El 80 aniversario de la Invasión a Francia (IV)
Carlos
Balladares Castillo
Un día
como hoy (28 de mayo) pero de 1940 Bélgica capitula frente a Alemania en la
Segunda Guerra Mundial. Las tropas Aliadas (anglofrancesas y belgas) se
encuentran sitiadas por la Wermacht en un perímetro de pocos kilómetros (35 en
el sur) en torno a las playas más extensas de Francia y cercanas a Gran Bretaña
(ver cómo se logró este cerco en nuestro anterior artículo). El pueblo y el
puerto donde se ubican dichas playas se harán muy famosos, especialmente por el
cine de propaganda de los Aliados al principio de la Segunda Guerra Mundial, y
no es otra que Dunkerque. Esta terrible situación llevó al rey Leopoldo III de
Bélgica a iniciar conversaciones el día 27 con el enemigo para pedir una
tregua; pero la respuesta que le dieron ese mismo día fue exigirle la rendición
incondicional la cual se terminó aceptando y entraría en vigencia a las 4 am.
Las palabras del rey a su gobierno fueron: “la causa de los Aliados está
perdida”.
La
situación militar era desesperante debido a que el enemigo los doblaba en
hombres y armas, aunque todavía quedaban más 400 mil soldados bien
apertrechados que podían seguir luchando. La capitulación belga hizo que más de
100 mil soldados dejaran de resistir el avance y las tropas alemanes se
acercaran peligrosamente a las playas de Dunkerque. En todo caso la razón dada
por el monarca de Bélgica era una corriente de opinión que se iba haciendo
dominante en buena parte de los Aliados. El derrotismo opacaba y veía como
locura todo llamamiento a seguir peleando en contra de la eficiente maquinaria
bélica hitleriana, que no dejaba de avanzar con gran velocidad y que jamás era
derrotada.
Al saber
el alto al fuego belga en el Gabinete Francés el mariscal Philippe Petain dijo:
“¡Esto es el fin! ¡Debemos capitular!”. Winston Churchill del que siempre hemos
tenido la idea de no verse contagiado por esta actitud y por eso viajó tres
veces al Continente para animar a sus aliados. En el primero de estos viajes el
16 de mayo – cuenta el diario de uno de los asistentes: Paul Baudowin – el
ambiente era tan pesimista que éste al final de una larga reunión le dijo al
Premier francés: “Me veo en el corazón de Canadá dirigiendo la campaña sobre
una Inglaterra arrasada y sobre una Francia cuyas ruinas se habían ya enfriado.
La guerra aérea del Nuevo Mundo contra el viejo dominado por los alemanes
entraría en pleno vigor”.
Diez días
después de esa madrugada llena de angustias esa visión apocalíptica parecía confirmarse.
Reino Unido iba a tener que luchar por la defensa de su hogar, y tendría que
buscar armas y recursos de donde fuera. Para el 19 de mayo se comenzó a pensar
en la evacuación de sus soldados lo que pasó a llamarse “Operación Dinamo”, y
que se iniciará formalmente el 26. El mejor film sobre el hecho es Dunkirk (2017) de Christopher Nolan,
donde la acción se inicia dos días antes cuando los panzers son detenidos por
Adolf Hitler, y por medio de tres historias paralelas se muestran las
dificultades al realizar el rescate de más de 300 mil soldados bajo las bombas
de la Luftwaffe. Dichos soldados mayoritariamente pertenecían a la Fuerza
Expedicionaria Británica (la BEF que había sido enviada a Francia en los
primeros días de septiembre de 1939); pero otros eran franceses y esto se
demuestra tanto en la producción de Nolan como en la película de Henri
Verneuil: Fin de semana en Dunkerque (1964)
que fue protagonizada por Jean-Paul Belmondo.
El
ejército francés al defender dicho perímetro en torno a las playas (Batalla de
Dunkerque) permitió que se diera el tiempo para lograr lo que el cine ha
exaltado como una épica, y que la propaganda Aliada se dedicó a difundir (la
evacuación no la Batalla) al darle un sentido de milagro o “triunfo en la
derrota”; y es lo que se transmite en cada una de las películas que hemos
nombrado y otras más que incluyen la operación en alguna parte de la historia
que relatan. Nos referimos a la ganadora del Óscar a mejor película y
dirección: Mrs. Miniver (William Wyler, 1942) y Sangre, sudor y lágrimas (In
wich we serve, 1942) de David Lean y Noel Coward. En la primera se muestra
como el pueblo británico sale con embarcaciones privadas a buscar a los
soldados (lo que también se ve en el film del 2017), que es el otro elemento
que permite el éxito de la operación.
En nuestro
próximo escrito seguiremos hablando de la Operación Dinamo y aprovecharemos que
el protagonismo pasa a los británicos para hablar de su perspectiva de la
Batalla de Francia. Les recordamos que esta serie de artículos forman parte de
un gran proyecto que busca dar una nueva mirada a los sucesos de la Segunda
Guerra Mundial a medida que se vaya cumpliendo el 80 aniversario de cada una de
las batallas. Es lo que venimos haciendo desde septiembre pasado, resaltando los
debates historiográficos y su relación con la influencia
del cine en la memoria histórica.