Parmalat: un retrato del dictador
El comunicado de Parmalat, difundido el martes 29 de noviembre de 2011, es de esas cosas que jamás debieron publicarse. Nadie saldrá ganando de un documento cuyo primer párrafo dice así: “En nombre de Parmalat, comprometida con la seguridad agroalimentaria del país, en perfecta sintonía y sinergia con los programas gubernamentales que apuntan al pleno autoabastecimiento de Venezuela, nos dirigimos respetuosamente a Usted en ocasión de ofrecer nuestras más sinceras disculpas por no haber logrado nuestro objetivo como empresa de transmitir adecuadamente lo acontecido en el caso específico del contingente de leche decomisada en la planta de El Vigía, Mérida”.
No se sabe qué es más patético, si el tono rastrero; si la declaración de absoluta adhesión al régimen ya en la segunda línea; si la adopción mimética de la propaganda del Gobierno… “programas gubernamentales que apuntan al pleno autoabastecimiento”… cuando, en realidad, lo que Parmalat hace, en buena medida, es envasar el producto proveniente de la importación; si la palabra usted en mayúscula; o las disculpas por un supuesto fracaso en la redacción del documento anterior (del sábado 26 de noviembre), cuando la verdad es que los pronuciamientos de cualquier organización están pensados, repensados y calculados, mucho más en el actual contexto venezolano.
Desde luego, nadie firma el esperpento. La despedida pone “Atentamente, Parmalat”. Ni de vaina iba nadie a suscribir un texto en cuyo segundo párrafo dice: “Bajo ningún concepto pretendimos desvirtuar el esfuerzo que hace su honorable gobierno y demás organismo en pro del abastecimiento de alimentos…”. ¿Honorable? Hasta el extranjero con media hora de haber llegado a Venezuela sabe que Chávez encabeza la administración más corrupta de la historia. ¿Abastecimiento?, ¿cuál?… Más adelante, en el mismo segundo párrafo: “lamentamos el malestar generado por nuestro comunicado y ofrecemos nuestras más sinceras disculpas a Usted…”.
¿Pero de qué se disculpan con tan estridente adulación? En el comunicado del sábado 26 de los corrientes, Parmalat aseguraba que el existencia de “un contingente de leche” en su planta de El Vigía “es parte de un acuerdo con el Gobierno Nacional (Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas, Casa y Ministerio del Poder Popular para la Alimentación, Minal) para ayudar, mediante el envasado de la misma, a abastecer el mercado nacional y subsanar en parte el déficit del producto”.
Entonces sí había desabastecimiento. Pero iban más allá, calificaban de “extraña” la retención del producto por parte de la Guardia Nacional; y aseguraban que la acción del citado componente evidenciaba “una descoordinación por parte de las autoridades”. Incluso, desmentían a los voceros oficialistas al establecer que “no se corresponde con la realidad algunas versiones que señalan a la empresa como acaparadora, tomando en cuenta que la materia prima asignada por el gobierno nacional a Parmalat en días pasados para ser envasada en nuestra planta de El Vigía, ya se encontraba como producto terminado en lata de 900 gramos marca ‘La Campiña’ -con el precio regulado debidamente marcado en el empaque-, dirigiéndose a nuestros depósitos de la región central para abastecer el mercado nacional, especialmente a cadenas de supermercados, de acuerdo a los parámetros establecidos entre la empresa y el Ministerio de la Alimentación”.
Desde luego, esto despertó las iras de Chávez, quien respondió con la habitual porción de groserías y amenazas. Fue entonces cuando Parmalat tuvo la pésima idea de publicar un segundo alegato cuyos términos echan de ver la existencia de un estado de represión y miedo. La atmósfera de este desdichado texto retrata a Chávez como un dictador que exige prendas de sumisión y humillación pública. Un autócrata cruel a quien nadie debe contradecir y que, por el contrario, debe ser adulado y tratado como al dueño del país y de los destinos de quienes lo habitan.
La verdad es que el segundo comunicado de Parmalat es mucho más lesivo para el régimen que el primero, donde, finalmente, la empresa exponía sus puntos de vista con el aplomo de quien se siente seguro de andar con la verdad.
Si así son las jaladas desde los periódicos, cuáles serán las muestras de arrastramiento y pavor que leeremos cuando esto pase y los archivos de la era chavista queden a disposición del país.