Publicado en Código Venezuela
Para que triunfe la libertad sobre el despotismo
Juan Germán Roscio (1763-1821),
a pesar de no ser antibolivariano, no ha tenido los reconocimientos que se
merece como constructor de la República (partícipe fundamental de la Suprema
Junta de Caracas y del Congreso Constituyente, siendo uno de los redactores de
los documentos emanados de dichos órganos: Acta de Independencia, Reglamento
Electoral, Constitución de 1811, etc.). La causa la conocemos: fue un civil, un
intelectual, uno de los principales protagonistas de la Primera República que
Bolívar condenó como “república aérea” y que los “sacerdotes” del culto al
libertador han mantenido en los rincones de la historia. Menos atención ha
tenido su principal libro: “El triunfo de la libertad sobre el despotismo”
(1817) el cual – aunque él mismo trajo algunos ejemplares a Venezuela en su
regreso en 1818 – no se conocerá realmente sino a partir de 1953 cuando se
edita por primera vez en Venezuela gracias a la labor de Pedro Grases. A
continuación les ofrecemos una breve reseña de este libro (en su edición de
1996 de la Biblioteca Ayacucho) que para nosotros ha resultado un texto
subversivo en la actual situación del país.
Roscio inicia su
formación bajo la ideología realista, doctrina que consideraba una
contradicción el ser republicano y católico al mismo tiempo. Esta idea que para
nosotros hoy no resulta un problema, para nuestros próceres fue una verdadera
calamidad al impedir el apoyo popular del proyecto emancipador. Argumentar en
su contra, justificar por medio de la Biblia los principios políticos
ilustrados será el objetivo de Roscio. Un objetivo que consideraba de igual
importancia que la acción de los ejércitos. No solo se propuso esta meta sino
también confesar sus errores, es por ello que dice en la Introducción: “PEQUÉ,
SEÑOR, contra ti y contra el género humano, mientras yo seguía las banderas del
despotismo” (p. 7). ¿Por qué pecó? Por error, porque “desconocía el idioma de
la Razón”. ¿Qué dice un examen racional de la Biblia en lo que respecta al
principio del derecho divino de los reyes? Según nuestro prócer no dice nada
sino que más bien justifica el dogma de la soberanía popular. Acepta que el
poder viene de Dios, el cual crea al ser humano a su imagen y semejanza y por
tanto cada uno de nosotros es soberano. Al ser libres entablamos contratos con
el resto de las personas, siendo los gobiernos frutos de dichos contratos (que
se expresan en el voto general que es la ley) lo que hace que un gobierno sin
este origen sea tiránico e ilegítimo.
¿Por qué existe el
despotismo? Para Roscio la explicación está en la “obediencia ciega” la cual es
“el resultado de una conciencia que sin discernir entre lo bueno y lo malo,
ciegamente abraza cuanto se le propone” (p. 125), pero también por la
corrupción: el lucro que se recibe “del tirano y sus satélites”. Solo debemos
obedecer a la razón cuya mayor expresión es la Voluntad General escrita en la
Constitución y las leyes. ¿Qué hacer si dicha voluntad elige a una autoridad y
esta se hace tiránica? ¿Debemos obedecer? Roscio describe esta situación como
un poder arbitrario: “cuando los ejecutores se apartan del sendero, que ella
misma les prescribía; y erigiéndose en legisladores, hagan pasar por leyes sus
antojos y caprichos” (p. 122). En ese momento el contrato social se rompe
porque desaparece el fin por el cual fue otorgado, y tenemos el deber y el
derecho a la rebelión al igual que Moisés y el pueblo de Israel lo tuvieron
ante los faraones. “La ley natural nos obliga” a liberar al oprimido.
Roscio sabía que para
que triunfe la libertad sobre el despotismo no bastaba Bolívar y su ejército, por
lo cual que se dedicó a mostrar las bondades del proyecto republicano y
liberal. Era consciente de que sin ciudadanos seguiríamos obedeciendo
ciegamente a todo el que poseyera el poder, llámese rey o comandante eterno.
Incluso los nuevos despotismos podrían ser mucho peores, porque serían
justificados con el dogma de la soberanía reducido al voto mayoritario. Sin
duda este pensamiento sigue siendo subversivo, quizás por ello la propuesta de
trasladar los restos de Roscio al Panteón Nacional ha quedado en el olvido.
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