No conocía a la profesora María Magdalena Ziegler hasta que me fue presentada por la historiadora Lucía Raynero, lo cual le agradezco por ser una persona con una gran vocación docente y que me ha permitido redescubrir - con esta entrevista que ahora les ofrezco - la gran importancia que tiene la historia del arte.
Profeballa
1. Foto de María Magdalena Ziegler
2. Resumen
de su vida como historiador: (ciudad de nacimiento, año), ciudad donde vive
actualmente, pregrado, postgrado, docencia, investigación, publicaciones
(ENVIAR LISTA POR FAVOR).
Nací en Caracas, en 1971, pero viví
hasta hace 5 años en Los Teques. Ahora vivo en la bipolar Caracas. Soy
Licenciada en Artes (mención artes plásticas) de la UCV; hice estudios de
postgrado en Historia y Teoría de las Artes Plásticas en la misma casa de
estudios; también estudios avanzados en Teología en el ITER-UCAB; soy Magister
en Historia de las Américas de la UCAB y doctorando en Historia de esta
universidad (actualmente estoy a merced del Prof. Elías Pino Iturrieta, mi
tutor). La docencia me interesó desde mi ingreso a la UCV y en ella di mis
primeros pasos, pero como pocos terminan siendo profeta en su tierra (o su alma
mater), pues fue la Universidad Metropolitana la que me abrió las puertas al
ejercicio de este maravilloso oficio desde 2002. El responsable fue el Prof.
Oscar Abdala para quien reservo un “gracias” escrito en todos los idiomas
(vivos y muertos).
He dedicado mis esfuerzos como
investigador al área de las artes y la cultura, especialmente al arte religioso
cristiano y el patrimonio cultural. No obstante, soy de esos investigadores
atrapados en la docencia, muy preocupada por los cambios en la Educación
superior en tiempos de la tecnología y la internet, lo cual resta tiempo
valioso para la investigación histórica. Pensar y repensar clases no deja mucho
espacio para investigar más allá de la propia clase. Allí ha estado mi esfuerzo
fundamental, investigo para que mis clases nunca sean iguales y siempre un poco
mejores. El reto para un docente hoy es inmenso y debemos dejar de producir
alergias entre los estudiantes. Hoy debemos ser puentes que les permitan cruzar
al mañana. Eso ha tenido prioridad para mi.
Soy profesora a tiempo completo en la
Universidad Metropolitana (Unimet) desde el año 2007 y actualmente no sólo
dicto clases en el área de historia de la cultura y el arte en esa universidad
sino que trabajo como coordinadora de producción de cursos para Unimet en línea, un proyecto maravilloso
de educación gratuita y masiva que la será lanzado este año (¡Único en América
Latina!). Sí la tecnología y yo nos llevamos muy bien, por ello los muchachos
de Teachlr (jóvenes emprendedores venezolanos) me convencieron para lanzarme al
agua con un curso gratuito en línea en su portal (www.teachlr.com):
Apreciar el arte y su historia.
He publicado poco por lo antes
expuesto, algunos artículos sobre historia del arte religioso cristiano en la
revista Cuadernos Unimetanos (Unimet),
un estudio sobre Alfredo Boulton como historiador del arte publicado en la
revista Almanaque (Unimet) y dos
libros: Arte, sociedad y religiosidad en
la Caracas mantuana del siglo XVIII (Unimet 2010) y El Siglo XX en sus propias palabras (Unimet 2013), a éste último le
tengo especial cariño, pues es una recopilación personal de palabras dichas en
el siglo XX por personajes históricos fundamentales, con un estudio preliminar
para cada una. También colaboré con un artículo sobre la imagen de la
Inmaculada Concepción en el arte venezolano del siglo XIX para el libro La religiosidad en los siglos XVIII y XIX
(Unimet 2009).
(Perdone que no sea una lista, pero no
creo que valga la pena hacer una lista de artículos que es lo que más he
publicado).
3. ¿Cuándo
y cómo nació su vocación como historiador?
La historia como disciplina es para mí
lo que la clorofila es a las plantas. Soy historiadora por naturaleza, todo lo
veo con ojos de historiadora, no importa si es una película, una canción o una
obra de arte, incluso una licuadora es para mí un objeto histórico. No tengo
remedio y no puedo decir cómo comenzó, porque así me he sentido siempre.
4. ¿Qué
lectura, película-serie, o persona fortaleció dicha vocación?
Ernst H. Gombrich, a él debo el
empujón final. Leer sus libros fue toda una epifanía, no tanto por lo que
decía, sino por el amor inmenso con que decía cada frase. Gombrich me hizo ver
que uno se puede enamorar de la historia y del arte, que es válido, que no iba
a ser una paria si declaraba mi amor por la historia del arte. Aprendí de él
que la erudición es un ídolo que puede llegar a paralizar a cualquiera y que
nunca se alcanza buscándole, sino dejando de temerle. A los ídolos hay que
desacralizarlos y Gombrich me enseñó cómo hacerlo. El Prof. José María Salvador
González fue, sin duda, un norte. Mi admiración por él, sus logros y su
incansable esfuerzo es enorme. Pero también el Prof. Oscar Abdala, de quien
aprendí que dedicarse a los estudiantes es un apostolado que no tiene las
recompensas del estrellato editorial y cuya retribución no está fuera sino
dentro de uno mismo.
5. ¿Cómo
fue su experiencia en el pre y/o postgrado de historia?
En ambos casos maravillosa, no sólo
por los profesores que pudieron estimularme o inspirarme, sino por aquellos que
se ocuparon por alzar los más grandes obstáculos. De todos aprendí a marcar mi
camino y a no permitir que nadie más lo hiciera. Al estudiar Artes en pregrado
terminé absolutamente seducida por la historia del arte, era natural. Soy de
las que sufro de un crónico Síndrome de Stendhal. Por ello a todos mis estudios
de postgrado he llevado el arte conmigo, aun a pesar de la mirada escéptica de muchos
de mis profesores en ese nivel. El arte provoca desconfianza y me encanta retar
a quien la siente y desplegar mis cartas sobre la mesa para dejarlos con una
sonrisa. En otros países la habría tenido más fácil, el arte es mejor apreciado
en cualquier otro lado. Pero me encanta haber tenido que hacer grandes
esfuerzos, para demostrar cosas harto aceptadas en otras partes. Ese ha sido el
mejor postgrado.
6. ¿Cuál
fue su primer escrito como historiador o cuál fue el que más le gustó? ¿A quién
se lo dedicó?
Mi primer estudio histórico fuera de
las aulas de clase fue un texto que escribí para el catálogo de una exposición
antológica de Bárbaro Rivas cuando trabajaba en el Dpto. de Educación en la
Galería de Arte Nacional. Estaba recién graduada de pregrado y me emocionó
mucho hacerlo y que lo incluyeran en ese catálogo. Versó sobre la temática
religiosa en la obra de Rivas.
Mi primer escrito como historiadora en
serio fue mi tesis de maestría que luego se convertiría en el libro Arte, sociedad y religiosidad en la Caracas
mantuana del siglo XVIII (Unimet, 2010). Lo dediqué “a la imagen de la
Eternidad, al trono de lo Invisible”, robándome unas palabras de Lord Byron.
Pero el que más me ha gustado no es de historia del arte propiamente, es el
libro El Siglo XX en sus propias palabras
(Unimet, 2013), porque lo siento muy personal. Lo dediqué “a todas aquellas
voces anónimas que, a pesar de su coraje, no han encontrado un lugar en las
páginas de la historia del siglo XX”. Debo agradecer al Prof. Alfredo Rodríguez
la oportunidad de publicarlo, fue para mí una catarsis y él, la mano amiga que
lo permitió.
7. ¿Cuál
escuela historiográfica sigue y por qué?
La historia cultural es ya para mí la
única manera de ejercer el oficio. Ya no puedo pensar en hacer historia del
arte sin mirar desde la historia cultural. Insignes como Jacques Le Goff y
Peter Burke, serían los principales culpables, pero la lista es larga. La
historia cultural no es historia de mentalidades ni es historia de las ideas,
se trata de una comprensión más completa, más sincera y con menos prejuicios
disciplinares. Leer a Paul Ricoeur y Zygmunt Bauman ha sido un bálsamo
enriquecedor. Los historiadores no pueden regodearse sólo en su disciplina,
tienen que abrir las ventanas y tomar aire en otras, sin miedos ni
mezquindades. Leo a Jacques Barzun y me emocionó, porque no es mezquino, es
abierto y trabaja como ingeniero lanzando puentes por doquier. ¡Eso es
extraordinario!
8. ¿Qué
tiempo diario o semanal le dedica a la historia?
Pues vivo dedicada a la historia todo
el tiempo, pero con la formalidad del caso, para producir publicaciones -más
allá de las notas personales que desparramo por los varios cuadernos que uso
simultáneamente- bastante poco. Debería dedicar más. Es mi meta para este año.
Pero constantemente leo y releo, porque preparar clases implica una revisión
constante.
9. ¿Cuáles
son sus ritos cuando se dedica a escribir sobre historia?
Ritos, ninguno. Soy poco ritual. Lo
único que requiero es mi computadora y acceso a la internet. Requiero tener a
la mano mis fuentes primarias (que normalmente son obras de arte, por lo que
las tengo en digital en mis archivos) y mis libros (a los que prefiero impresos
y no digitales, pero a veces no se puede ser tan exquisito). Una vez que
comienzo a escribir, alguien tiene que pararme. Tengo ese defecto alemán de no
poder decir las cosas como los ingleses que son tan concretos. Pero lo disfruto
mucho.
(Mañana concluye).
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