Un año con El Nacional
Carlos Balladares Castillo
Publicado en El Nacional
El día de mañana (28
de junio de 2018) esta columna de los miércoles cumple un año, lo cual es
motivo de alegría y orgullo por hacerme parte de los articulistas de opinión de
El Nacional, ejemplo de prensa libre, profesional y solidaria. Desde hace
muchos años soñaba con lograr la constancia de un artículo semanal ¡y por fin
lo he logrado! Después de agradecer a Dios, debo hacerlo con la periodista
Patricia Molina, porque su paciencia y confianza me han ayudado muchísimo; con
mi maestro y ejemplo como historiador y persona: Don Elías Pino Iturrieta; y a
toda la gran comunidad de El Nacional. A mis lectores por su fidelidad y
comentarios, esperando que nos conozcamos algún día. Por último, y no por ello
menos importante: a mi familia, la cual ha entendido que necesito un tiempo
semanal a solas para concentrarme y hacer lo mejor posible. ¡A todos gracias
por comprender el valor que le damos a este espacio!
En mi adolescencia,
cuando nació mi pasión lectora también lo hizo mi deseo de ser escritor. Pero
nunca asumí una disciplina con metas diarias salvo la escritura de un diario.
Poco a poco en los últimos años he ido logrando, siempre empezando con pequeños
propósitos, escribir una cantidad de palabras todos los días. De estas palabras
tienen que salir diversos proyectos, entre los cuales está el mantener una
columna semanal de opinión donde pueda denunciar “el vil egoísmo que otra vez
triunfó” (frase del himno nacional de Venezuela) defendiendo los principios en
los cuales creo. Y dialogar sobre el conocimiento, fiel a mi condición de
profesor universitario. También mostrar la belleza que prevalece en medio del
“valle de lágrimas” que es nuestra querida Venezuela, pero también parte de
nuestro mundo. La labor del articulista me parece fundamental, porque hace
sencillo lo que es complejo y lo explica de manera amena y breve. Su gran fin
es la divulgación sin perder profundidad y hacer atractivo lo bueno frente al
mal.
No ha sido ni es
fácil tamaña responsabilidad, y mucho menos en tiempos de tanto dolor. Me ha
costado mucho, por ello he buscado inspiración en los que jamás han abandonado
la escritura a pesar de padecer guerras, miserias y tristezas. Soy privilegiado
en relación a ellos, no lo niego aunque ahora escriba en medio de varias
interrupciones que dificulten la concentración. Mi mayor satisfacción de este
año, además de la oportunidad de estar en El Nacional y el logro de la
constancia, es no haber escogido el silencio o la simple queja en una conversa
callejera. La escritura frecuente me ha ayudado a poner en orden ideas y
emociones, logrando dejar testimonio de la época que me tocó vivir. Y el
principal error ha sido repetirme una y otra vez. Hay que enfatizar, sí, pero
¡¿cuántas veces habré dicho lo mismo en montones de mis entregas?! Pido
disculpas y prometo luchar para ser mejor, pero también ir más allá de lo
evidente y siempre desarrollar mis temas en torno a mi condición de
historiador. ¡Gracias por leerme!
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