Publicado en: Código Venezuela
Autor: Carlos Balladares
200 años de “Guerra a muerte”
El 15 de junio de
1813 Simón Bolívar dicta en la ciudad de Trujillo su famosísima proclama deGuerra a muerte. Desde ese entonces (realmente desde que los textos escolares
sostienen el culto a su persona) todos nos hemos aprendido aquella frase que
dice: «Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si
no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad
con la vida, aun cuando seáis culpables.» ¿Qué se puede decir que ya no se haya
dicho antes en torno a esta decisión? ¿Es Bolívar, por esta proclama, el
culpable de la guerra de exterminio durante 7 años? No es fácil, ante estos
momentos fundamentales de la historia, cumplir con la premisa de Marc Bloch
sobre el comprender y no juzgar el pasado, pero debemos intentarlo.
La inmensa mayoría de
las biografías sobre Bolívar (que simpatizan con su papel en la historia) la
explican como una respuesta basada en la cruel tradición hispana. A los
rebeldes no se les trataba de otra manera. Y el Libertador tuvo la intención,
además, de lograr consolidar la diferenciación de identidades: españoles versus
americanos. En pocas palabras: los republicanos hicieron este tipo de guerra
para defenderse. Pero ¿Acaso los rebeldes no eran los republicanos, los cuales
se estaban oponiendo a una sociedad que permitía estas drásticas soluciones,
este orden nada humano? ¿No son los republicanos, Bolívar el que más, hijos de
la “humanista” Ilustración? Los historiadores bolivarianos (lo digo en sentido
de la defensa de su figura, no en el sentido político-partidista actual) insisten
en señalar que no quedaba otra opción; y rechazan las acusaciones de genocidio
o guerra de exterminio, aunque eso fue lo que ocurrió de bando y bando. No me
gustan los contrafácticos pero Miranda no se atrevió a realizar tal llamamiento
cuando la Primera República estuvo en sus peores momentos, quizás tuvo siempre
presente las consecuencia del “Terror jacobino”.
Al final, la proclama
no logró sus objetivos. La crueldad en la defensa de la causa republicano no
engendró en el bando realista un cambio de actitud (“obrar activamente en
obsequio de la libertad de América”); y los americanos (a los que supuestamente
no se juzgó por ser realistas) no abrazaron las banderas independentistas, al
contrario: respondieron con mayor virulencia dirigidos por el caudillo Boves.
La consecuencia real fue fortalecer la característica genocida de nuestra
guerra de Independencia, una destrucción inimaginable, y un inmenso odio a la
causa que pretendía defender el documento en cuestión. La Independencia
comenzará a triunfar, más adelante, por otros motivos; aunque entre ellos
debemos contar el gradual abandono de la política que hoy celebramos su
bicentenario.
Un último aspecto,
para concluir, considero debe ser meditado por la sociedad e investigado por
nuestros científicos sociales: ¿Cuál ha sido la consecuencia de la proclama de
Guerra a Muerte en nuestra mentalidad política? La guerra de Independencia se inició
en 1810 pero duró hasta principios del siglo XX, siendo el siglo XIX una guerra
de exterminio político de menor intensidad. Pero pensemos: ¿la justificación de
esta proclama, entre otros aspectos, no ha generado en nosotros un modo
existencialista de entender la política? Si esto es cierto, cumplimos de alguna
forma: 200 años de guerra a muerte.