Autor: Carlos Balladares
Publicado en Código Venezuela
¿Cómo construir una república en América?
Simón Rodríguez creía
que debían existir “escuelas para todos, porque todos son ciudadanos”. Deja
claro que no debe haber excepción de personas, y que el contenido de dicha
educación deben ser las virtudes republicanas las cuales son: “saber nuestras
obligaciones sociales” y “vivir de una industria” que ni nos perjudique ni
perjudique a los demás. ¿Por qué considera tan importante estos dos aspectos?
Porque “al que no sabe cualquiera lo engaña” y “al que no tiene cualquiera lo
compra” (pp. 31-34). Este último elemento se sostiene en su defensa de una
economía que permita una “aspiración fundada a la propiedad”, de modo que la
mayoría no dependa de otros, especialmente de los que mandan. Sin duda que no
creía en ningún tipo de Estado rentista y mucho menos en algún tipo de
colectivismo, porque además consideraba: “poner la autoridad en manos de la
multitud es reemplazar un despotismo llevadero con otro insoportable” (p. 68).
Publicado en Código Venezuela
¿Cómo construir una república en América?
Simón Rodríguez (1769-1854)
(también conocido como “Samuel Robinson”) posee una gran fama en nuestro país
debido al culto a Bolívar, pero el que se acerca a su obra descubre que su vida
no se reduce a ser el maestro del Libertador. Para conocerlo lo he leído
directamente en su obra: “Sociedades Americanas” (edición de 1990 de la
Biblioteca Ayacucho) la cual fue escrita en dos partes: la primera en 1828 y la
segunda en 1842. El prólogo es del filósofo J. D. García Bacca, quien analiza
tres calificativos que su alumno le da: “mi Sócrates”, “filósofo cosmopolita” y
“el hombre más extraordinario del mundo”. Fue el Sócrates de Caracas porque
todo lo refutaba y era sencillo y humilde, al mismo tiempo que era cosmopolita
por ser políglota y educar a los pobres (“cosmopolitismo social”); y por último
era extraordinario por creer posible lo que en su tiempo se veía como
imposible: hacer de la América servil una nación de republicanos.
Su estilo de narrar
es algo peculiar; porque no solo alterna llaves, mayúsculas e incluso hace
figuras con las letras; sino que también va explicando los grandes conceptos
que usa porque el ser maestro es su vida. Un buen ejemplo es el comenzar con su
“profesión de fe política” al afirmar: “El autor es republicano, y tanto! …que
no piensa en ninguna especie de rey, ni de jefe que se le parezca.” Con esta frase
ya me ha ganado para seguir leyéndolo, porque su firmeza no permite ninguna
duda: la república no puede generar confusiones con personalismo político
alguno. Posteriormente aclara que la meta de la obra es “instruir al pueblo (…)
en el mejor gobierno republicano”, el cual al reposar sobre las costumbres se
deben conocer las peculiaridades de cada sociedad (pp. 7-9). Pero era
consciente de la gran debilidad de este sueño en América: el hecho de que sus
defensores eran (y somos) una minoría.
¿Por qué los
republicanos eran (y siguen siendo) una minoría en América? Robinson podría
responder – siguiendo su lectura – que es: por el hecho de estar a medio camino
entre la monarquía y la república, “el vulgo obedece a la persona” más que a la
autoridad, “cualquiera se hacer rey con autoridad, armas y dinero”, y no somos
“gobernados por las leyes de la razón sino por las del fanatismo”. La pregunta
inevitable es: ¿qué hacer para superar esta realidad y ser republicanos? De
varias medidas que ofrece resaltamos las que poseen mayor actualidad: “libertad
de cultos” (que él entiende en parte como el hacer de los sacerdotes personas
ilustradas), “comercio con todas las naciones”, y “colegios para enseñar todas
las ciencias” (pp. 26-29). Esta última medida debe ser explicada mejor lo cual
haremos seguidamente.
Hay que leer a este
gran hombre para descubrir que nos habían hablado de otra persona. Sin duda que
la historia oficial reciente no podría aceptar que el maestro de Bolívar
creyera en la “fundación de una sociedad de hombres libres sometidos a sus
leyes” (p. 44).
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