lunes, julio 09, 2007

Hoy estuve en el Auschwitz de 1944 (escuché el testimonio de la señora Trudy Spira)

La señora Trudy Spira (sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz) nos ha brindado hoy, a un grupo de jóvenes (y a mí, un intruso entre tantos jóvenes), su testimonio acerca del infierno en la tierra. Todos nos esperábamos historias crudas y tristes, y ha ocurrido lo contrario: esta simpática abuela nos habló de los pocos momentos de esperanza y alegría que vivió desde 1944 hasta el día de su liberación el 27 de enero de 1945. La experiencia en el campo le mostró que entre los humanos existe más bondad que maldad, que “por cada persona que le hizo daño se topaba con dos o tres que le dieron cariño y ayuda”. Nos dijo que sufrió pero que no posee amargura o deseos de venganza. Los muchachos estaban llenos de admiración, e incluso en algunos momentos se que algunos tenían un nudo en la garganta cuando nos hablaba de una niña de 12 años que se emocionaba por cada pequeña cosa que le ocurría: la posibilidad de ver a su padre unos pocos minutos al día, y cuándo todo terminó, saber que su madre estaba viva y que pronto estarían juntas.

Nos contó que conoció al médico nazi: Mengele, el cual se encargaba de seleccionar a los que iban a la cámara de gas o no, y que incluso experimentó con su sufrimiento y dolor físico. A ratos veía su brazo tatuado con el número que le dieron en el campo; era la tercera sobreviviente que conocía pero esta fue la que me dejó más lleno de esperanzas. Al estar en presencia de la señora Trudy pensaba en la pregunta inevitable: ¿cómo fue posible? ¿Qué estamos haciendo (¿qué estoy haciendo?) para que esta realidad no se vuelva a repetir?

Como historiador me preocupa la búsqueda de la objetividad, pero más me angustia que esta búsqueda ante el hecho histórico me deje indiferente ante la maldad. Una cosa es la objetividad, otra la pérdida de la dignidad humana que nos obliga a rechazar lo abominable.

Para conocer su testimonio acá les dejo esta
página web y estos otros relatos. 

¡Muchas gracias señora Trudy Spira por su fuerza de voluntad, y por su deseo de mantener la memoria histórica!

Profeballa

6 comentarios:

Unknown dijo...

Sobrecogedor relato como tantos otros contados por personas, que por desgracia se vieron expuestos a tales vejaciones y tratos infrahumanos, pero por fortuna viven para contarlo.
Sobre la posible indiferencia respecto a la maldad, yo tengo la convicción de que existen hechos que son "objetivamente" injustificables. Tendrán sus causas concretas dentro de un contexto determinado, pero nunca una justificación.
Aunque te dediques a la historia y busques la máxima objetividad, eres un ser humano y, quiero creer que por naturaleza, nadie es inmune a estas horribles experiencias.
Un saludo.

Anónimo dijo...

GRacias por tu comentario: estamos de acuerdo, y me gusta esa idea de los "objetivamente" injustificable, esn mi opiniòn, estos hechos serìan los que van contra la dignidad de la persona humana contra la naturaleza humana(fundamento para el diàlogo entre las personas, para el respeto entre todos); y para el estudio de la historia.
Excelente comentario,
un abrazo

CEIHE dijo...

Nada mejor para un historiador que entrevistar a un testigo-hacedor directo de la historia.

Es de valorar lo que esta señora señala:el amor,la bondad y la solidaridad en medio de aquel infierno.

Hace poco visité Dachau (aún debo hacer la reseña)y a pesar de mis ojos de "historiador" y la teórica frialdad objetiva; me fue imposible no sentirme sobrecogido por lo que allí se vivió.

Totalmente de acuerdo con Historiantes; se pueden explicar las causas en lo contextual, pero la justificación es inaplicable.
El historiador no es un ente abstracto, sin valores referenciales; por el contrario, en busca de la objetividad puede ser falible, pero nunca insensible ética o moralmente.

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario Daniel: ¿Pero dónde está el límite en la búsqueda de la objetividad?
saludos

CEIHE dijo...

En primer lugar, lo obvio; no puede haber limitaciones autoimpuestas.Por ej.las creencias,sean estas políticas,religiosas, filosóficas,etc.
Las limitaciones están implicitas en la labor y emanan de la persona y su entorno, son en general (no siempre)objetivas y corresponden a realidades inmanejables para el historiador.
Por supuesto, la búsqueda de la objetividad no puede ser afectada por la apreciación ética, ni tampoco es esta tributaria de aquella.
Pero al mismo tiempo se debe reconocer la imposibilidad de una asepcia interpretativa (en la historia como interpretación)en el oficio del historiador.
Saludos.

Anónimo dijo...

Gracias por tu respuesta. En conclusiòn se nos dice: historiadores: no nieguen su subjetividad pero no hagan de la misma un obstàculo para la investigaciòn, al contrario, que la misma sirva para mirar ciertos temas, para enfatizar ciertos aspectos. Muy weberiano todo, estamos de acuerdo. Que tu subjetividad natural y creada en tu formaciòn no te haga ciego a los datos de tu bùsqueda.
saludos

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