Artículos de opinión de los historiadores
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal. El subrayado es nuestro.
El hallazgo de Willian Lara
El Licenciado, pese a su ubicación política, comparte opiniones de la oposición
Que lo diga Willian Lara es cosa rara, pero las palabras que ofreció hace poco a El Universal trasmiten la sensación de una destapadura especialmente digna de atención, por venir de donde viene. Si no fuese el Licenciado Lara una figura fundamental del oficialismo se pudiera asegurar que apenas ha hecho el descubrimiento del agua tibia, pero reviste características de excepción que sus ojos adviertan, desde las alturas de su posición política y desde la intimidad establecida con el mandón en faenas de burócrata fiel, la existencia de un personalismo grosero en la Venezuela de nuestros días.
De pronto, en los caminos del Guárico, en la cuesta empinada de la campaña electoral, el Licenciado Lara sintió náuseas. Perdió el control del estómago y estuvo a punto de regurgitar, aunque logró contener el desagrado para desembucharlo más tarde en una entrevista que hoy sirve de fundamento a nuestra crónica. El origen de la molestia no encontró motivos en el mal estado de las carreteras, ni en las imágenes de pobreza que golpean a quien transite por la región ni en el miedo de encontrarse con unos delincuentes capaces de convertirlo en víctima. Las preocupaciones usuales del viajante no lo invadieron en esta memorable ocasión. Inesperadamente quedó fulminado por la profusión de la efigie del gobernador Manuitt, que pregonan sin tregua miles de carteles en todos los rincones del estado. ¿Cómo puede ser posible que, en lugar de referirse a una administración eficaz, la publicidad sólo insista en la figura del mandamás de la región? ¿Acaso la afanosa multiplicación del rostro y el cuerpo de Manuitt, del sombrero y las espuelas de Manuitt, de los ojos y las cicatrices de Manuitt no delata la existencia de una patología, de una desviación peligrosa para la vida de los guariqueños? ¿No hay rasgos de una atávica mediocridad personal en las ganas de aparecer retratado en todas partes, en la decisión de meterse a espejo y traducción de la vida comarcana, como si se estuviera ante el motor exclusivo del gobierno en la entidad? Tales fueron las preguntas que el Licenciado Lara se hizo desde el fondo del corazón ante una insultante diseminación de vallas. Todo lo malo que sintió ante la apología de su rival lo soltó luego ante el entrevistador y ahora lo reproducimos llenos de perplejidad, pero felices por la contundencia del ataque.
La felicidad proviene del hecho de que el Licenciado, pese a su ubicación política, comparta las opiniones de la oposición en materia de personalismos. Sus reproches son idénticos a los que hacemos quienes estamos hartos de ver cómo el régimen nos vende el predominio de un único individuo capaz de encarnar el espíritu del pueblo y los ideales revolucionarios. La perplejidad se debe a los tirones implacables de la memoria, debido a los cuales tornamos la mirada hacia el pasado reciente para toparnos con el Licenciado en funciones de ministro de propaganda empeñado en hacernos creer que Chávez era el alfa y el omega de la sociedad, que el comandante condensaba la sensibilidad de la nación gracias a la determinación de una voluntad infalible, milagrosa y todopoderosa desde cuyo Olimpo nos orientaba hacia etapas superiores de convivencia. Hoy ha cambiado de parecer, si juzgamos por su ataque feroz contra el personalismo reinante en el Guárico y frente al cual ha divulgado elocuente repugnancia. Debemos suponer que los ascos no se detienen en los confines del estado en el cual pretende ejercer de gobernador, sino que incumben también al resto del territorio.
El Licenciado no debe hacerse problemas con la maroma, pues hace un tiempo lanzó la peregrina teoría según la cual un funcionario público podía olvidarse a ratos de su cargo para convertirse en ciudadano y, por consiguiente, ser tendencioso y atrabiliario sin que su conducta chocara con el trabajo por cuyo desempeño se le pagaba un sueldo para beneficio del común. Un ministro podía traspasar a placer los confines de su cargo cuando sentía ganas de actuar como activista político, como agitador de bandería, porque después, en cuestión de horas, podía regresar tranquilamente a las posiciones de ecuanimidad exigidas por la ley a los servidores del Estado. Así cantaba la proposición del sorpresivo teórico. Sólo era asunto de mudar de piel un tiempito para regresar en breve a las alturas, como si cual cosa. Consecuente con la teoría, hoy ha exorcizado a un demonio que antes adoraba. Consecuente con la teoría, hoy ha cambiado otra vez de pellejo. Quizás en términos riesgosos por la roncha que puede sembrar en el líder máximo, pero es evidente la lealtad que ha guardado a su elucubración. En cualquier caso (siempre tiene uno la maña del regateo), un discurso enfrentado al personalismo es cosa rara en la boca de Willian Lara. eliaspinoitu@hotmail.com
2 comentarios:
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