Sólo les dejamos los dos últimos párrafos de la excelente columna dominical de Carlos Blanco en El Universal.
Variados dirigentes del PSUV creen que controlan algo y no saben que los huevitos que les pidieron que empollaran produjeron espantajos que se alimentan de la sangre bolivariana, la contaminan y enferman, y han logrado convertir a los revolucionarios en presas de las redecillas pegostosas que propiciaron. Esos dirigentes políticos que se creyeron el cuento del poder rojo han terminado por ser propietarios apenas de un sueldo, unos viajes con viáticos, unos secretos horrendos, una palabra temerosa sólo permitida para el halago del caudillo y para el insulto al otro, y, si está bien colocado, para el desfalco de las arcas públicas.
Que no haya confusión: el orden rojo que se ha instituido tiene mucho poder en las brigadas antimotines y en las arcas fiscales; sin embargo, ahora no es un poder monopolizado por Chávez sino compartido con las mafias que han llegado a ponerle límites que no se atreve a franquear. Tal vez tenga que volver a los viejos amigos, si le quedan...
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