Carlos Balladares
Castillo
Publicado en El Nacional
Es
el título del último libro del historiador francés hispanoamericanista: Serge
Gruzinski (1949), el cual publicó en el 2015 y yo he leído en su traducción al
español del 2018 de mi querida Alianza Editorial; y que ahora haremos una breve
reseña dividida en dos entregas. La pregunta se inspira en el inicio de un
texto “canónico” para nosotros los historiadores: Apología de la historia (1944) de Marc Bloch (1886-1944) donde su
hijo le pide que profundice en la respuesta. Ahora sirve de pretexto para su
actualización, y nos recuerda la primera respuesta de Bloch que es la misma que
doy junto a todos mis colegas: la historia nos fascina, nos emociona, nos genera
un inmenso placer. No es solo el conocimiento. Pero ciertamente ambas no son
suficientes para explicar tamaño esfuerzo, que en el caso de los universitarios
de Venezuela en esta terrible crisis es mucho mayor.
El
autor le agrega otra cuestión: “¿qué historia debemos enseñar a las nuevas
generaciones nacidas entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI?” Y
especialmente ¿qué pasado exponer a los que provienen de diferentes orígenes,
que son mestizos, que son hijos tanto de los vencedores como los vencidos de
los procesos de conquista? Se pregunta por el problema de una historia eurocéntrica
que se ha desarrollado hasta ahora en medio de creciente mundialización y que
considera algunos factores como meta única: el progreso, el Estado, la
democracia, etc. ¿se puede seguir con esta forma de “relatos”? ¿cuáles son las
formas de contar el pasado que se están globalizando hoy en día? La mirada del
autor se fija en las formas de comprender el presente que se usan hoy para
intentar identificar las relaciones entre el pasado y el futuro. Es esta la
función de los historiadores: ver las tendencias a lo largo del tiempo, las
relaciones de los hechos en el tiempo.
Un
aspecto que me atrajo desde el principio fue usar en su “Prefacio” un epígrafe tomado
de un blog, para después pasar a la valorización de la fotografía y el cine, de
sus creadores (directores según el autor) como especies de historiadores que
también “pueden producir pasados”. Pero también señala la influencia de la
serie Game of thrones como una forma
de mostrar más que un pasado medieval un futuro donde el fin del “imperio
americano” genere la ausencia de un poder estable. También están las
celebraciones de hechos que cumplen fechas redondas: centenarios o décadas, o
inauguraciones de juegos (mundiales de fútbol, etc.) que reconstruyen la
historia desde la perspectiva no Occidental. El mejor ejemplo fue la ceremonia
de apertura de las Olimpíadas del 2008 en Pekín la cual fue diseñada por el
director de cine Zhang Yimou (1951) y en la cual nos señala Gruzinski: “su
trama se basa en la idea de continuidad entre un presente radiante y un pasado
imperial”, retomando las invenciones chinas reconocidas por Occidente (el
papel, la pólvora, la brújula, la ruta de la seda) pero no señala el cliché de
que no supieron aprovecharlo sino que eran “los signos anunciadores de un
destino grandioso”. Y se refiere a los viajes por los océanos del almirante
Zhen He (1371-1433) del siglo XV, como una forma de mostrar que la relación de
China con el mundo no es algo nuevo.
En
lo relativo al cine señala que es un formato que junto a otros (cómics,
videojuegos, internet, etc.) está desplazado o generando una fuerte competencia
al libro como el dispositivo para historiar y fijar la memoria de los pueblos.
“Lo escrito y la imagen constituyen dos modos de representación diferenciados,
pues cada uno tiene su léxico, su sintaxis, sus ventajas y sus carencias.” Pero
Gruzinski critica la poca importancia que le dan los historiadores al cine como
un medio para interpretar la historia. Las películas ofrecen un carácter
testimonial, un impacto inmediato, y una fácil explicación del “encadenamiento
implacable de causas y efectos”. Valora a directores como Bela Tarr (1955),
Lars von Trier (1956) y muy especialmente al Aleksander Sokurov (1951) del cual
no solo resalta sus películas sino sus documentales, porque éste sabe que “no
existe un archivo en estado puro, que siempre está construido y que no se puede
confundir un documento con el acontecimiento del que es emanación o reflejo”. El
cine resulta un excelente medio para la historia, porque ella siempre es una
“construcción, donde la mayoría de las piezas del rompecabezas se han perdido
para siempre y que por lo tanto hay que inyectar indefectiblemente en él un
orden cualquiera acompañado de una dosis alta, a menudo no revelada, de
plausibilidad y de imaginación.”
Otro
factor que el autor trata es que para entender la actual
mundialización, que “nos inunda de imaginarios y múltiples pasados” no solo por
la diversidad local y regional sino también por lo explicado anteriormente: la
diversidad de soportes, hay que estudiar su origen el cual está en la expansión
española y portuguesa de los siglos XV y XVI. Fue a partir de este momento que
se consolidan las dimensiones humanas (mestizaje), materiales (circulación
comercial mundial y primeros pasos del capitalismo) e imaginarias
(iusnaturalismo, escolástica española, etc.) de Occidente. Por esta vía
recomienda a construir una “historia global” que se base en cómo las sociedades,
civilizaciones o localidades desarrollan “articulaciones y conjuntos”. Y cómo
esos “ensamblajes humanos, económicos, sociales, religiosos o políticos
homogeneízan el globo o se resisten al movimiento”. El gran problema de esta
meta es qué lenguaje usar para explicar esta historia en cada “entorno cuyos
legados son tan diferentes y están situados en posiciones tan distantes”. Otra
perspectiva que recomienda es “mundializar” el momento de la expansión europea
al comparar su contacto, no solo con las sociedades “conquistadas”
(civilizaciones amerindias) sino también con China y la creciente tensión con
el Islam. No repetir la tradicional revisión de la América colonial, la Europa
del Renacimiento o el Mediterráneo otomano.
No
nos ha parecido correcto hacer una reseña tan corta de un libro tan denso, de
manera que la semana que viene daremos una respuesta “final” a la gran pregunta
que se ha hecho Serge Gruzinski.
3 comentarios:
Desconocía completamente este libro. Terminé de leer el post y me fui directo a buscarlo.
Es muy interesante la forma en que la historia se enseña. Es cierto que todo lo que tenemos es una visión eurocentrica de ver las cosas. Y esto es cierto tanto para observar a nuestro pasado como a nuestro futuro.
Nuestra historia se cuenta desde que llegó Colón, por decir lo minimo. Nuestras metas como nación son la democracia y el desarrollo, metas muy universales hoy pero europeas de origen.
A pesar de todo creo que no esta del todo mal que la historia sea en cierto modo eurocentrica. En especial si consideramos que Venezuela es un pais occidental.
Ninguna otra area del mundo ha influido tanto en la historia mundial como Europa. Es justo que sean el centro? No, pero si es justo dedicar parte importante a estudiar las raices de nuestra realidad. Raices que estan en Europa de una u otra manera. Por supuesto adaptado siempre a la particularidad y enfoque que necesite cada región.
Despues de todo, estudiamos historia para conocer nuestra realidad. Y nuestra realidad dependió de Europa.
Saludos!
Saludos. Gracias por leerme y comentar. Estamos en sintonía. Si Occidente ha marcado la historia del mundo desde el siglo XVI es lógico que demos mayor importancia a Europa. Esto sería condenado por muchos pero ¿acaso no fue Occidente llevó a cabo la mundialización que generó todo nuestro presente? En todo caso terminaremos explicando la propuesta del autor en la segunda parte.
Sobre la historia en Venezuela no es cierto que comience a darse con Colón porque siempre se explica el período PreCOLOMBINO con nuestros pueblos indígenas, pero es lógico - como usted sabe - se le de mayor importancia a período que se inicia en 1498 porque es nuestra esencia fundamental para ser redundantes.
Un abrazo y gracias por leerme.
Espero con ansias la segunda parte!
Por cierto al decir que la historia comienza a darse desde Colón si tomé en cuenta que vemos primero historia precolombina. Sin embargo esta lección es muy breve y apenas vista. Y en verdad no estudiamos la historia de estas culturas propiamente dicha. simplemente estudiamos quienes fueron y como vivian sin mayores datos o acontecimientos. Es a partir de los europeos que estudiamos a profundidad hechos y fechas. Es entendible que no haya registos escritos de la epoca. Sólo quiero resaltar que no es algo que sea vea a profundidad.
Un abrazo
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