jueves, junio 12, 2008

El “puntofijismo” (Pacto de Punto Fijo, 31 de octubre de 1958) como proyecto de país (y III)

La primera parte de este ensayo puede ser leída acá. y la segunda aquí.

El Pacto como programa de políticas redistribuidoras

En el segundo punto del texto del pacto se lee la siguiente frase: “Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance (…)”; y subrayamos estas palabras porque aunque luego establece que dicha política se refiere al tema ya bastante citado de la unidad ante la estabilidad democrática, consideramos que se propuso un gran programa de políticas que se mostrará en el llamado “programa mínimo común” (tercera parte punto “c”). De dicho programa se dice: “cuya ejecución sea el punto de partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema”; es decir, planteaba una serie de elementos rectores de las políticas públicas, políticas centradas en la idea de que la democracia no perdura sólo por el respeto de las normas legales o el consenso, sino también y especialmente: por el mejoramiento del nivel de vida. Democracia y redistribución de la riqueza para lograr el bienestar debían ir de la mano, a la larga se lograría la legitimación del sistema por el beneficio que este traería a las mayorías. Estas políticas fueron aceptadas por las cinco organizaciones incluso el Partido Comunista.

El llamado “programa mínimo común” a nuestro entender es la “política nacional de largo alcance” propiamente dicha, y que tiene dos pilares normativos: la redacción de la Constitución Nacional de 1961, la cual fue aceptada por todos los partidos del Congreso involucrados en su elaboración (incluyendo el Partido Comunista de Venezuela); y el Pacto de Punto Fijo. La Constitución permite el desarrollo de un Estado paternalista planteando un conjunto de derechos sociales y teniendo como instituciones intermediadoras entre la sociedad y dicho Estado, a los partidos políticos.

Las políticas públicas redistribuidoras de “lago alcance” fueron las siguientes:

a) La tesis petrolera de Acción Democrática (o mejor decir de Juan Pablo Pérez Alfonzo y que algunos señalan a Rómulo Betancourt como su autor) que tenía como objetivo: el incremento de los ingresos petroleros del Estado por medio de un creciente control estatal de la industria, que no es otro que el llamado “Pentágono Petrolero” formado por: 1. no más concesiones, 2. creación de la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP), 3. aumento del control del Estado sobre la industria a través de una mayor fiscalización sobre precios y volúmenes de producción, 4. la participación de las compañías petroleras en los beneficios del negocio no debe exceder de “límites razonables” y por tanto el Estado debe incrementar su participación para poder cumplir con el principio del “petróleo como servicio público”, y 5. la política internacional de defensa de los precios del petróleo por medio de la creación de la OPEP
[1]; el objetivo final era la nacionalización;

b) Masificación de la educación con la participación de la Iglesia[2], se propuso el abandono de la tesis educativa de Acción Democrática que planteaba el “Estado docente”; ahora se aceptaría una gran inversión para lograr la matriculación de por lo menos de todos los niños en la educación básica, y gradualmente de los otros niveles del sistema educativo. En esta inversión y esfuerzo participaría la Iglesia;

c) Política económica de “sustitución de importaciones” (o CEPALISTA), con la que se lograría la industrialización del país, mayores empleos y atender las exigencias y demandas del empresariado[3] por medio de una política crediticia;

d) Política de obras públicas[4], con especial énfasis en lo social: escuelas, hospitales y viviendas;

e) Política de pleno empleo sustentada en las anteriores políticas citadas (industrialización y obras públicas) y muy especialmente el burocratismo;

f) Política de reforma agraria[5], siguiendo la tesis agraria de Acción Democrática y las propuestas de dicha política en el gobierno de Medina Angarita (1941-1945); de modo que no generó conflicto con terratenientes o la burguesía del campo.

Conclusiones

La idea de principios, mecanismo de conciliación, y de programa mínimo de políticas públicas redistribuidora de la riqueza permitieron la mayor estabilidad de régimen alguno en la era republicana de Venezuela. Más aún, facilitaron algo extraño en nuestro país: la convivencia de gobierno y oposición con la posibilidad de alternancia en el poder, y la obediencia de los militares a los civiles; y eso sin hablar de la masificación de la educación y el mejoramiento del nivel de vida de grandes sectores hasta principios de los ochenta. A pesar de ello, el fracaso del sistema llegó en la década de los noventa y todavía la sociedad venezolana busca la forma de lograr un mejor acuerdo, que permita armonizar democracia y bienestar.

Bibliografía


BETANCOURT, Rómulo (1958), Discurso a su regreso del exilio, en la Plaza Diego Ibarra, El Silencio. Recuperado en mayo, 25, 2008,
http://www.analitica.com/bitblio/rbetancourt/1958_02_09.asp

CABALLERO, Manuel (1998), La crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992), Caracas: Monteávila.

CABALLERO, Manuel (2004), Rómulo Betancourt, político de nación, Caracas: Alfadil

(1958). Pacto de Punto Fijo.

URBANEJA, Diego Bautista, (1985), ”Capítulo 10. El sistema político o cómo funciona la máquina de procesar decisiones”, en: Moisés Naim y Ramón Piñango, El caso Venezuela una ilusión de armonía. Caracas: IESA.

URBANEJA, Diego Bautista, (1992), Pueblo y petróleo en la política venezolana del siglo XX, Caracas: CEPET.

MALDONADO PARILLI, Jorge, (1984), Génesis y consecuencias del 23 de enero de 1958, Caracas: Miguel Ángel García e hijo.

STAMBOULI, Andrés, (2002), La política extraviada. Una historia de Medina a Chávez, Caracas: Fundación de la Cultura Urbana.

Citas:

[1] Diego Bautista Urbaneja, 1992, Pueblo y petróleo en la política venezolana del siglo XX, pp. 389-390.
[2] Andrés Stambouli, Ob.cit., p. 135.
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Diego Bautista Urbaneja, Ob.cit., pp.279-280.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no me gusto ok eso esta orrible

Anónimo dijo...

Coincido con las conclusiones expuestas por el autor en su ensayo sobre el puntofijismo. Creo que hemos escuchado tanto en los últimos años sobre los vicios de los “40 años de democracia” que hemos olvidado la esencia original del Pacto de Punto Fijo. Recordemos que la Venezuela republicana fue en algún momento el ejemplo por excelencia de un sistema democrático exitoso en Latinoamérica y que al menos durante dos décadas se logró conseguir estabilidad política y crecimiento socioeconómico en el país. Sin duda la corrupción, el duopolio político de AD y COPEI, el aumento de la pobreza y las ineficientes políticas públicas, provocaron el eventual fracaso del sistema puntofijista, pero no podemos ignorar los méritos de este sistema sólo por los excesos o los errores que fueron cometidos después.

Al releer el Pacto de Punto Fijo resulta evidente que sus postulados no sólo se mantienen vigentes, sino que hoy, cincuenta años después, resulta necesario retomarlos. A mi parecer, uno de los mayores problemas de la Venezuela de hoy es la incomunicación existente entre los dos bandos que definen la vida política del país: oficialismo y oposición. Es por esto que me resulta imposible leer los principios sobre los cuales se basó el Pacto de Punto Fijo sin referirme inmediatamente a la coyuntura política actual. Unidad, tolerancia, respeto mutuo, erradicación de la violencia interpartidista, adopción de un programa mínimo común. ¿Por qué resulta tan difícil para el Gobierno y la oposición llegar a acuerdos? Personalmente, no creo que sea imposible, a pesar de las diferencias ideológicas existentes entre ambos bandos, establecer ciertas políticas de consenso orientadas al beneficio del país. Debemos recordar que la finalidad máxima de cualquier partido político debe ser el beneficio del país, y no de intereses particulares. Y si la finalidad máxima es la misma, ¿por qué no trabajar juntos para lograrla?

Entiendo que es difícil, y tal vez ingenuo, pensar en la factibilidad de un Gobierno colaborativo dada la extrema polarización política del país actualmente, pero personalmente no veo otra solución. Debemos reconocer que, sin importar cuál es mayoría y cuál es minoría, existen dos bandos claramente definidos, y que debemos buscar la reconciliación. Sólo trabajando juntos, en un ambiente de respeto y tolerancia, lograremos salir adelante.

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