han adquirido el apetito del poder político. Masa o multitud se refiere a personas que no pueden ser integradas en ninguna organización basada en el interés común, en los partidos políticos, en la gobernación municipal o en las organizaciones profesionales y los sindicatos.
El populismo en el poder no se apoya en las organizaciones e instituciones políticas sino en la fuerza de este tipo de movimientos. El activismo de los movimientos facilita a la multitud el escape a la rutina diaria de miseria, mansedumbre, frustración y resentimiento. En el activismo los que individualmente poco o nada valen encuentran su identidad de engranaje al servicio de algo heroico o criminal. Acceden a la historia al precio de la destrucción.
Durante las etapas liberales económicamente exitosas no importa a casi nadie que la inmensa mayoría del pueblo permanezca al margen de los partidos políticos, es decir, las elites políticas liberales no se comprometen en el desarrollo de una ciudadanía que se sienta personalmente responsable de la gobernación del país. Pero cuando las crisis económicas desestructuran a la sociedad y se llevan consigo todo el tejido de hilos visibles e invisibles que ligan al pueblo con el cuerpo político, entonces todo cambia.
La masificación del pueblo produce la ruptura del sistema de partidos políticos que pierden el apoyo tácito de la población hecha multitud. La desestructuración del sistema de clases transforma las dormidas mayorías existentes detrás de los partidos en masas desorganizadas y desestructuradas de furiosos unidos por su odio al statu quo y la convicción de que los dirigentes tradicionales eran corruptos y estúpidos. Cuando los movimientos populistas autoritarios invaden el Congreso con su desprecio por las formas parlamentarias parecen inconsecuentes, pero en realidad conectan y abonan el sentimiento popular de que las mayorías parlamentarias eran espúreas.
Las libertades democráticas tienen sentido y funcionan allí donde se reconoce el valor del pluralismo. Pero en poblaciones rurales inmensas como la de Rusia pre-revolucionaria o en las condiciones de desestructuración social de la Alemania pre-hitleriana (o como sucede con las multitudes de El Alto o las laderas de La Paz), las libertades democráticas eran escasamente relevantes. Las masas no aprecian el individualismo ni el pluralismo. Incluso pueden despreciarlo como ideal burgués –hoy neoliberal- de dominación. Casi inevitablemente se orientarán, antes como ahora, al reencuentro y revalorización de lo “comunitario”, de ideales de sencillez y abnegación, de renuncia a la propia individualidad, asumiendo valores pre-liberales del tipo “vivir bien”, sin los tormentos de una libertad inaccesible.
Durante el siglo XIX hasta hoy se ha desarrollado un conflicto intenso entre el “bourgeois” y el “citoyen”, entre el hombre que juzgaba y utilizaba todas las instituciones públicas por la medida de sus intereses privados y el ciudadano responsable que se sentía preocupado por los asuntos públicos como tales; en otras palabras, entre el liberalismo y la democracia. Pero este conflicto tenía y tiene sentido dentro de sociedades mínimamente estructuradas. Cuando las sociedades se desestructuran y se hacen multitudes y éstas pueden dominar geopolíticamente como El Alto sobre La Paz, el liberalismo aparece como una actitud hipócrita y sarcástica frente al bien común y el republicanismo como un humanismo pequeño burgués impotente.
Los movimientos totalitarios son organizaciones de masas de individuos atomizados y aislados que exigen una lealtad total, irrestricta, incondicional e inalterable. Aunque inicialmente se use la palabrería de la autonomía del movimiento, el líder tenderá a la dominación plena del mismo. La lealtad total es la base psicológica de la dominación total. El miembro del movimiento deriva su sentido de tener un lugar en el mundo por su pertenencia al movimiento. El movimiento no toma sentido a partir de su posición en el sistema de producción. La lealtad total exige que el movimiento esté desprovisto de contenido concreto. Los programas que vayan más allá de las “cuestiones ideológicas de importancia durante siglos” son un obstáculo. Los sindicatos diversos existen para encuadrar y controlar a sus miembros al servicio del proceso y del proyecto, no para realizar intereses particulares.
Los movimientos totalitarios ejercen siempre una fascinación sobre importantes sectores intelectuales, especialmente sobre los que estuvieron al margen del sistema de clases antes de su quiebra. El hecho de que antes de iniciarse sus carreras políticas sus vidas fueran un fracaso y que estuvieran censurados por los jefes de los viejos partidos, constituyó el factor más fuerte de su atractivo. Individualmente encarnaban la suerte de las masas de su tiempo y era hasta cierto punto lógico su deseo de sacrificarlo todo al movimiento. Por lo demás, la repulsión hacia una sociedad completamente penetrada por la perspectiva ideológica y las normas morales burguesa generó su deseo de ver la ruina de todo ese mundo de falsa seguridad, falsa cultura y falsa vida. La destrucción sin mitigación, el caos y la ruina asumieron para ellos la dignidad de valores supremos. Los instintos antihumanistas, antiindividualistas, antiliberales y anticulturales acompañaron el elogio de la violencia, el poder y la crueldad.
Pero las élites intelectuales siempre fueron una de las primeras víctimas del monstruo que contribuyeron a crear: el totalitarismo en el poder no permite ninguna actividad que no sea enteramente previsible; sustituye invariablemente a todos los talentos de primera fila, sean cuales fueren sus simpatías, por aquellos fanáticos y chiflados cuya falta de inteligencia y creatividad sigue siendo la mejor garantía de su lealtad. Cuando el monstruo cae, la organización de las multitudes se esfuma con una rapidez asombrosa y los intelectuales del proceso descubren que sólo lo fueron de la nada.
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* Joan Prats es presidente de la Asociación Internacional para la Gobernanza, la Ciudadanía y la Empresa. Profesor de la Universidad de Barcelona. Este ensayo pertenece a su trabajo Ideas y ensayos sobre Los Autoritarismos del Siglo XXI.
viernes, enero 29, 2010
"Invictus": película que todo venezolano debería ver
Invictus tiene el perfecto equilibrio entre sonido, temas musicales, fotografía, actuación y muy especialmente: el guión adaptado. Una vez más el ejemplo de Mandela, nos recuerda que es posible la reconciliación política; y se me hace imposible no pensar en mi país. No lo dudo un segundo, que en Venezuela saldremos más pronto que tarde de esta pesadilla. Los tiempos de odio que ha venidos sembrando una minoría pasarán. Sueño con ver ese momento.
Mandela es uno de los grandes líderes del siglo XX, y su grandeza se basa en el perdón y el consenso, nunca en el conflicto. Pasar 27 años en la cárcel. Sufrir la segregación racial, política y cultural; para luego usar el poder en el bien de todos, incluso los que le hicieron mal, eso se llama grandeza. Y cuando todos los sudafricanos negros querían venganza, segregar al antiguo segregador, Madiba mostró por qué realmente lleva este título.
Invictus: magnífica historia que une política y deporte. Más allá de las diferencias con el caso sudafricano, representa para mí el futuro de Venezuela. No lo dudo un momento: vamos a reconstruir esta nación.
jueves, enero 28, 2010
¿Qué es el chavismo? Una Fuerza Armada como instrumento político del partido de gobierno
El nuevo ministro de la Defensa, Carlos José Mata Figueroa, fue presentado como representante de "una nueva camada de generales". En 2008, este integrante del Ejército aseguró que "patria, socialismo o muerte" llegó a los cuarteles para quedarse
28 de enero 2010 07:16 am - Fabiola Zerpa
miércoles, enero 27, 2010
The Washington Post: Se derrumba la revolución de Chávez
"El socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez ha sido derrotado y va rumbo al colapso", sostiene Jackson Diehl en un artículo publicado el lunes en The Washington Post.
martes, enero 26, 2010
Historia de la electricidad en Venezuela (III) Un logro de la democracia puntofijista
lunes, enero 25, 2010
Historia de la electricidad en Venezuela (II) Los fantasmas que se fueron
domingo, enero 24, 2010
La historia de la electricidad en Venezuela (I)
sábado, enero 23, 2010
La dictadura vuelve a cerrar a RCTV...
Piden a operadores de cable suspender la señal de RCTV por no encadenarse
CONATEL habría pedido hoy la suspensión del canal Radio Caracas Televisión (RCTV) del servicio de televisión por suscripción, luego de salir del aire en su señal libre en 2007 cuando el gobierno venezolano se negó a renovarle la licencia de transmisión, según reseñó DPA. La Conatel señaló en un comunicado que la televisora fue calificada como un canal nacional y que por lo tanto debe cumplir con la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, que incluye plegarse a las transmisiones oficiales a pesar de ser una televisora por suscripción. RCTV fue advertida por Conatel que violó la ley al no transmitir hoy un mensaje oficial que incluyó parte de un discurso del presidente Hugo Chávez en una concentración en Caracas y que fue colocada en pantalla por todos los canales de señal libre, en lo que se conoce como “cadenas de radio y televisión”.
Con parte de información de DPA
viernes, enero 22, 2010
¿Qué es el chavismo? Una PDVSA endeudada
PDVSA publicó el viernes en la noche en su sitio de internet (www.pdvsa.com) el balance auditado de su deuda financiera consolidada, que ascendió en 2009 a 21.419 millones de dólares frente a los 15.095 millones de dólares del 2008.
Durante el ejercicio pasado, PDVSA se vio agobiada por crecientes deudas operativas en medio de una abrupta caída de sus ingresos por los bajos precios del crudo y una caída de su producción petrolera.
La compañía, motor financiero de la revolución socialista que dice liderar el presidente Hugo Chávez, emitió bonos por más de 6.000 millones de dólares en el segundo semestre del 2009 para aliviar sus problemas de flujo de caja.
El Gobierno utilizó estas emisiones para presionar el alza del dólar en el “mercado negro”, donde el billete verde llegó a triplicar la tasa oficial debido a la restricción en la entrega de divisas en medio del control de cambios vigente en el país.
Analistas creen que la reciente devaluación decretada por Chávez dará un respiro a las atribuladas cuentas de la estatal petrolera, que podrá hacer frente a sus compromisos internos gastando menos dólares.
Vía Reuters
jueves, enero 21, 2010
miércoles, enero 20, 2010
El Bolívar de Lynch (II)
Autor: Carlos Balladares Castillo
LYNCH, John (2006), Simón Bolívar, Barcelona: Debate.
“Una colonia española” se titula el primer capítulo, intentando mostrar el contexto social y político en el que nace y se forma Bolívar. Ese contexto se circunscribe a Caracas: la provincia más poblada y rica de la Capitanía General de Venezuela, que era a su vez la colonia más cercana a Europa, de la cual recibirá importantes influencias ilustradas. El futuro Libertador nacerá, además, entre las familias que ejercían el liderazgo de la sociedad de su tiempo; y de la cual recibirá la mejor formación. En palabras de Lynch, recibirá una educación en América y Europa que nadie podía igualar en estas tierras (p. 28).
Ante el primer mito o dilema de los biógrafos sobre el Libertador (ver acá los problemas o polémicas en torno a la vida de Bolívar): La duda sobre su origen mestizo, señala: “Su linaje familiar ha sido rastreado en repetidas ocasiones en búsqueda de indicios de mestizaje racial, sin embargo, a pesar de testimonios dudosos que se remontan a 1673, los Bolívar siempre fueron blancos” (p. 3).
El autor reitera su tesis de “la segunda conquista de América” en el siglo XVIII con las llamadas reformas borbónicas (explicada en su libro: Las Revoluciones Hispanoamericanas: 1808-1826), las cuales le dieron a Venezuela un conjunto de instituciones que lo unían directamente a Madrid y lo hacían autónomo de otras colonias españolas. Este cambio le dio, además, a la pequeña colonia: identidad, y conciencia de sus intereses; y por otro lado – al igual que el resto de Hispanoamérica – despertó en los criollos el anhelo de la independencia (pp. 6-7).
Lynch, señala como otro de las causas de la independencia y factor fundamental para comprender la intensidad de la guerra: las tensiones de la élite blanca frente a las grandes mayorías mestizas. Es lo que Bolívar llamó “la pardocracia”, el temor a que estas mayorías exterminaran a los criollos tal como ocurrió en Haití y/o les quitaran su papel preponderante en la sociedad.
lunes, enero 18, 2010
El Bolívar de Lynch (I)
John Lynch no necesita presentación, son varias las generaciones de historiadores y docentes en Venezuela (y sabemos que en Iberoamérica también), que se han formado con sus textos (ver acá). Lynch ha dedicado sus últimos años a biografiar los libertadores de América (Bolívar y San Martín). En los siguientes días, esperamos realizar una serie de reseñas sobre su biografía de Bolívar.
El autor inicia su estudio advirtiendo lo problemático de explicar la vida de Bolívar, porque esta “aún hoy, sigue despertando pasiones y motivando polémicas”, y muy especialmente porque su figura ha sido apropiada por diversos actores, y en la actualidad, por el “populismo autoritario” (Lynch dixit) de Chávez, por lo que los historiadores deben lograr trascender estos mitos y manipulaciones propagandística, aclarando los hechos. Su objetivo, 1) es integrar los últimos estudios que se han realizado sobre el proceso largo de la Independencia iberoamericana (1750-1850) sobre la vida social, económica, intelectual y política de la sociedad en relación con las élites criollas, los mestizos, los negros, los indígenas y los esclavos; al estudio biográfico de Bolívar; y, 2) identificar “en las acciones de Bolívar (…) la dinámica del liderazgo, el poder de mando y los modos de gobernar en la diversa sociedad hispanoamericana” (p. VIII) del período. Es por ello que la biografía no se puede comprender sin tomar en cuenta los anteriores trabajos del autor, muy especialmente sus obras: Las revoluciones hispanoamericanas, y Los caudillos de Hispanoamérica.
Al leer el texto, tenemos la impresión de una clara simpatía del autor por su biografiado. La admiración por Bolívar, su pensamiento y su basta obra; y especialmente por su gran capacidad para vencer las dificultades a las que se enfrentó. Además, usa con gran frecuencia, el testimonio de uno de los mayores seguidores del Libertador: su edecán: Francisco O’Leary. Notamos, por último, una preocupación por identificar su pensamiento; el cual se hace confuso debido a que Bolívar era un político que no dejaba de contradecirse por los inevitables efectos de la acción persuasiva.
En cada una de las siguientes entregas, nos dedicaremos por separado a cada uno de los 12 capítulos que conforman esta biografía.
sábado, enero 16, 2010
¿Qué es el chavismo? Un "arroz con mango"
Nuestro comentario: los noticieros han descrito la noticia como la primera vez que Chávez se declara marxista, pero esto no es cierto porque el 19 de diciembre pasado lo hizo por primera vez (ver aqui). Digamos que lo reafirma, para que no lo dudemos. Nos parece excelente aclarar un poco más la ideología "chavista", pero sus palabras son verdaderamente un "arroz con mango" (frase coloquial que expresa un absurdo), creo que no necesita mucha explicación el señalar que Cristo no pudo "anunciar" una ideología que nace 1800 años después de que él vivió, es decir, es un anacronismo. Por otro lado, creo que Marx habría rechazado esta afirmación por ateo y anticatólico.
Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) comenta la política de racionamiento eléctrico del chavismo
Artículos de opinión de los historiadores
Transcribimos el artículo del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábado en El Universal. El subrayado es nuestro.
Información de actualidad
Que Dios le pague, comandante-presidente por este portentoso itinerario hacia los orígenes
Las velas, como asegura el historiador Matthew Luckiesh, son un bien precioso de la humanidad. Existen desde la antigüedad, y se han constituido en la fuente más expedita de claridad debido a que su manufactura y su transporte no son difíciles. Se fabrican con una mínima aplicación de tecnología y puede ser llevadas en el bolsillo sin incomodidad, para convertirse en "una planta completa de iluminación sin nada de desperdicio. No se necesitan tanques, como ocurre con el transporte de aceite, pues su combustible es sólido hasta que la llama lo funde". Su utilidad es esencial para la vida cotidiana y para los asuntos de la economía, agrega el autor, pero también para la celebración de ceremonias públicas y rituales religiosos. Considérese este párrafo como elogio de unos objetos cuyo uso formará en adelante parte de los hábitos del venezolano. Con la resurrección de las velas, no hace la sociedad sino vincularse con las tradiciones más caras del género humano y con un venero de progreso que data de tiempo inmemorial. Bienvenidas, pues, las velas, a la evolución de nuestras vidas encaminadas por la ruta incontenible del adelantamiento; y ahórrese molestias el lector cuando acuda a la pulpería a comprarlas para resplandor del hogar, para la marcha de sus negocios o para atención de sus oratorios domésticos. Felicítese, más bien, por la adquisición.
¿Qué es el populismo? (por Joan Prats)
Tomando los populismos en serio
Publicado el 15 de Enero, 2010 por Prodavinci
Encuentro Venezuela en Boston
Los populismos latinoamericanos son el fantasma que se agita dentro y sobre todo fuera de América Latina como causa o amenaza de todos los males presentes y futuros. Hoy, tras las derrotas de Humala en Perú y de López Obrador en México la “comunidad internacional” parece más sosegada. Pero le queda por delante un buen período de inquietud. Quizás sea el tiempo de tomarse en serio a los populismos, es decir, de tratar primero de entenderlos. Preferimos hablar de populismos en plural para expresar, en primer lugar, la heterogeneidad del fenómeno. Hay populistas de derecha –Uribe- y de izquierdas –Evo, Castro o López Obrador-; hay populistas que se han declarado no ser de derechas ni de izquierdas –Ollanta Humala- y los hay que se sienten incómodos con estas clasificaciones traídas de la Revolución francesa –Chávez-; hay Presidentes que unas veces son clasificados como populistas y otras como de izquierda reformista –Kirchner-. Por lo demás, hay populistas de hoy y hubo populistas en un ayer nada lejano –América Latina entre 1930 y 1960- que aún están bien presentes en el imaginario colectivo de muchos latinoamericano/as.
El populismo es un fenómeno que se resiste a las definiciones. Bonilla y Páez, dos buenos estudiosos del tema, lo han caracterizado como “una vieja tradición política que interpela al pueblo, que rompe con los convencionalismo del establishment, que tiene la habilidad de usar múltiples ideologías, que eventualmente moviliza a las masas, y que generalmente se organiza detrás del carisma de un caudillo”. Esta caracterización es una buena primera aproximación, aunque fría: no nos transmite las razones por las que los populismos reverdecen con tanta facilidad y pasión en América Latina; no nos dice nada de por qué los populismos –teniendo raíces innegables y hasta expresiones actuales en Rusia, Europa y Estados Unidos- han encontrado sus terrenos más abonados en América Latina. En realidad, el populismo es uno de esos fenómenos que se deja describir pero no definir. Y para describirlo hay que acudir a su historia.
Recomendamos un trabajo de Alberto Methol Ferré, (elaborado fuera de los circuitos intelectuales transnacionales, pero emanado de la entraña histórica misma de la región) América del Sur: de los estados-ciudad al Estado Continental Industrial. Partiendo de la vieja frase de Perón, “el siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”, Methol indaga la generación de latinoamericanos que a principios del siglo XX empezaron a repensar la unidad continental. El uruguayo Rodó que en 1900 publica Ariel es el primer gran propulsor de la unidad moral e intelectual de América Latina que plasmó en su propuesta de Nación de Repúblicas Confederadas retomando así el proyecto histórico que se le abortó a Bolívar en 1826. En 1910 el argentino Manuel Ugarte ofrece la primera síntesis histórica y política de América Latina en su El Porvenir de la América Española. En 1911 apareció La Evolución Política y Social de Hispanoamérica del venezolano Rufino Blanco Fombona. En 1912 se publicó Las Democracias Latinas de América del peruano Francisco García Calderón. El estudiantado universitario fue el gran dinamizador de estos nuevos ideales de unión. El estudiantado a través de sus revueltas, movilizaciones y congresos fue el primer exponente del latinoamericanismo y de él surgió también la gran marea nacional populista.
La primera transformación de estas elaboraciones intelectuales y movilizaciones en proyecto político se debe a Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador y padre de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, el APRA. El populismo de Haya de la Torre es un primer intento de construir o avanzar el Estado y la Nación en Perú. A él se debe la primera teorización política sobre las “polis oligárquicas” que es lo que existía debajo de los rótulos de las “naciones” latinoamericanas. Éstas fueron vislumbradas como estados-ciudades antiguos que controlaban espacios gigantescos agro-minero-pecuarios exportadores. “Eran países anacrónicos en sus bases, enormemente ricos, pero de una riqueza sin potencialidad porque los inventos eran de otros. No podíamos exportar nada con valor agregado suficiente. Con una gigantesca renta agraria o minera comprábamos los objetos de la modernidad, teníamos la mímica de la modernidad, pero nada más”. (Methol).
Entonces surgió una generación de latinoamericanos que se propusieron convertir la mímica en realidad. Todos ellos fueron nacional populistas. Pero ya entonces el populismo fue decretado inferior, aunque bien mirado es “el único pensamiento político que surgió en América Latina desde sí misma y generó a Haya de la Torre en Perú, a Vargas en Brasil, a Perón en Argentina, a Ibáñez en Chile, a Lázaro Cárdenas en México, a Rómulo Betancourt en Venezuela” (Methol), a Velasco Ibarra en Ecuador, a Gaitán en Colombia y a Víctor Paz Estensoro en Bolivia. Vargas en Brasil y Perón en Argentina fueron autoritarios. Los otros mantuvieron concepciones limitadas y relaciones ambiguas con la democracia, pero todos ellos incorporaron a la construcción de la nación y al ejercicio de la política a las masas, al pueblo, a sectores antiguos y nuevos excluidos de la participación en las viejas repúblicas oligárquicas cuya crisis social, económica y política estuvo en la base del surgimiento de los liderazgos y las políticas populistas.
Las repúblicas oligárquicas exportadoras latinoamericanas a medida que hacían crecer a sus países iban generando en las grandes ciudades portuarias masas de proletarios y empleados, artesanos, pequeños comerciantes, maestros, profesionales que se unían a las masas históricamente desheredadas en el campo o las minas… todos ellos dejados fuera de los mecanismos de representación política oligárquica. En Europa estas masas fueron encuadradas por los partidos y sindicatos socialistas y social-demócratas mediante el sufragio universal, la conquista progresiva del estado del bienestar y la transformación correspondiente del estado liberal y la economía liberal en un Estado Democrático y Social de Derecho y en una Economía Social de Mercado. Todo esto supuso un proceso de creación de nuevos actores, de luchas y de pactos, generadores de nuevas instituciones. De este modo se fue conquistando en Europa una ciudadanía universal –basada en los derechos civiles, políticos, económicos y sociales- anclada en una institucionalidad sólida.
Pero en América Latina las cosas discurrieron muy de otro modo. Por supuesto que los emigrantes especialmente del Sur de Europa trataron de encuadrar a las masas emigradas en los instrumentos políticos de sus países de origen –con un fuerte componente anarquista y socialista revolucionario-. Pero el intento no resultó porque se trataba de dos realidades completamente diferentes. Los Estados europeos existían de larga data como sistemas institucionales completos y habían realizado ya la revolución industrial. Los movimientos sociales y políticos europeos acabaron renunciando a sus ideales revolucionarios a cambio de una renovación a fondo de la enmohecida institucionalidad de sus viejos Estados. En contraste con ello, los Estados y las naciones latinoamericanas en realidad no eran tales. Apenas controlaban su territorio y dejaban a las grandes masas fuera de la identidad nacional, la representación política y la inclusión social. La institucionalidad de las repúblicas oligárquicas era débil y en gran parte informal. La industrialización era una tarea pendiente. En estas condiciones la movilización popular no podía hacerse desde las ideologías sino desde el proyecto político de una patria nueva: la promesa de una Nación y un Estado que incluiría a las multitudes, que les daría identidad y que les pediría su fuerza movilizadora. Esto fue lo que hizo el nacional populismo latinoamericano en sus diversas variedades. Sus líderes fueron ante todo “constructores nacionales”, aunque se trate, como veremos, de naciones y estados que poco tienen que ver con los europeos. Su retórica fue antioligárquica y antiimperialista pero, en general, no fue anticapitalista.
Fijémonos en el caso de Perón. Argentina entre 1945 y 1955 tenía unos diecisiete millones de habitantes. La primera consigna del peronismo fue industrializar para dar ocupación y empleo a las multitudes. Se trataba de poner las rentas de la exportación de los recursos naturales al servicio de la industrialización generando un tejido empresarial industrial capaz de sustituir las importaciones. Pero aún así el mercado nacional se quedaba chico y para agrandarlo era necesario integrar las economías. Para ello, Perón, en 1951 buscó la alianza entre Argentina y Brasil como núcleo básico de aglutinación, como el motor del camino hacia la Patria Grande, hacia la unidad necesaria de América del Sur. “O unidos o dominados”. Pero la cosa no funcionó. Las razones me parece que son dos bien claras:
(1) La primera es que el populismo peronista, por su propia esencia, contribuyó a construir una nación pero sobre bases institucionales muy débiles. El caudillo autócrata hizo una política distributiva y social sin duda, pero basada en el clientelismo, es decir, en la distribución de beneficios sociales a cambio de votos –la mano de Evita tendida sentidamente a los descamisados aliviaba la suerte de muchos hogares pero no generaba ciudadanos con derechos sociales garantizados por las instituciones del Estado. Del mismo modo, el mercado interior se protegió para las empresas nacionales en base en gran parte a criterios de lealtad política, con lo que faltaron las instituciones y las políticas incentivadoras de la productividad y de la orientación a exportar más allá de los recursos naturales.
(2) La segunda es menos evidente: se trata de constatar la imposibilidad de generar integraciones económicas efectivas entre países de muy débil institucionalidad. Cuando los Estados que se integran económicamente no han sido capaces de construir dentro de sus fronteras las instituciones de una verdadera economía de mercado, resulta casi imposible que puedan construir un espacio supranacional de mercado regido por reglas que queden fuera de la manipulación arbitraria por parte de los Estados miembros o de sus grupos empresariales o sociales más destacados. Aquí se encuentra la razón básica por la que las integraciones regionales latinoamericanas han quedado siempre por debajo de las expectativas generadas. Los populismos generan retórica de integración pero difícilmente pueden generar una integración económica eficaz y duradera precisamente porque su viabilidad política resulta incompatible con el fortalecimiento de la institucionalidad económica y jurídica que requieren los mercados eficientes. Conscientes de ello, desde antiguo, oponen el comercio de los pueblos –controlado por la discreción de los gobiernos- al libre comercio, aun si se tratara de un libre comercio bajo reglas fijadas por los gobiernos pero que éstos no pueden cambiar a capricho.
Una característica de los populismos de esta primera época es lo que se conoce como populismo económico. Suele citarse la carta que Perón dirigiera a Ibáñez en 1953: “Mi querido amigo dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que sea posible. Cuando parezca que ya les ha dado demasiado, deles más. Todos tratarán de asustarle con el fantasma del colapso económico. Pero todo eso es mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque no la entienden”. Este populismo económico alcanzó a gobiernos del inicio del proceso de democratización como fueron los de Alfonsín en Argentina, Alan García en Perú y José Sarney en Chile. Practicaron lo que Alejandro Foxley ha llamado el “ciclo populista”: un primer año de expansión fiscal para generar mayor poder adquisitivo; un segundo año en que se paga la cuenta en términos de inflación y déficit fiscal; un tercer año con crisis económica transformada en crisis social a través de movilizaciones, y un cuarto año de abierta crisis política. Salvador Allende también practicó el populismo económico así como los Sandinistas en Nicaragua. Algunos señalan que Hugo Chávez ha sido rescatado del déficit fiscal por el abrupto incremento del precio del petróleo.
Los Estados nacional populistas, que se generalizaron en América Latina entre los años 40 y 60 del siglo pasado, hacia finales de los 60 y principios de los 70 entraron
(1) en crisis de crecimiento económico –la industrialización por sustitución de importaciones no fue capaz de sobrepasar el estadio de bienes de consumo ni de elevar la productividad ni de abrirse a mercados más amplios-,
(2) en crisis social –las políticas distributivas se quedaron sin recursos y por lo demás no habían conseguido reducir significativamente la desigualdad crónica de la mayoría de países latinoamericanos-, y
(3) en crisis política –la corrupción, el camarillismo y la arbitrariedad- siempre los acompañaron. Tras fuertes tensiones sociales e intentos revolucionarios varios –fue un tiempo de gran ideologización- fueron sustituidos por dictaduras militares brutales que ensayaron por primera vez un nuevo modelo de desarrollo a cargo de un nuevo tipo de Estado, el burocrático-autoritario.
Pero antes de seguir con el relato, revisemos las condiciones que hicieron posible la emergencia de aquellos populismos así como algunas de sus características y consecuencias más sobresalientes. Nos servirá para contrastarlas más adelante con las condiciones y características de los populismos actuales.
Los primeros populismos latinoamericanos nacieron de una combinación de condiciones que vale la pena recordar:
(a) Una crisis económica, social y política de las repúblicas oligárquicas provocada en parte por el deterioro del valor de las exportaciones, en parte por la incapacidad de los gobiernos de conferir identidad y de incluir socialmente a las masas populares y en parte por la crisis de representación política y la deslegitimación social de los gobiernos oligárquicos;
(b) Unos Estados y Naciones incompletos, que no son capaces de controlar y articular sus vastos territorios ni de incluir y conferir identidad nacional a su población en crecimiento;
(c) Una institucionalidad política y económica formal muy débil, incapaz de adaptarse e integrar a los nuevos actores sociales y de generar nuevas reglas del juego más inclusivas y eficientes.
Dándose este tipo de condiciones, entonces como hoy, el nacional populismo apela y moviliza al pueblo contra la oligarquía y el imperialismo –considerados socios entre sí y enemigos del pueblo ambos- no para hacer ninguna revolución socialista –el populismo no es anticapitalista- sino para refundar el Estado y construir la Nación desde el pueblo, por el pueblo y para el pueblo. El pueblo y los movimientos sociales en que se expresa pasan a ser el nuevo icono político. No se trata de universalizar un estatus jurídico de ciudadanía. Los derechos que se quieren conquistar y garantizar no son derechos individuales –considerados como liberales y burgueses- sino los derechos colectivos del pueblo. El sistema político que se vislumbra no quiere representar ciudadano/as sino que se considera como “la autorepresentación política del pueblo a través de los movimientos sociales”. De todo esto se derivan varias características:
Una primera es la enfatización de todos los aspectos simbólicos, comunicacionales, emotivos y hasta de espectáculo. Se trata de expresar dramáticamente que existe una ruptura con la oligarquía vendepatria y con el imperialismo, declarados ambos enemigos permanentes a los que nunca se acabará de vencer. Frente a la corrupción alegada del régimen político anterior se hace ostentación de austeridad y honestidad –que en ausencia de instituciones no suele resistir el paso del tiempo-. Se cuestiona el racismo y el clasismo preexistentes aunque no necesariamente se les supera. Se polariza y tensiona a la sociedad propalando imágenes de lucha entre el pueblo y la oligarquía, entre nosotros y los otros, llevándose las cosas a nivel de escisión civil. Todo lo cual adquiere mayor espectacularidad dramática por el carácter mediático de las sociedades actuales.
Una segunda característica de los populismos clásicos fue la preeminencia concedida a los movimientos sociales sobre las estructuras más formales de partidos y sindicatos. Los sistemas populistas se apoyan en la articulación de coaliciones distributivas integradas por una diversidad muy amplia de actores sociales todos ellos considerados como expresión directa del pueblo: movimientos sociales muy diversos, sindicatos alineados con el régimen populista, grupos empresariales que acompañan el proceso, funcionarios nuevos que pasan a ocupar los empleos públicos, dirigentes y trabajadores de las empresas nacionalizadas o protegidas, gremiales varios subvencionados, campesinos que han obtenido tierras de la reforma agraria o que esperan obtenerlas y hasta la policía y las fuerzas armadas de las que se espera el apoyo a cambio de hacerles participar o no indagar en sus rentas… El populismo trata de desarrollar un sistema de corporativismos que trence toda la estructura social. En realidad el sistema populista no concibe a la persona como ciudadano dotado de derechos sino como miembro de un movimiento o corporación sin la pertenencia y subordinación al cual no se darán condiciones para el desarrollo personal. Se combate el ideal de una sociedad de individuos libres y autónomos que construyen actores de afiliación voluntaria para actuar en la esfera pública con el fin de universalizar la ciudadanía. Contrariamente el “pueblo” se ve como una constelación de actores y movimientos sociales de vida interna opaca y autoritaria que se imponen a sus miembros individuales. Estas visiones de la sociedad se presentan como postcapitalistas, pero en realidad son preliberales y precapitalistas, aunque coherentes con la mentalidad primitiva de amplios sectores excluidos.
Así las cosas, los populismos tienden a utilizar el clientelismo político como método de acción política. No todos los clientelistas son desde luego populistas. Pero los populistas siempre son clientelistas. Su servicio al pueblo consiste en distribuir discrecional y selectivamente bienes y servicios principalmente a través de las organizaciones sociales que soportan el régimen, cuyos dirigentes acaban siendo cooptados y subordinados al poder político populista. Las dirigencias de los movimientos políticos en los que se dice que se expresa el pueblo siempre acaban siendo capturadas e instrumentalizadas a través del clientelismo. El mito del gobierno populista como autorepresentación política del pueblo tratará de cerrar el círculo de legitimación. Obviamente sólo con muy bajos niveles de cultura política puede pasar todo esto, pero en América Latina no andamos faltos de estos mínimos culturales y es de ellos, a los que suelen pertenecer los más pobres y excluidos, de donde trata de nutrirse el populismo.
Una nueva característica de los populismos coherente con todo lo anterior es su ambigua relación con la democracia representativa y la naturaleza fuertemente personal y discrecional del liderazgo populista. Los populistas nunca han considerado que el pueblo se exprese ni exclusiva ni principalmente a través de las elecciones ni que el poder popular se ejerza tan sólo a través de las instituciones. Los populistas manejan una ambigüedad muy consciente sobre la democracia representativa. No se trata de completarla con la democracia participativa, lo que sería una demanda de la izquierda reformista. Los populistas se reservan el derecho a invocar al pueblo como titular último de la soberanía nacional cada vez que las instituciones de la democracia –representativas o participativas- amenacen con desviarse de la “verdadera” voluntad popular. Si las cosas van bien para el gobierno populista, éste mantendrá a los movimientos sociales alimentados clientelarmente y sólo movilizados para los actos simbólicos. Cuando las cosas vayan mal, el pueblo volverá a las calles, plazas y caminos para enderezar las desviaciones de las instituciones políticas capturadas circunstancialmente por los enemigos del pueblo o en riesgo de serlo. Cuando todo se deteriore, se hará evidente que pocas palabras como “patria” y “pueblo” han llegado a ser coartada o refugio de tantos canallas. Valga una cita del bueno de Stalin que el 4 de mayo de 1935, dirigiéndose a los futuros oficiales del Ejército Rojo, les decía: “de todos los capitales valiosos que existen en el mundo, el más valioso y el más decisivo es el pueblo”.
El populismo no puede vivir sin un liderazgo fuertemente personal y discrecional. Ello se debe a que las instituciones políticas formales quedan extraordinariamente debilitadas al tener que convivir con organizaciones y movimientos sociales situados fuera de su lógica. Entonces los conflictos entre los actores de la coalición que sostiene al populismo no son mediados ni resueltos institucionalmente sino por el liderazgo personal y discrecional del Presidente populista. Éste tenderá a no crear instituciones asignadoras de poder y solucionadoras de conflictos entre actores para no hacerse prescindible. El populista es todo lo contrario al Príncipe de Maquiavelo que le aconsejaba hacerse prescindible creando instituciones. No tiene nada de la grandeza de Napoleón quien afirmaba: “los hombres no pueden fijar la historia, sólo las instituciones pueden hacerlo”, y se dedicó a crearlas y duran hasta hoy. Los líderes populistas latinoamericanos sólo anduvieron estos caminos de manera muy incompleta e imperfecta.
¿Son diferentes los populistas actuales? Algunos creen que los populistas de hoy sólo son nuevos de puro viejo. Pero no es cierto. Nada pasa en balde. En primer lugar, América Latina ha conquistado unos niveles de democracia y cultura democrática que, aún siendo muy incompletos, tienen difícil retorno. América Latina se halla insatisfecha no con “la” democracia sino con la democracia específica que vive. La crisis latinoamericana, como se ha dicho, no es con sino en la democracia. Los populismos actuales mantienen desde luego toda la ambigüedad de los viejos populismos en relación a la democracia representativa. Pero necesitan legitimarse electoralmente y respetar un mínimo de pluralismo político. Cuando vengan momentos difíciles pondrán en riesgo los mínimos de institucionalidad democrática, pero habrán de contar con una resistencia civil democrática impensable en tiempos del primer populismo.
En segundo lugar, los actuales populistas parecen haber abandonado lo que Sebastián Edwards y otros han llamado la “macroeconomía populista”. Ahora vigilan la inflación y el déficit y tratan de ganar respetabilidad internacional manteniendo la autonomía del Banco Central. Pero esto va contra la lógica populista de instrumentalización política de toda la institucionalidad, incluida la económica. De este modo a veces no se resiste a la tentación de sustituir la autonomía de las instituciones por una mímica de autonomía que no acaba de engañar a nadie y que desde luego no resistirá una coyuntura económica seriamente desfavorable. Lo que los populismos actuales no parece que puedan iniciar es el desarrollo de nuevas capacidades productivas basadas en una multiplicación de nuevos empresarios y empleados de alta productividad. Para ello tendrían que crear las condiciones institucionales y las políticas económicas adecuadas y oportunas, las cuales pasan por conceder autonomía y reglas de juego ciertas, es decir, por generar una institucionalidad que no parece compadecerse con las exigencias de supervivencia a largo plazo del populismo.
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* Presidente de la Asociación Internacional para la Gobernanza, la Ciudadanía y la Empresa. Profesor de la Universidad de Barcelona. Este ensayo pertenece a su trabajo Ideas y ensayos sobre Los Autoritarismos del Siglo XXI.