Noticia de El País de España.
La Historia, según el chavismo
La Colección Bicentenario, una serie de libros escolares que
el Estado reparte en las escuelas públicas, reinventa el modo en que niños y
jóvenes estudian la historia reciente del país
ALFREDO MEZA Caracas 24 DIC 2013 - 19:51 CET
En la contraportada está el manchón con los nombres que
dieron vida a laColección
Bicentenario, los libros de texto que el Gobierno de Venezuelaentrega de forma
gratuita en las escuelas públicas. Arriba y a la izquierda el comandante
supremo de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías. A continuación su
delfín y actual presidente de la República, Nicolás Maduro. Luego vienen los
nombres de la ministra de Educación, de los viceministros y los encargados de
proponer una lectura acorde con la cosmovisión chavista de la historia
republicana de Venezuela. Esa donde la llamada revolución bolivariana rescata
la obra de los padres fundadores después de los intentos de continuar con el
proyecto independentista libertador Simón Bolívar.
En el libro Historia de Venezuela Contemporánea, una
asignatura que se imparte en el cuarto año de bachillerato (el penúltimo año de
la escuela secundaria), se lee en el primer capítulo de la primera unidad lo
siguiente: “Cuando entramos a la segunda mitad del siglo XIX ya podemos ir
hablando de una contemporaneidad venezolana, cuyas raíces las hemos encontrado
en un estilo americano que llegaba de Estados Unidos de América desde 1824.
Avanzamos este dato para que el lector esté pendiente de su reaparición más
adelante en el marco de las relaciones comerciales de Venezuela con el
exterior”.
Esa sentencia marca el tono del texto de 272 páginas,
publicado por primera vez en 2011 y reeditado por tercera vez en 2013. Este
libro es uno de los 70 encargados a los autores de la Colección Bicentenario,
que abarcan desde la educación inicial hasta el último año de educación media.
No solo Estados Unidos, al que en la página 169 se le compara con el III Reich,
se convierte en la gran bestia negra que impidió la consolidación de una
república libre. Los gobiernos anteriores al chavismo –el período de 40 años
transcurrido entre 1958, cuando cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y la
victoria de Hugo Chávez, en 1998- son a lo largo de la obra los principales
responsables de la tragedia nacional, contenida apenas por la aparición del
comandante Chávez.
Construida a base de manipulaciones históricas, de
protagonistas desconocidos, la relectura de la historia que propone el Gobierno
en las escuelas del Estado promueve la adoración del líder y la satanización de
todo aquello que no comulgue con sus intereses. “Una primera observación es que
los libros no están adecuados ni al programa del año 1997 de Educación Básica
ni al currículum llamado bolivariano. En muchas oportunidades, las lecturas,
los ejercicios o los ejemplos son manipulaciones para ensalzar al actual
régimen o para hacer culto a la personalidad”, afirmó el profesor Mariano
Herrera, coordinador del área de Educación de la Mesa de la Unidad, en un artículo
publicado por el diario Tal
Cual en octubre.
La observación de Herrera recoge una preocupación de padres
y representantes que no comulgan con las interpretaciones del chavismo: la
inminente reforma del Currículo
Nacional Bolivariano propuesta por el Ministerio de Educación en
noviembre, pero cuyo contenido aún es un misterio.
Del Gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964) se ha elegido
contar como hecho principal la represión a la izquierda que eligió el camino de
la lucha armada inspirada en el ejemplo castrista y algunas de sus causas: la
traición que según esa cosmovisión significó la firma del Pacto de Punto Fijo
–el acuerdo mediante el cual los partidos políticos Acción Democrática, Unión
Republicana Democrática y socialcristiano Copei acordaron la estabilidad
democrática participando en el gabinete del gobierno elegido en 1959, un pacto
que dejó por fuera a un aliado en la lucha contra la dictadura como el Partido
Comunista de Venezuela-, el apoyo de Venezuela a la expulsión de Cuba de la
Organización de Estados Americanos en 1960 y las fricciones internas que esa
decisión ocasionó en la coalición de Gobierno. “Desde el año 1959, cuando se
producen manifestaciones en Ciudad Bolívar, con saldo de muertos y heridos,
Betancourt había dado órdenes de ‘disparar primero y averiguar después’ contra
cualquier intento de ‘desorden público’ contra la ‘democracia”.
Las comillas en la palabra democracia tienden un puente con
las dudas que en vida expresaba Chávez sobre el carácter del proceso iniciado
en 1958: una época según la cual se traicionó el espíritu unitario de la
revuelta cívico-militar que culminó con el derrocamiento del último dictador
del siglo XX, Marcos Pérez Jiménez. Todo el libro en realidad es un amplio
ajuste de cuentas con los gobiernos de lo que el chavismo ha bautizado como
“democracia representativa”. En sintonía con lo anterior, del período de Raúl
Leoni (1964-1969) también sobresale la continuación del combate de la lucha
guerrillera, su apego político a la Doctrina de Seguridad Nacional promovida
por Estados Unidos, la agudización de la política de secuestros, torturas y
desapariciones forzadas “cuya lista sería harto difícil citar aquí puesto que
se trata de un evento”.
Las presidencias de Rafael Caldera (1969-1974), Carlos Andrés
Pérez (1974-1979), Luis Herrera Campins (1979-1984) y Jaime Lusinchi
(1984-1989) son despachadas con un prejuicio común: la idea de que encabezaron
gobiernos entreguistas que profundizaron la dependencia de Venezuela en todos
los órdenes y los manejos corruptos que derivaron en una impagable deuda
externa y una crónica crisis económica. De las segundas presidencias de Carlos
Andrés Pérez (1989-1993) y Rafael Caldera (1994-1999) destaca su presunta
subordinación a las ideas expresadas en el Consenso de Washington y la lectura
del Caracazo de 1989 como el antecedente de los golpes de estado de febrero y
noviembre de 1992, consagrados como rebeliones e insurrecciones que
respondieron “a la apertura económica, al desmantelamiento del Estado, al
modelo privatizador y a la corrupción como sistema”.
En realidad el texto de Historia de Venezuela Contemporánea
es un memorial de los errores que cometieron y la deliberada omisión de los
logros. Toda la obra de esos gobiernos, como, por ejemplo, la nacionalización de
la industria petrolera y la creación de la estatal Petróleos de Venezuela en
1976, es analizada con una perspectiva crítica que parece ser el aperitivo que
prepara la entrada al proscenio de Hugo Chávez, a cuyos tres primeros años en
la presidencia (1999-2002) se dedican 60 páginas con un tono entre hagiográfico
y panegírico.
En una entrevista concedida al diario oficialista Correo del Orinoco el
pasado mes de octubre, la profesora América Bracho, coordinadora de los textos
de ciencias sociales de la Colección Bicentenario, aseguró en una entrevista
que no había nada que temer en los 35 millones de textos que distribuye
gratuitamente el Gobierno. “Con los libros se busca la libertad de
pensamiento”, asegura. Y más adelante afirma: “Aquí no impone nadie. Los puede
usar cualquier niña, niño o adolescente, sea cual sea la posición política de
su familia. Acá se dice lo que otros libros omiten: las verdades que no les
convienen”.
2 comentarios:
BUENO EL LIBRO ME AYUDO UN POCO Q DIRIAA
no lo ce rik parece falso
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