viernes, marzo 27, 2015

Breve entrevista a un novel historiador venezolano (3): Daniel Terán-Solano (1ª parte)

A Daniel Terán Solano lo conozco desde nuestros tiempos de docencia en el colegio Santiago de León de Caracas por allá en el año 2005 si no me equivoco. 10 años de amistad en el cual hemos compartido nuestra pasión por la historia y la preocupación por la Patria. Es una persona excepcional por ser un buen cristiano y amigo. Su memoria es prodigiosa y su amor por la docencia es admirable. Sus alumnos lo estiman y sin duda ha logrado cambiar sus vidas para bien. Terán es parte de esa nueva generación de historiadores que merecen el reconocimiento de la Academia y el país. Es un privilegio contar con su amistad. 

La entrevista será en tres partes porque escribió mucho. Vale la pena. 

Profeballa




1. Resumen de su vida como historiador: (ciudad de nacimiento, año), ciudad donde vive actualmente, pregrado, postgrado, docencia, investigación, publicaciones, proyectos. 

Vine al mundo un 25 de octubre 1978, en Santiago de León de Caracas, ciudad en la que actualmente vivo, y con la que uno tiene una particular relación de amor y odio (adoro su Ávila y sus espacios verdes, a la vez que detesto la inseguridad y las colas que tiene) Estudié toda mi primaria y bachillerato entre 1983 y 1995 en el Colegio La Salle la Colina, al pie del Ávila junto a la Cota Mil. En 1996 entre a la Universidad Central de Venezuela a cursar Historia y más nunca me fui, pues la relación con mi Alma Mater aún continúa, pero en otros roles. Terminé de cursar materias en 2003, empecé a trabajar como profesor de Historia en educación media, mientras hacia mi tesis, siendo mi tutor el Dr. Elías Pino Iturrieta. Finalmente me gradué en 2008 en el primer puesto de la promoción “50 años de la Democracia venezolana”, a la cual propuse llamar así pues nuestro acto de graduación fue un 24 y 25 de enero. En 2010 comencé mi Doctorado en Historia en la UCV, el cual ya estoy por culminar pues sólo me falta entregar y defender la tesis, siendo mi actual tutora la Dra. Inés Quintero. Al año siguiente inicié estudios en la carrera de Educación en la misma universidad, la cual sigo con cuatro semestres aprobados hasta el momento. Desde 1997 he sido docente en bachillerato comenzando como profesor en el Colegio San Francisco de Sales, “Los Salesianos” y después Fe y Alegría, en su programa “IRFA” teniendo por sede el colegio Nuestra Señora de Guadalupe. En 2002 ingresé al sector público educativo trabajando en el Liceo Andrés Bello, en donde sigo dando clases en el turno nocturno. Fui profesor también en colegios privados como el Moral y Luces-Hebraica, el Santiago de León de Caracas, el Jefferson, nuevamente los Salesianos y el San Antonio de la Florida, en los cuales aprendí muchísimo y reforcé mi vocación por la enseñanza. En 2012 inicié mi carrera docente universitaria como profesor en la Escuela de Economía de la UCV, luego a finales de ese año me fui a la de Historia (¡regresé a mi hogar académico!) en donde sigo y dicto materias: Economía política e Historia económica del siglo XX. En 2014 comencé también a dar clases en la Universidad Simón Bolívar, adscrito al Departamento de Ciencias Sociales y luego más tarde en ese mismo año entré a la Universidad Católica Andrés Bello como profesor en la Escuela de Comunicación Social: Historia de la Cultura III. En ambas también me encuentro igualmente activo, disfrutando inmensamente la actividad educativa con los jóvenes. Si bien mi línea de investigación ha sido hasta el momento la Independencia de Venezuela (mi tesis de licenciatura y la doctoral están basadas en ello) mi verdadera especialidad sería la Venezuela republicana contemporánea, principalmente el agitado siglo XX, el cual proyecto analizar con obras que abarquen aspectos como las elecciones, los golpes de estado y algunos gobiernos pocos estudiados de esa centuria. De igual manera me gusta mucho la Historia universal contemporánea en sus temas político, económico y militar. Hasta el momento son pocas mis publicaciones, apartando mi blog. La mayoría han sido ensayos cortos y artículos de prensa que han sido publicados en medios impresos o digitales. Este año espero que una ponencia mía presentada en la UCAB sea publicada allá, así como algunos trabajos míos en la revista del Instituto de Ciencias económicas y sociales, y en la de Comisión de Estudios de Postgrados de la Facultad de Humanidades, ambos de la UCV. Proyecto hacer también manuales universitarios y de divulgación de temas como Historia de América, Historia económica de Venezuela y de Historia Económica mundial, los cuales se hacen necesarios pues casi no hay de esos trabajos en el ambiente estudiantil nacional, también quiero publicar una Historia ilustrada de Venezuela y trabajar en la elaboración de un Atlas histórico de Venezuela, que hasta el momento no existe. Asimismo, espero desarrollar dentro de unos años una completa y detallada Historia de las guerras civiles y la Historia electoral de Venezuela y abrir en la UCV una Maestría de Historia Universal o al menos un Diplomado. 

2. ¿Cuándo y cómo nació su vocación como historiador?

En mi infancia, en los años 80 del siglo XX. Me pasaba un poco como Alicia, la del País de las Maravillas de Lewis Carroll, que no le gustan los libros sin ilustraciones (Incluso llegue a cortar con tijeras las páginas de algunos libros así que estaban en la biblioteca de mi papa) Desde pequeño siempre me gustaron las imágenes que estaban en los libros que hojeaba, y mi interés por saber lo que mostraban dichas fotos, dibujos o grabados me llevaba a leer más y más. Entre las cosas que leía estaban por supuesto las de Historia, que me interesaban bastante. Ahí juega un papel importante el Bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar (en 1983) pues fue un ambiente muy rico y lleno de alusiones y evocaciones a la Historia. En el colegio regalaron folletos y libros sobre el Libertador bellamente ilustrados y eso me enganchaba. Igualmente en las clases de religión en mi colegio, los textos que usábamos (como “Episodios bíblicos” de la Librería editorial Salesiana) contaban con muy hermosos trabajos artísticos que me hacían interesarme por los contenidos de Historia sagrada. Así, los libros infantiles y juveniles que llegaron a mis manos, obras con abundante formato ilustrado, me fascinaban, eran textos como “La Historia siglo a siglo contado a los niños” de Procopio y Sforza, editada por las Paulinas, o la colección “la Historia ilustrada del mundo” de Anne Millar e ilustrada por Joseph McEwan, de la Editorial Plesa con 6 volúmenes, o incluso la genial “Historia de la Humanidad”, ilustrada por Eugenio Zoppi, que no era para niños, pero estaba como en formato tipo comic de una gran calidad. Todas estas obras hoy las atesoro profundamente porque me abrieron con sus dibujos el camino hacia la Historia profesional. Finalmente he de mencionar que la biblioteca de un tío materno mío, el Dr. Martín Dávila en San Cristóbal y luego en Barinas, estaba llena de muchos libros, especialmente de la Segunda Guerra Mundial, y cuando iba de vacaciones para allá, pasaba horas y horas en su despacho revisando esos tomos llenos de fotos en blanco y negro, vistosos mapas y también muchos dibujos a escala de los aviones, tanques y barcos usados en el conflicto. Todo eso me fascinaba y me hacía leer muchísimo. También estaba un hecho bien particular, en las reuniones familiares que siempre tenían, mis padres y mis tíos inevitablemente se sentaban a discutir de política, y los temas que hablaban me resultaban muy interesantes. Quería saber mucho más de eso que hablaban y opinaban: los partidos AD, Copei, Mas, Mep, Causa R, la dictadura de Pérez Jiménez o los gobiernos de Pinochet en Chile, Fidel Castro en Cuba o lo que hacían los Estados Unidos y la Unión Soviética en el mundo. Esa combinación me hizo meterme en libros cada vez más profundos y eso me llevo a donde estoy.

3. ¿Qué lectura, película-serie, o persona fortaleció dicha vocación?

Bueno, fueron muchas cosas. Digamos que yo soy de una generación mediática, pues se veía mucha televisión en mi época a pesar que hubiese pocos canales de TV. Yo veía con bastante frecuencia la Televisora Nacional canal 5, un canal exclusivamente cultural. Ahí pasaban muchos documentales de Historia, especialmente la serie “El mundo en guerra”, hecha por la BBC y narrada por Sir Laurence Olivier. Ver esos viejísimos documentales en blanco y negro me capturaba por completo. Asimismo, veía la programación de Venezolana de Televisión que no era como la lamentable de estos días, sino una de mucha mayor calidad y contenido cultural. Ahí pasaron mini series como “Shogún”, “Anno Domini”, “Quo Vadis?”, “Norte y Sur” y “La Guerra y la Paz”, entre otras, que como eran ambientadas en la historia me fascinaban. También el antiguo canal Radio Caracas Televisión retransmitió una telenovela nacional llamada “Estefania” ambientada en la dictadura de Pérez Jiménez y me encantaba verla, al igual que otra muy buena llamada “Gómez”, sobre el famoso dictador. En los recreos de mi colegio lo que yo más jugaba era a repetir esos eventos históricos que veía en TV. Con las lecturas, empecé de lleno con las enciclopedias. Me encantaban y aún hoy me considero un hombre “enciclopédico”, al punto que si puedo comprar una buena, a pesar de lo vieja que sea, la compro. Me encantaba leer los artículos que tenían gráficos, esquemas o ilustraciones explicativas (de ahí quizás venga mi costumbre de hacer esos pizarrones a la hora de explicar mis clases, Ja,ja,ja) Como no había Internet, no había mejor fuente que leer enciclopedias para conocer de algo o alguien. De lo general pase a lo particular y leí las Historia de América, de Venezuela y Universal de J.M. Siso Martínez, libros de texto de época pero con una calidad estupenda, tal cual como la Historia de Venezuela del hermano lasallista Nectario María. Luego la “Historia fundamental” de Salcedo Bastardo, el “Cuéntame a Venezuela” de Uslar Pietri, “Tapices de Historia Patria” de Briceño Iragorry, la “Evolución histórica de Venezuela” de Ramón J. Velásquez,  el “Juan Vicente Gómez y su época” de Manuel Caballero o la “Historia Universal” de Carl Grimberg, colección de 40 fascículos que venían en una revista llamada “Bohemia”. También leí una magnifica Historia Universal de 4 tomos (de 1977) de la Editorial Planeta, hecha por historiadores catalanes muy cercanos al materialismo histórico, que me pusieron al día en muchas cosas que desconocía de la historia del mundo. Y finalmente entre la películas hubo muchas que vi en TV (tanto por la antigua RCTV, como por VTV o el canal Venevisión) pero de las que puede ver en el cine directamente y me influyeron, recuerdo especialmente “El último emperador” de Bertolucci, “El imperio del sol” de Spielberg y “Danza con lobos” de Kevin Costner, las cuales me hicieron enterarme más de la Historia. El día que las vi, lo primero que hacía al llegar a casa era buscar en mi enciclopedia Barsa información sobre Pu-Yi y la historia china, el imperialismo japonés en Asia o la expansión al oeste en los Estados Unidos y sus tribus indígenas.

4. ¿Cómo fue su experiencia en el pre o postgrado de historia?

Fue muy rica y aprendí muchísimo. En pregrado recibí todas las herramientas para ser un correcto historiador, además que tuve maestros muy completos y exigentes en sus áreas, a los cuales recuerdo con mucho aprecio: Rafael Strauss en antropología, Pedro Calzadilla en Introducción a Historia de América, José Ángel Rodríguez en las geografías históricas, Ramón Aizpúrua en Teoría y método de la Historia e Historia colonial de Venezuela, Germán Yépez en Venezuela siglo XIX, Samuel Moncada en Venezuela siglo XX, Michelle Ascencio en sociología, Susan Berglund en idiomas, Pedro Castro en Economía Política e Historia económica, Alberto Navas en Ideas Políticas, Ramón Chacón en historiografía de Venezuela, Miguel Hurtado Leña en Historia antigua, María Elena González en Historia de América independiente, Inés Quintero en un seminario sobre la Historia de la Independencia venezolana y Rodrigo Fernández en Historia Moderna y Ciencia y Técnica. De ellos aprendí lo necesario para ser un buen historiador, pero no sólo por lo teórico y doctrinario, sino también por su conducta ante la vida, la cual en la mayoría de los presentes fue muy correcta, en especial el profesor Rodrigo, quien siempre se mostró como un verdadero maestro, guía y mentor: aquél que sabe enseñar y bien, dentro y fuera de las aulas, no sólo para un curso, sino para toda la vida, siendo un verdadero referente ético e intelectual. En el Postgrado, me lance a una aventura que me intimidaba muchísimo porque salté directo de Licenciatura a un Doctorado sin tener Maestría previa. El director del Doctorado en Historia de ese entonces, el profesor Alejandro Mendible, una autoridad en temas de Historia de Brasil y del Perú, confió en mis calificaciones previas, mis capacidades y también en el perfil que poseía como profesor de bachillerato: él consideró que lo mejor me convenía era sacar un Doctorado para así lanzarme a la docencia universitaria y la investigación histórica profunda. Creo que acertó y por eso le estoy inmensamente agradecido. Allí volví a tener clases con la profesora María Elena González, académica de la Historia, toda una autoridad indiscutida en Historia de América e Historia económica, y docente exigente como pocas, muy puntillosa a la hora de corregir. Ella fue mi primera tutora doctoral y desde entonces he colaborado con ella en todo cuando he podido: desde llevarle un café a su salón de clases o hasta ser su chofer cuando necesitaba trasporte a algún evento. Estudiando también allí tuve la suerte de ver clases con Don Tomás Straka, lo cual me emocionó mucho porque él era un protagonista de la nueva historiografía nacional que tenía el honor de conocer en las aulas. Fue un profesor bien exigente, atento y muy cumplidor, que no dudó en echarme bromas, pues creo que siempre me ha considerado una especie de extremista religioso católico. Ja,ja,ja. Curiosamente ambos cumplimos año el mismo día. Como todo estudio de Postgrado, en el Doctorado profundicé mi formación profesional, conociendo autores y bibliografía que no conocía, “poniéndome al día” en mi área de conocimiento. Nota especial en mi Postgrado merece el profesor Julio López quien sucedió en el Doctorado al profesor Mendible y me solicitó que fuera el asistente del Área de Historia. Allí hice el papel de secretario, recepcionista y mensajero, entre otros, ganando una muy, muy humilde beca, pero permitiéndome hacer prácticamente gratis el Postgrado. Esa oportunidad me acercó más al mundo universitario, permitiéndome conocer profesores, publicaciones y eventos académicos como congresos, lo que también me preparó en lo futuro para ser un docente más completo en el campo de la educación superior. Sin el apoyo del profesor Julio, difícilmente estaría donde estoy. Tuve el gusto de tenerlo como profesor dos veces en el Doctorado en materias sobre el Mito y la hermenéutica simbólica en la Historia y la Sociedad, y aprendí muchísimo dentro y fuera de las aulas: conversar un café con él en la oficina era aprender toneladas de conocimiento histórico, humanístico y de Ciencias Sociales. Maestros como él se ven poco en estos tiempos, y aspiraría mucho convertirme en uno así: sapiente y exigente, disciplinado, eficiente y con una energía envidiable para atender asuntos ahí, en la Escuela de Historia donde es coordinador académico y profesor, en la UCAB donde también es docente, y además publica constantemente textos de su especialidad. ¡Qué envidia, y de la buena!

2 comentarios:

Daniel Terán-Solano (Dantesol) dijo...

Muy agradecido y honrado, mi estimado amigo, por haberse tomado la molestia de publicar y mencionar en su tan prestigioso blog estas cosas de mi humilde trayectoria personal y académica. Un gran abrazo para Ud. en Cristo Jesús.

Tesoreriando y Algo más dijo...

Felicitaciones Carlos por la entrevista realizada a Daniel. Ya me voy a leer el resto de la misma.

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