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tiemblan: López Contreras, la sombra viva del gomecismo (2)
Eustoquio
Gómez / Foto cortesía
“La
pasión del desalojado es destructiva. Sin él el mundo se resquebraja, se
volatiza, se pervierte. Imbuido en el aura del mesianismo de la fuerza, puja
por la reconquista de su monopolio. En su interioridad se siente, por así
decirlo, imprescindible. Nada sin él”
CARLOS
ALFREDO MARÍN
@AEDOLETRAS9 DE SEPTIEMBRE 2016 - 12:01 AM
Las
transiciones políticas en la historia despiertan deseos multiformes en torno al
poder. El relato que nos ha llegado sobre ellas nos pintan los sucesos sin sus
matices. Con esto se instauran medias verdades que pasan sin pena ni gloria. La
presidencia de Eleazar López Contreras a partir de 1935 es un ejemplo.
Revisemos esta premisa que levanta sospecha: con la muerte de Juan Vicente
Gómez se enterró el miedo colectivo al personalismo militar, fantasma dotado de
musculatura y tradición sociopolítica desde el siglo XIX.
Cuando
la salud del Benemérito se agrava, la carrera por la sucesión del poder se
expande como una mancha. En enero de 1935, Carlos Delgado Chalbaud le escribe a
José Rafael Pocaterra: “Quedan pues dueños de la situación, López Contreras y
Eustoquio Gómez. Uno tendrá que eliminar al otro. Se ve claro que ya Gómez no
manda de un modo absoluto…”. La conspiración, el ruido de sables, los rumores.
Al morir el autócrata en Maracay a finales de ese año, López Contreras tuvo que
hilar fino para desmarcarse de la sombra “andina”. Reto complicado porque
heredó las instituciones gomecistas y varios de sus distinguidos representantes
dentro de su gabinete. Por su parte, el Partido Comunista a partir de
1938 lanzó el Frente Antigomecista, eje político donde “las mayorías
democráticas” mantuvieran a raya un posible regreso al caudillismo y al terror
represivo.
Raúl
Leoni refrenda estas impresiones. El 5 de abril de 1940 le escribe a Rómulo
Betancourt: “El gomecismo trabaja y conspira de lo lindo. No son cuentos de
camino. El gobierno lo sabe, y lo deja hacer. Cualquier día nos sorprende una
nueva aurora gomecista, que afortunadamente no será muy duradera. Yo creo que
este país, conspira más que en ninguna otra época de la historia. Y los
gobiernistas más que nadie. La gente democrática y de izquierda es la única que
no conspira, se ha convertido en guardián de alerta de los enemigos de la
Republica”. La sombra del miedo estaba vivita y coleando.
La
pasión del desalojado
Los
privilegios que otorga el poder no son eternos, acaso porque este último
tampoco lo es. El poderoso se alimenta de la ilusión de que siempre estará en
la cima. La historia demuestra la crisis emocional y material de los grandes
apellidos cuando viene la ola del cambio histórico y se lleva todo por delante.
La pasión del desalojado es destructiva. Sin él el mundo se resquebraja, se
volatiza, se pervierte. Imbuido en el aura del mesianismo de la fuerza, puja
por la reconquista de su monopolio. En su interioridad se siente, por así
decirlo, imprescindible. Nada sin él.
El
escritor Iván Bunin, en sus Días malditos, prefigura el encono de la
aristocracia rusa que fue pulverizada por la revolución a partir de 1917. En él
vemos los demonios desatados allí donde antes bullía la paz de los cafés y las
tertulias burguesas afectas al zarismo. El 22 de abril de 1919, Bunin escribe
en su diario desde la herida: “En general, basta que una ciudad caiga en poder
de los rojos para que se produzca una mutación en la gente que recorre sus
calles. Es como si realizaran una selección premeditada de un tipo de rostro,
que transforma el paisaje urbano. (…) se trata de rostros de poseídos de
cualquier expresión susceptible de ser calificada de ordinaria o llana. Casi
todos producen una viva repugnancia e intimidan con su aire de malévola
imbecilidad y el displicente y obsequioso desafío que manifiestan, hacia todo y
todos. Aún así, ya llevamos casi tres años en esta monstruosa situación. Casi
tres años en los que solo hemos visto bajeza, fango y ferocidad. ¡Si tuviéramos
la alegría, el anhelo, de que sucediera algo, ya no digo bueno, sino al menos
normal! ¡Algo que sea diferente a esto!”.
La
maquinación gomecista
Al
acercarse la sucesión presidencial en 1941, ¿quiénes serían los candidatos para
asumir los destinos del país? El Partido Democrático Nacional –cuna de lo que
sería Acción Democrática– lanzó la candidatura del escritor Rómulo Gallegos.
Del lado oficialista, y luego de un trajín intenso donde se hablaba del
diplomático Diógenes Escalante, se terminó proponiendo a otro militar andino:
el general Isaías Medina Angarita, Ministro de Guerra y Marina desde 1936. Lo
que vino de seguidas era una victoria cantada en mayo de 1941. El Congreso de
la República, por mayoría de votos, designó a Medina Angarita como el sucesor
de López Contreras en Miraflores hasta 1946. Este es el lado conocido de la
historia oficial. ¿Cuáles fueron los movimientos insospechados en el
cuadrilátero del poder?
Lo
que encontramos es la maquinación del “gomecismo sin Gómez”. Desde 1938, según
documentos suministrados por los comunistas, la cúpula “de la reacción”
liderada por Vicente Pérez Soto, Victorino Márquez Bustillos, León Jurado y
otras figuras ligadas a la sombra andina, estaban reagrupándose desde el exilio
para “asaltar al poder”. El PDN, en el diario Izquierdas, aseguraba por la
misma fecha que esta cúpula estaba armando una insurrección en Lara, Zulia,
Táchira, Mérida y Trujillo. Insurrección armada apoyada, dicho sea de paso, por
la Iglesia y los terratenientes más poderosos de la provincia.
Entre
1940 y principios de 1941 la conspiración tomó proporciones alarmantes. Rafael
Caldera cuenta que existía el denominado “Grupo Condor” que propiciaba la
candidatura presidencial de León Jurado, con la idea de restablecer el garrote
dictatorial en Venezuela. Valmore Rodríguez escribe en septiembre de 1940 a Betancourt:
“Dudo porque la situación se torna delicada. En estos momentos, se habla de una
maquinación gomecista frustrada. Entendemos que hay oficialidad presa en
Maracay y Maracaibo (…) Incluso se asegura que hay mano nazi en el brollo. Lo
que haya, ha debido suceder hace cuatro o cinco días. La prensa oficiosa ataca
al gomecismo. Aunque también se las trae con las ‘izquierdas extremas’,
acusando alianza (…) El gomecismo está activísimo. Polemiza en la prensa y
ataca públicamente al gobierno”. La sombra asoma su nervio y su
deseo epocal. Es la perspectiva del miedo social quien la sujeta, solo por
momentos, para hacerla resonar entre nosotros hoy.
2 comentarios:
Ese período fue dramático, con anécdotas tremendas.
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En cuanto a lo del TRIDECÁLOGO DE MILAGROS SOCORRO, esos eran tics que salían a relucir en las clases en el mismo acto corrección pública de los textos. Digamos que son exclusivos de ella, yo lo que hacía era pescarlos al tomar apuntes, por eso se llama así. ¿Qué te parecen?
Los puedo copiar para mi blog de ejercicios narrativos.
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