Autor: Carlos Balladares Castillo
Publicado en: Código Venezuela y Noticiero Digital
Trudy Spira, Z’’L: una venezolana en Auschwitz
In
memoriam
La señora Trudy Spira
(1932-2014), sobreviviente del campo exterminio nazi de Auschwitz, nos dejó
hace poco más de una semana: el mismo día que fue liberada por los rusos en
1945 y que desde el año 2005 la ONU estableció como el día para conmemorar las
víctimas de la Shoá. Ella lo consideraba su segundo cumpleaños porque había vuelto
a nacer; y siempre habló de una serie de casualidades en su vida, que no consideró
como tales sino la clara muestra de la intervención divina. No hay palabras para
describir todas las enseñanzas que dejó a tantas personas a través de las miles
de charlas que dio (en algunas ocasiones daba 12 por semana, según me contó su
nieto Bryan el cual - por otra casualidad - es mi actual alumno). No basta este
pequeño artículo para agradecer y explicar el gran impacto que dejó en mi vida
pero haremos el intento.
El hecho de haber
vivido desde niño en San Bernardino (urbanización de Caracas que hasta hace
poco fue considerada un “barrio judío”, tanto que incluso algunos creían el
mito que algunas de sus calles formaban una estrella de David si se veían desde
el cielo) me permitió tener como vecinos a algunos sobrevivientes del
Holocausto los cuales me contaron sus terribles experiencias. La señora Annie
Reinfeld fue la primera sobreviviente que amablemente aceptó dar su testimonio en una charla que dicté
sobre el totalitarismo nazi; luego sería la señora Trudy Spira en mis clases
sobre el siglo XX, que pude escuchar en muchas ocasiones y que admiraba por ser
tan excelente pedagoga. Nunca lo explicaba de la misma manera, y lograba dejar
a su auditorio en total silencio, hasta que a muchos se nos salían las
lágrimas. En una ocasión la acompañé dos cuadras y ella me tomó del brazo, explicándome
que cada vez que daba una charla quedaba sumamente cansada. Hace un año me
dedicó su libro: “Regreso a Auschwitz” (2011, Caracas: CAIV. Impreso por Ex
Libris), y me dijo: “me interesa mucho tu comentario, porque quiero escribir
otro libro.” Por mil tonterías se me pasó el tiempo aunque hoy pago esta deuda.
A los que escuchamos
su testimonio varias veces seguramente al leerla recordaremos su voz y la
cadencia de sus palabras. Será como estar a su lado viendo las expresiones de
su rostro mientras nos cuenta su historia, es por ello que es un libro
sencillo: como un cuento contado por una abuela pero un cuento sin nada de
ficción. En esta sencillez se muestra su venezolanidad, es un relato del
holocausto a la venezolana, porque la señora Spira fue de esta tierra aunque
venida de afuera. “A este país quedo agradecida por el resto de mi vida, porque
aquí nacieron mis hijos y mis nietos y porque aquí reposan los restos de mi
esposo” (p. 217).
El texto comienza y
termina con dos diferentes visitas a los lugares donde pasó su niñez,
especialmente a Auschwitz; y la mayor parte de su escrito está dedicado a estos
primeros 12 años: su nacimiento y crecimiento, el compartir con sus padres y
familiares, y muy especialmente cuando todo empezó a cambiar para los judíos
hasta que fue secuestrada y llevada al campo de exterminio. Poco más de un
cuarto del libro se dedica exclusivamente al tiempo que pasó en el campo, que dos
tercios no hablen de estos momentos a mi modo de ver es una manera de decirnos
que su vida fue la de cualquier otra niña rodeada del cariño de su familia. No
era diferente a ninguna otra lo cual nos demuestra la inmensa injusticia que se
cometió con todo este pueblo (y la estupidez y crueldad de algunos al
justificarlo), y con todos aquellos grupos humanos que padecieron: primero la
intolerancia y discriminación, para luego ser esclavizados, torturados y
asesinados sistemáticamente. La señora Spyra al hablar de las causas lo explica
muy bien: los culpables no son los alemanes sino los nazis (una ideología de
odio que no acepta las diferencias entre los seres humanos). Por último, a pesar
del anhelo de justicia nunca buscó la venganza hacia los culpables e incluso en
una ocasión perdonó a uno de sus torturadores.
Su relato es especialmente
un acto de agradecimiento a sus padres, abuelos y familiares que no dejaron
nunca de “mimarla”, incluso en los momentos más difíciles cuando se escondían
de la persecución nazi. Da un gran énfasis a todas sus enseñanzas, que le
dieron el carácter para lograr sobrevivir en las peores condiciones. Aunque la
consentían nunca le ocultaron la realidad, porque una persona que “conocía los
peligros que tendría que enfrentarse, tenía más probabilidades de sobrevivir” tal
como le dijo siempre su padre (p. 123). Pero también el libro es una exaltación
a la bondad humana: “por cada persona mala que llegué a conocer durante mi
vida, encontré por lo menos una buena que estaba dispuesta a ayudarme y a
extender su brazo fraterno” (p. 124). Fue gracias a cada una de estas personas
que ella pudo sobrevivir, al igual que su hermano, su madre y otros familiares;
y a pesar de ello mataron a su padre, abuelos y a todos sus tíos maternos entre
otros.
Muchas personas
consideran – por ignorancia - que los judíos exageran en todo el esfuerzo que
dedican para recordar esta tragedia. La señora Spira nos dice que para su padre
“era una misión sagrada y siempre nos hizo prometer que cuando terminara la
guerra gritaríamos a los cuatro vientos lo que ocurrió, para que ese doloroso
episodio de la historia no fuera olvidado”; y ella misma agrega: “Ya fue
suficientemente trágico que el humo de las chimeneas se llevase millones de vidas
inocentes: no podemos permitir que no se les recuerde debidamente” (p. 153-154).
“Regresar a
Auschwitz” una y otra vez debemos hacer como seres humanos. Por un deber de
justicia con los fallecidos y especialmente para no volverlo a repetir. Nuestra
querida señora Trudy Spira se despide con un mensaje para sus hermanos
venezolanos: “Me inquietan sobremanera los acontecimientos que se suceden día
tras día. (…) Aquí cabemos todos, siempre y cuando estemos dispuestos a aceptar
nuestras diferencias” (pp. 216-217). Gracias por recordarnos la Verdad. Nunca
la olvidaremos.
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