Carlos Balladares Castillo
La
semana pasada, a partir del lunes, sufrimos el segundo mega apagón de los
servicios de electricidad, agua y comunicaciones. Fue peor que el anterior debido
a que tuvimos apagones nocturnos viernes y sábado en la mayoría de los estados
e incluso el domingo. Ya el usurpador nos había advertido, a penas ocurrió el
primero, diciéndonos que “tuviéramos velas, linternas y agua”. El mensaje entre
líneas era claro: no lo vamos a arreglar porque no tenemos la capacidad, el
dinero o simplemente no es nuestra prioridad. A pesar de esa advertencia siguen
con las mentiras de los atentados porque jamás asumen su responsabilidad. Como
dice el tweet fijado del periodista Luis Carlos Díaz: “El gobierno miente. No
importa cuando leas esto”. Este nuevo factor de caos, que ya era normal en las
regiones en especial en el estado Zulia, colabora para que el hambre siga
avanzando en Venezuela. Es por ello que decidimos hacer una nueva entrega de
nuestras ya tradicionales crónicas del hambre, pero explicando cómo se ha
potenciado con los mega apagones. Estas crónicas las comenzamos un 26 de marzo
de 2016 y actualizamos el 27 de septiembre de 2017 y el 30 de mayo de 2018.
El
hambre en los tiempos actuales tiende a no venir sola, es decir, es parte de un
proceso de depauperación que significa la pérdida de las condiciones de la vida
moderna. Ambas realidades están íntimamente relacionadas. No olvidemos que la
Ilustración, entendida como la aplicación de la ciencia y la técnica para
superar los grandes problemas humanos, nació simultáneamente a la Revolución
Industrial. Y el mundo liberal se consolidó con la segunda etapa de dicha revolución
la cual estuvo movida por la electrificación. Ni siquiera el comunismo puede
realizarse sin la electricidad, ya decía Lenin - no olvidemos que dicha
ideología se define como marxismo-leninismo -, que la Revolución bolchevique es
“el poder de los soviets y la electrificación”. Pero en Venezuela todos
nuestros avances potenciados por el petróleo, el trabajo de sus ciudadanos
honestos y el proyecto democrático, son destruidos por el chavismo en 20 años
de despilfarro, corrupción. ¡Y especialmente por la aplicación de un modelo
fracasado que solo le interesa el usufructo del poder por una oligarquía que el
pueblo conoce como “enchufados”!
Lo
que más nos ha horrorizado es que ante el hambre indetenible por la
hiperinflación y el retroceso de nuestro economía en más del 50% del PIB en
tiempos maduristas, la encuesta ENCOVI ya muestra - no solo más del 90% de la
población en pobreza, de los cuales el 60% está en pobreza extrema -, sino
también de índices de desnutrición infantil que superan el 30%. Y ahora sumamos
a este horror la amenaza que significa la falta de agua y electricidad, en
especial a la salubridad (las epidemias pueden desatarse en cualquier momento),
pero en general es caer aún más en la miseria. En este segundo mega apagón otra
vez vivimos los mismos problemas que se mantienen incluso si llega la luz: no
hay servicio de Metro lo cual dificulta aún más los traslados porque tampoco
hay casi transporte terrestre desde hace dos años (aunque el viernes se
restableció a medias pero con un nuevo mega apagón en la noche otra vez cerró),
graves dificultades en la comunicación y e intermitencia de la conexión a
internet, lentitud o paralización de los puntos de venta que muchos aprovechan
para “dolarizar” la economía, y todo esto siempre acelera hiperinflación. Cuando se restituyó el servicio
de Metro pude ver a mucha gente casi en harapos y a la mayoría con potes de
agua para llevar algo a la casa.
Pero
hay otra gran amenaza con este desastre generalizado, con el incremento de la
pobreza; y es que todo ello colabora con la gran meta del modelo: el
totalitarismo. Este caos se suma a otros factores como la inseguridad, la
acción paramilitar (colectivos), una ideología totalitaria que se impone por la
propaganda y la “hegemonía comunicacional”. Por dar un ejemplo que pude
corroborar en la banda de radio FM en estos días de mega apagón: algunas
emisoras libres tenían operativos informativos en la noche y los mismos fueron
prohibidos para que solo se pudiera escuchar los que el régimen hace, donde
siempre se hablaba de sus mentiras y que todo estaba perfecto, cuando la
realidad era que la oscuridad nos rodeaba. Hay un proceso acelerado de
deshumanización, de atomización, de aislamiento de cada venezolana. Esto
coopera con la posibilidad de lograr un régimen totalitario. ¿Qué hacer? Teja
redes, fortalezca vínculos, ejerza la solidaridad y manténgase cómo sea en
unión a sus seres queridos al mismo tiempo que construye con las uñas la
ciudadanía.
Culpables
por incapacidad o no el chavismo avanza en su meta final por medio de la
destrucción de los servicios públicos, pero también en hombros de nuestra
depauperación acelerada que parece no termina de levantar nuestra indignación
generalizada en un gran movimiento nacional que ponga fin a esta tragedia. Una
vez más rogamos al “Supremo Autor el sublime aliento” para que renazca nuestra
tradición invocada mil veces en nuestro himno nacional.
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