Autor: Carlos Balladares Castillo
Publicado en Código Venezuela y Noticiero Digital
Rechazar nuestro republicanismo liberal es rechazar nuestra identidad
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Rechazar nuestro republicanismo liberal es rechazar nuestra identidad
Francisco Javier
Yanes (1777-1842), parafraseando al amigo y profesor José Ignacio Hernández G.,
debería tener un gran monumento en Caracas tal como tiene Thomas Jefferson en
Washington D.C. La razón de ello es que Yanes forma parte fundamental de los
próceres civiles que establecieron las bases jurídicas y políticas de nuestra
República liberal. Participó en los acontecimientos del 19 de abril de 1810, y
como diputado del Congreso Constituyente de 1811 impulsó la Independencia
formando parte de los firmantes del acta que la declaró. Luego ayudará a la
redacción de nuestra primera Constitución donde se consagra el principio de
igualdad, el cual había defendido en el debate sobre el otorgar o no este
derecho a los pardos (Yanes y Antonio Nicolás Briceño fueron los únicos que lo
apoyaron). Durante el proceso de Independencia no solo realizó actividades
civiles (desde 1819 fue juez y Presidente de la Corte del Almirantazgo
colombiano) sino también en algunas ocasiones participó en combates. En 1830 apoyó
la separación de Colombia, presidiendo el Congreso que aprueba la secesión y
redactando la Constitución de la República de Venezuela.
Al justificar la
ruptura con el sueño de Bolívar, Yanes y “los primeros venezolanos” se apoyarán
en la defensa de la libertad. Libertad que solo se puede dar en una sociedad
que posea un gobierno limitado que a se vez permita garantizar los derechos
humanos. España era una monarquía despótica y Colombia, a pesar de proclamar la
República, poseía un centralismo-presidencialista que limitaba el ejercicio de
la ciudadanía. Venezuela no nació por razones identitarias sino por el anhelo
de vivir en libertad, porque no hay patria sin república.
Otro aspecto a tomar
en cuenta es su faceta de historiador. Yanes dedicó buena parte de su vida a
reunir todo documento que permitiera conservar la memoria de la naciente
historia de la República. Esta tarea la llevará a cabo con Cristóbal Mendoza,
de la cual nacerá la “Colección de documentos relativos a la vida pública del
Libertador de Colombia y el Perú Simón Bolívar”. Posee dos obras
historiográficas: “Compendio de la historia de Venezuela desde su
descubrimiento hasta que se declaró estado independiente” (1840) y la “Relación
documentada de los principales sucesos ocurridos en Venezuela desde que se
declaró estado independiente hasta 1821” (1842). Toda esta actividad demuestra
su preocupación por la formación política y jurídica del venezolano. No solo se
debe recordar los hechos, también se debe conocer el por qué de los mismos.
Yanes escribe también
una obra breve que intenta dar a comprender las bases jurídicas de la naciente
república la cual llama “Manual político del venezolano” (1839). Nosotros la
hemos leído en su edición del 2009 de la Academia Nacional de la Historia y la
Universidad Metropolitana, cuyo “Estudio Preliminar” (del cual tomamos buena
parte de los datos que hemos ofrecido sobre Yanes) fue escrito por Rogelio
Pérez Perdomo e Inés Quintero.
En la primera parte de
esta obra se explica el origen, límites y fines del gobierno; para lo cual se
basa en las tesis de los contractualistas (Locke y Rousseau). “La sociedad debe
a todos los miembros justicia y protección, leyes que aseguren sus personas,
sus libertades y bienes (…)” (p. 107). Para ello crea un “cuerpo político” que
dirige la sociedad y le garantiza los fines planteados, de modo que este
gobierno es un instrumento de la sociedad y no al revés. Yanes se pregunta:
¿cuál es la mejor forma de gobierno?, es decir, ¿cuál es el que logra los fines
antes planteado? Su respuesta es el “gobierno representativo y constitucional”
debido a que este establece la igualdad de derechos en la Constitución,
distribuye sus poderes y “se apoya y dirige por la opinión pública” (p.
112). El primer y segundo aspecto evita
el abuso (la tiranía) y el tercero junto a la elección de diputados permite el
control de la sociedad sobre el gobierno. Por otro lado, la deliberación que se
da en este gobierno debe tener como fin la racionalidad de las decisiones y no
tanto la imposición de las mayorías (que en muchos casos es inevitable). El
gobierno de la razón se basa en la creencia que tenía Yanes de ser el “derecho
de pensar y publicar sus pensamientos” el más importante de todos (p. 134).
El resto del libro se
dedica a los temas del gobierno federal, la libertad, la igualdad, la propiedad
y la seguridad. El mejor ejemplo del gobierno representativo federal, para
Yanes, eran los “Estados Unidos del Norte, en donde rige la forma republicana,
donde existe la democracia sin desorden, la aristocracia sin privilegios, y el
poder ejecutivo sin tiranía” (p. 169). Al final, nuestro padre constitucional,
advertirá del peligro de lo que hoy llamaríamos colectivismos al decirnos: “El
patriotismo ha causado la ruina de muchas naciones. (…) Los impostores abusando
de la rudeza del vulgo, le persuaden que el bien público y el interés de la
sociedad son de orden superior al bien y al interés de los particulares” (p.
210). Yanes no fue ignorante o ciego a la realidad de los caudillos de su
tiempo, y sabía que las constituciones no se impondrían a los personalismos que
“abusaban de la rudeza del vulgo” sino eran acompañadas de una formación
política arraigada en cada ciudadano. Tengo la confianza que la tradición
republicana-liberal a la cual tanto aportó Yanes, se imponga a “los impostores”
del patriotismo en Venezuela.