jueves, junio 30, 2011
Estamos de acuerdo: Juan Germán Roscio, un prócer civil que merecía estar en el Panteón Nacional por fin será enterrado allí
Análisis de Oppenheimer sobre los 12 años de gobierno chavista
OPPENHEIMER: El Milagro Venezolano
ANDRÉS OPPENHEIMER
AOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM
Los críticos del presidente venezolano Hugo Chávez han aprovechado su ausencia de varias semanas en Cuba por una enfermedad no especificada para culparlo de toda clase de maldades, pero ya es hora de darle crédito por haber producido un verdadero milagro económico en su país.
No estoy bromeando. Lo que Chávez ha hecho en Venezuela durante los últimos 12 años es nada menos que un milagro económico: pese a beneficiarse del mayor boom petrolero en la historia de Venezuela, de alguna manera ha logrado dejar el país hecho trizas.
Venezuela tiene una de las tasas de crecimiento más bajas de Latinoamérica, uno de los índices de inflación más altos de la región, cortes diarios del suministro eléctrico, escasez de alimentos, y un porcentaje de delitos sin precedentes en el país. Y lo que resulta aún más asombroso, tratándose de uno de los mayores productores de petróleo del mundo, Venezuela ha comenzado a importar electricidad de Colombia, según confirmó el ministro de energía eléctrica venezolano Alí Rodríguez el 15 de junio.
Es una proeza notable, si se considera que los precios del petróleo se han disparado desde $9 el barril cuando Chávez asumió su cargo en 1999 a $100 el barril actualmente. Aunque Venezuela tuvo booms petroleros en 1974 y 1979, esta ha sido la bonanza petrolera más grande y más prolongada del país.
Según cifras del Banco Central de Venezuela, los ingresos petroleros del país han sumado $700,000 millones desde que Chávez asumió la presidencia, según me dijo José Guerra, director del departamento de Economía de la Universidad Central de Venezuela, la principal universidad estatal del país. “Eso excede los ingresos petroleros del país durante los 25 años anteriores”, agregó Guerra.
Y sin embargo, esto es lo que Chávez tiene para mostrar:
-Mientras las economías latinoamericanas crecieron en un promedio de casi el 6 por ciento el año pasado, la economía de Venezuela bajó un 1.6 por ciento, después de haber caído otro 3.3 por ciento el año anterior, según cifras de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL).
-Mientras la mayoría de los países latinoamericanos tienen un índice de inflación de un solo dígito, el índice inflacionario venezolano subió desde el 12 por ciento de hace una década hasta el 27 por ciento el año pasado, según cifras la CEPAL. El índice inflacionario oficial de hoy es de alrededor del 25 por ciento.
-Mientras la mayoría de los países latinoamericanos están recibiendo inversiones extranjeras record, Venezuela sufre de fuga de capitales, y la deuda externa del país ha aumentado de $35,000 millones en el 2001 a $58,000 millones en el 2010, según la agencia de las Naciones Unidas.
-Los cortes de energía que afectan a casi todo el país, con la excepción de la capital, son los primeros que se recuerden en años recientes. Al principio, el gobierno se los adjudicó a la sequía, pero los economistas dicen que los cortes se deben a una casi absoluta falta de inversión en las instalaciones eléctricas durante los últimos años.
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lunes, junio 27, 2011
El amigo y diputado de la AN: Luis Barragán, nos habla del proyecto de ley que tergiversará la historia de los sesenta en Venezuela
En fecha 21 de los corrientes, la bancada oficialista planteó la primera discusión del Proyecto de Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y Otras Violaciones de los Derechos Humanos por Razones Políticas en el Período 1958-1998 (PL), cuyo ponente fue el diputado Fernando Soto Rojas. Familiares y relacionados de las víctimas, acudieron al hemiciclo, aunque no pudo escucharse a José Vicente Rangel, igualmente invitado, pues se retiró luego de la prolongada y justificada paralización de la sesión ocasionada por el arbitrario propósito de allanar la inmunidad parlamentaria de William Ojeda.
Por lo pronto, observamos:
1) El proyecto constituye un recurso extraordinario para la segregación, el revanchismo político y la estigmatización gubernamental de todo oponente o disidente. Exclusivamente destinado a proteger – según lo entiende – a los “militantes revolucionarias y revolucionarios” del período 1958-1998, protección especial; luchadores “anti-imperialistas, por la democracia popular y el socialismo en Venezuela”; atribuyendo al Ejecutivo Nacional el reconocimiento y la declaración de “marti (SIC) por la democracia popular, la liberación nacional y el socialismo” (PL: artículos 1, 4, 17, 20, 23). Y, aunque cabe la posibilidad de promulgar leyes especiales orientadas a la protección de las personas en circunstancias muy específicas, el proyecto de marras comporta una desuniversalización de la ley, institucionalizando – por lo demás – a determinadas expresiones de la sociedad civil, incluyendo a grupos paramilitares como los colectivos, en detrimento de entidades de meritoria trayectoria (por ejemplo, COFAVIC). Establece
una garantía de no repetición de los hechos denunciados, circunscritos al referido período, indicio de una inevitable vocación universalista que frenan los actuales intereses del poder establecido (PL: 17). Evidentemente, niega los excesos y las víctimas del propio proceso subversivo, el papel de las Fuerzas Armadas Nacionales y, añadimos, los alcances de la otrora Política de Pacificación, gracias a un instrumento legal en ciernes de radical parcialidad y sentido político e ideológico.
2) Invocado el artículo 29, importa hacerlo también con los artículos 30 y 31, todos constitucionales, habida cuenta de las denuncias interpuestas y decisiones adoptadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por estos años, demostrativo de un intención y utilidad política inmediata del proyecto. Por cierto, al referirse a las fuentes empleadas, el expositor de los motivos del proyecto no puede desactualizar los derechos humanos, reconociéndolos únicamente para el período que le interesa.
3) Consagrada el delito político para un sector de la población, novedosamente tipificado el de la postura – según lo entienden – anticomunista, pues establece un suerte de fuero para los que profesaron o profesan la “doctrina anticomunista de la contra-insurgencia” (PL: 4, 6). En última instancia, consagra al enemigo interno propio de las consabidas doctrinas continentales de seguridad nacional, a la que se apegan aunque paradójicamente la cuestionen, desconocido el principio de corresponsabilidad del Estado y la sociedad civil para definirla e implementarla de acuerdo al artículo 326 constitucional.
4) Reto en materia probatoria y, acaso, consagración de la presunción como elemento suficiente para castigar, establece un conjunto interesante de modalidades y tipos de terrorismo de Estado que sería, en el fondo, la finalidad legislativa. Partimos de la pérdida de posibilidades laborales y académicas, hasta la desaparición forzada, etc. (PL 6, 19), aunque lucen redundantes invocar el acceso a la justicia, la celeridad de las diligencias del Estado o el derecho a la verdad (PL: 8, 9, 13). Acá diferenciamos entre las manifestaciones clásicas del terrorismo de Estado, y las más novedosas o sofisticadas que escapan del ámbito temporal del proyecto. Sostenemos que, a una sociedad de una básica e irrebatible cultura democrática, le ha correspondido otra expresión de terrorismo de Estado, ejercido por delegación para no implicarlo o responsabilizarlo directamente, quizá de baja intensidad que reporta también un déficit de autoridad, pues, la población ha estado a la merced de organizaciones pro-gubermanentales o
para-gubernamentales que la acechan y agreden sistemáticamente, con la aquiescencia, indiferencia o negligencia interesada del Estado. Incluye la militarización de la sociedad, la reclusión de la disidencia política y de los protestatarios sociales con la delincuencia común. El sometimiento al escarnio público de la dirigencia opositora, la acusación de golpista o apátrida de todo disidente, las inhabilitaciones administrativas, el servicio forzado de los empleados públicos para labores de proselitismo, el desconocimiento de la inmunidad parlamentaria, la obstaculización del cabal ejercicio de los derechos políticos, por no citar los exilios arbitrarios, el hostigamiento, el perjuicio patrimonial, las amenazas de muerte, la extorsión, la impunidad derivada de indultos o amnistías selectivas que contempla el propio proyecto (PL: 1, 2).
5) Llama la atención que el Ejecutivo Nacional, considerado única manifestación del Poder Popular, monopolice la materia, pues la Comisión de la Verdad sorprendentemente está adscrita a un despacho ministerial, limitada temporalmente, sin precisión alguna de su naturaleza jurídica (PL: 4, 7, 10, 11, 17). Rompiendo con lo universalmente entendido e implementado respecto a las comisiones de la Verdad, añadimos una confusa relación institucional con el Ministerio Público o la Defensoría del Pueblo o el reconocimiento exclusivo que pueda dispensar a través del registro interesado de las personas y casos. Curiosamente, la instancia dependiente del Presidente de la República, está integrada por fiscales de hecho, quienes “podrán actuar por cuenta propia o por intermedio de un delegado plenamente facultado para tal efecto”, pudiendo imputar a aquellos que no le presten la colaboración solicitada (PL: 10, 15)
6) Interesante la consideración en torno al patrimonio documental público y privado que abrirá dicha Comisión del Ejecutivo (PL: 13, 14, 16). No obstante, actualiza la necesidad de actualizar la legislación sobre los archivos públicos, el papel del Archivo General de la Nación y la desclasificación de los documentos policiales, partidos, medios impresos y audiovisuales, agregando hasta militares capaces también de dar cuenta de los procesos disciplinarios hipotéticos relacionados con la materia.
7) Delicado “rescate de la memoria histórica” (PL: 1), que olvida otras incidencias como el golpismo recurrente de derecha o la denostación de Fidel Castro contra el PCV, en los sesenta. Hay una interesada interpretación histórica subyacente que evade la responsabilidad misma de la insurrección marxista, consabidamente errada, amén de dar al traste con toda la discusión política e ideológica que generó la derrota entre las décadas de los sesenta y setenta. Peligroso rescate, pues protege de antemano la versión oficial de acontecimientos concretos que parte de El Porteñazo hasta el 4-F y la posibilidad abierta de inculcarla acríticamente a través de los textos escolares (PL: 23). Valga reconocer el coraje de los denunciantes de entonces, recordando que José Vicente Rangel nunca perdió la inmunidad parlamentaria por ello. Sostenemos que el proyecto en cuestión, está orientado a una “cacería de brujas” que implicará a quienes no vivieron aquellas décadas, por las obvias razones de edad.
A modo de conclusión, la importancia, pertinencia y posibilidad es la de una Ley Contra el Terrorismo de Estado que actualice sus formas o modalidades, en la cual – universalizada, sin delimitación temporal – puedan también subsumirse los casos o eventos de las décadas pasadas. Sostenemos la urgencia de perdonar haciendo justicia, sin añadir otros artificios para una discordia que se nos antoja frecuentemente morbosa.
@luisbarraganj
domingo, junio 19, 2011
Nos quedamos sin otro gran historiador en Venezuela: Oscar Sambrano
El Príncipe no tenía Corte, ni jamás la quiso fomentar
lunes, junio 13, 2011
Historiador venezolano (Elías Pino Iturrieta) nos habla sobre la historiografía chavista en lo relativo a la visión del siglo XX
De los empeños de manipulación de la memoria que lleva a cabo el presidente Chávez
El Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia ha provocado una polémica que traspasó las barreras nacionales. El hecho de que afirmara uno de sus colaboradores que Franco no había establecido un totalitarismo en su país, sino apenas un régimen autoritario, generó justificadas protestas de los círculos intelectuales y del ciudadano común. Los sillones de los académicos aún se estremecen por el terremoto de los comentarios provocados por su diccionario. No se trata ahora de participar en la trifulca, aunque bien se pudiera debido a los nexos de nuestra sociedad con aquella en la cual reinó el Caudillo, sino de referir el asunto de la memoria histórica relacionado con el episodio y traído a colación hace poco por uno de los representantes más calificados de la historiografía escrita en castellano: Ángel Viñas.
Especialista en el análisis del gobierno de Franco y en los sucesos de la Guerra Civil, en lugar de arremeter contra la institución responsable del debate, llama la atención sobre los problemas que genera la memoria histórica cuando esta se desarrolla después de un conflicto capaz de dejar cicatrices indelebles, como es el caso del enfrentamiento fratricida de los españoles; pero también cuando las partes involucradas en los dos lados del conflicto tratan de escribir su historia según el panorama que quieren observar desde atalayas tendenciosas y parciales. La historia escrita desde cualquiera de esas atalayas no guarda relación con el pasado, especialmente la que escriben los ganadores, afirma Ángel Viñas, sólo repite una operación de patrañas y clichés semejante a la ordenada por Stalin en torno a los hechos de la revolución soviética. Partiendo de tal premisa, el párrafo que dedica a la denominada historiografía franquista es como sigue, palabras más, palabras menos: va esencialmente tras el empeño de ocultar los horrores cometidos entonces por los triunfadores, pero, especialmente, busca la manera de maquillar los motivos que provocaron el alzamiento contra el gobierno legítimo de España. La afirmación del colega español sirve para hablar sobre los empeños de manipulación de la memoria que lleva a cabo el presidente Chávez, según se tratará de sustentar a continuación.
La inexistencia en Venezuela de una guerra como la civil española impediría un tratamiento del tema de la manipulación de la memoria según lo maneja Viñas, pero sólo a medias. En realidad aquí no sucedió antes del advenimiento del chavismo un conflicto susceptible de marcarnos con heridas sin restañar, como pasó en la Península, pero el Presidente se ha empeñado en crearlo con su retórica. ¿Cómo reconstruye las vicisitudes de la segunda mitad del siglo XX venezolano? Como una guerra de los explotadores contra los explotados, como una calculada expoliación del pueblo por los adecos y los copeyanos, en alianza con el tenebroso imperialismo; como una generalizada represión de las mayorías y como la empecinada negación de los valores fundamentales del humanismo. Los hechos condujeron, de acuerdo con sus machaconas interpretaciones, al advenimiento de la "revolución". No habla de batallas campales ni del asalto de ciudadelas, sino de un tipo especial de combate convenientemente disimulado cuyas consecuencias serían semejantes a las de las guerras declaradas y libradas a cabalidad. No le ha ido mal en la operación, hasta el punto de producir, hoy día, después de la contienda que jamás existió, las muertes, las dentelladas y las llagas cuya existencia nadie puede negar, pero que no fueron tan multitudinarias ni tan difíciles de curar.
En el empeño de manipulación, el Presidente ha llegado a calificar al siglo XX venezolano como "el siglo perdido de Venezuela", como el tiempo dilapidado que él viene a recuperar. El siglo XX es todo lo contrario, desde luego, es la fábrica del país que llegó a estar a la vanguardia de las sociedades del Continente por el repertorio de sus obras: educación masiva, sanidad cada vez más ampliada y satisfactoria, establecimiento de la industrialización, liquidación progresiva de las formas de represión, relaciones políticas cada vez menos erizadas, libertad de pensamiento, comunicaciones eficientes, grandes obras de infraestructura, modernización de los servicios, diversificación de las áreas de esparcimiento, multiplicación de los contactos con el exterior, adelantamiento científico y tecnológico... no tanto como en el paraíso, pero tampoco como para que la obra de nuestros padres y de nosotros mismos sea objeto de una descalificación así de escandalosa e injusta. Porque eso es exactamente lo que hace la manipulación: negar lo que se realizó en un período estelar de la historia por quienes fueron nuestros antecesores más cercanos, pero también por quienes vamos para viejos, con el único objeto de justificar lo que él pretende hacer con la sociedad partiendo de la idea poco o nada respetuosa que tiene de sus miembros.
Cuando trata el caso español y el desaguisado de la biografía de Franco, el maestro Viñas habla de la justificación del futuro a través de la tergiversación del pasado como una tentación que se convierte en necesidad cuando se asciende al poder por ruta escabrosa y cuando no se deben dar motivos al escándalo. O cuando alguien quiere permanecer en el trono por motivos inconfesables, se puede agregar. No parece que se trate apenas del problema de un diccionario, ni de algo que sólo incumbe a la Real Academia de la Historia.
eliaspinoitu@hotmail.com
domingo, junio 05, 2011
El historiador venezolano y amigo Tomás Straka habla sobre el uso político de la historia
Historiador Tomás Straka en el museo "Casa de la Estrella"
"Nuestros grandes ideales siguen siendo de libertad"